Título del trabajo:
Memoria y medios de
comunicación
Influencia de los medios en la conformación de la
memoria colectiva. El caso particular de la televisión. La información política
en los noticieros de aire en la Argentina.
Resumen
Las sociedades modernas
se caracterizan por una fragmentación continua y creciente. Por lo tanto la
memoria también aparece fragmentada en múltiples memorias lo que dificulta la
conservación de una memoria más o menos compartida y abre serios interrogantes en
este aspecto sobre las futuras comunidades y su relación con la memoria. Toda
información suministrada por los medios debería llevar una carga
contextual apropiada y como elemento
ineludible de esa contextualización debería contener segmentos relativos a la
memoria. En el caso de la información política la falta de un contexto adecuado
que incluya memoria conspira contra la comprensión misma de los hechos. En
televisión la debilidad contextual en los hechos políticos conspira contra el
ideal subyacente en la sociedad de construir un mínimo común denominador de
memoria compartida.
Abstract
Las sociedades
modernas se caracterizan por una fragmentación continua y creciente. Por lo
tanto la memoria también aparece fragmentada en múltiples memorias lo que
dificulta la conservación de una memoria más o menos compartida y abre serios
interrogantes en este aspecto sobre las futuras comunidades y su relación con
la memoria. Toda información suministrada por los medios debería llevar una
carga contextual apropiada y como elemento ineludible de esa contextualización
debería contener segmentos relativos a la memoria. En el caso de la información
política la falta de un contexto adecuado que incluya memoria conspira contra
la comprensión misma de los hechos. En los noticieros de televisión la
debilidad contextual en los hechos políticos conspira contra el ideal
subyacente en la sociedad de construir un mínimo común denominador de memoria
compartida.
Palabras clave: Pluralismo. Diversidad. Memorias. Olvido. Televisión.
Política. Noticieros.
Autor: Daniel Guillermo Gutman
Introducción.
Los medios de comunicación social aparecen con
frecuencia en los trabajos de reconocidos investigadores de disciplinas
diversas. Se discute su importancia ya sea en sentido positivo o negativo como
portadores de cultura, instrumentos al servicio del poder, manipuladores de la
información y hasta una amenaza para las identidades nacionales o por el contrario,
gracias al desarrollo tecnológico serían capaces de reavivar antiguas
identidades.
Y también como herramienta insustituible en la
comunicación estratégica de movimientos marginales u organizaciones sociales
que alcanzan una visibilidad inusitada a partir de su uso y también como
instrumento de resistencia de grupos que se ven amenazados o intentan
expandirse, y por último como el espacio privilegiado para la construcción de
la memoria.
Antes de articular estos conceptos –memoria y medios-
conviene exponer a modo de síntesis la idea de memoria que algunos autores
supieron desarrollar.
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Elogio de
la resistencia
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Michel De Certeau supo definir la memoria
como “una presencia en la pluralidad de los tiempos que no se limita al pasado”
(De Certeau, 1996, p.92). Hay allí un conocimiento que se transmite en sigilo,
de generación en generación, y sirve como herramienta para dar la batalla de
cada día, a la manera de las antiguas comunidades donde la sabiduría, que no
requiere de escuelas ni pizarrón, puede aportar las respuestas.
De Certeau se comprometió con la
realidad de su tiempo ya sea como mensajero de la resistencia durante la
ocupación nazi de Francia durante la segunda guerra mundial o como líder
intelectual en mayo de 1968. Justamente,
la resistencia fue la materia que identificó al autor francés. Demostró que el
sujeto consumidor de medios no es un receptor pasivo, que el emisor
difícilmente pueda calcular la respuesta ya que el hombre común es un hombre de
acción y no un cordero manso y obediente.
El hombre común sólo cuenta con su ingenio y apela a
diversas tácticas para oponerse a la estrategia de quien detenta el mando o
pretende imponer las reglas. Estas tácticas tienen que ver con el oportunismo,
con el escamoteo, las compensaciones ocultas, los usos no convencionales o
inapropiados según el paladar de los dominadores (De Certeau, 1996).
De Certeau gusta emplear la figura
del cazador furtivo, que remite al hombre primitivo y su aptitud para capturar
la presa en el momento justo y, al mismo tiempo, actúa oculto en territorio
ajeno y debe aprovechar la oportunidad y no dejarla escapar. ¿No son quizás los
medios ese territorio ajeno donde puede darse la batalla de la resistencia?
Si analizamos por un momento la composición accionaria
de los grandes conglomerados mediáticos queda claro de qué estamos hablando. De
allí la importancia que tiene la articulación de los medios y el Estado cuando
se trata de implementar políticas populares y darles cabida a sectores
postergados de la realidad nacional. O la implementación de medios alternativos
para salirse de ese territorio ajeno y caminar por un territorio propio aunque
finalmente en el gran mercado de los medios globales el tamaño de estos medios
será tan pequeño que habrá que jugar otra vez de visitante.
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Donde hay
poder hay resistencia
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Un razonamiento similar encuentra Manuel Castells cuando
analiza los movimientos sociales que se oponen al nuevo orden mundial
(Castells, 2004). El poder mismo genera resistencias y estas resistencias ponen
en acción las identidades de los grupos sociales. Si bien los movimientos como
el zapatismo en México no logran imponer sus objetivos de máxima pueden generar
una cohesión, una nueva identidad de viejos grupos. Y los medios juegan otra
vez un rol relevante cumpliendo una función difusora de las ideas del movimiento
llegando a impactar a nivel mundial y además como herramienta táctica para
soportar el asedio de la autoridad siempre dispuesta a reprimir y aplastar las
resistencias. La guerrilla informacional del zapatismo se podría asimilar al
cazador furtivo de De Certeau, ingresa al terreno del adversario –los medios
vía Internet- por poco tiempo y aprovecha lo mejor que ofrece el escenario
global al exponer su problemática a las sociedades del mundo.
Pero el pensador de la resistencia no se quedó en los
grandes números, fue a la minucia, al detalle, se sumergió en las
microresistencias que alimentan la cultura popular. Aparece entonces la memoria
como parte fundamental de esas resistencias. Las historias mantienen vigencia
en una memoria que no se limita a un pasado sino a una presencia a lo largo de
los tiempos (De Certeau, 1996).
Para De Certeau la memoria carece de un
lugar propio, permanece oculta y surge en el momento oportuno, la ocasión hace
al ladrón y esa ocasión es un hecho exterior que activa la memoria y produce un
efecto. Pero lo hace en un sentido táctico, en territorio ajeno, es una
alteración dentro de la estrategia del más fuerte (De Certeau, 1996).
Desde ya que De Certeau cuenta con una mirada
crítica de los medios oponiendo el relato a la acción de los medios de
comunicación.
El relato es la democracia, la diversidad, el
pluralismo, el lugar donde el pueblo vuelca su verdad, el depósito de la
memoria.
Los medios en cambio totalizan, homogeneizan, diluyen
las diferencias, “el rumor de los medios refuerza el orden establecido”, cubre
toda la ciudad y aplasta al relato de la memoria que se refugia en las casas,
en las familias (De Certeau, 1996, p.120).
El relato vive en la memoria y de ella se desprenden
fragmentos que nutren las leyendas populares y se actualizan frente a los
hechos para servir a la resistencia, a la supervivencia.
Así se produce una dispersión de relatos de lo
memorable que escapan al ojo vigilante, la memoria no puede ser alojada ni
localizada y hace de contrapeso a la imposición mediática.
(De Certeau, 1996, p.128).
Los relatos son piezas claves en las tácticas urbanas.
Fabrican espacios –toda descripción
funda espacios-, determinan fronteras y en tanto acto creador definen un sitio,
un marco de acción que otorga certeza a la conducta humana. Los relatos
explican la formación de mitos que incluyen la transgresión de los límites y la
desobediencia a la autoridad, contienen el exilio y la fuga.
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Los medios,
tabla de salvación de la Política
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En los siglos XVI y XVII el habla fue reemplazado por
las escrituras científicas y políticas, que no hablan sino que hacen, el ser se
mide por el hacer, esta nueva escritura es una práctica, ya no es una voz como
fue durante siglos la voz de Dios hablando desde la Biblia. Es la escritura
burguesa de la primera fase capitalista (De Certeau, 1996).
Más tarde, todas las representaciones políticas y
religiosas pierden la voz autorizada lo cual crea un problema ¿Quién dice qué?
pregunta De Certeau. Entonces la escritura privilegia al tecnócrata y se
vuelve un principio de jerarquización social.
Con la lectura se repite el esquema jerárquico pero son
otros los protagonistas. El consumo de cultura no derramó hacia todos los
sectores, incrementando la desigualdad cultural, “la cultura como el dinero
beneficia a los ricos”, asegura el jesuita (De Certeau, 1996, p.133).
Las mayorías casi no circulan a través de la producción
cultural pero son capturadas por los medios y éstos son los que atraviesan con
sus productos a esas mayorías. Es la réplica del modelo educativo del siglo
XVIII y la ideología de las luces que veían en el libro escolar el instrumento
transformador de hábitos y costumbres con el que las élites darían el nuevo
perfil a la sociedad.
Hoy esa tarea está en manos de la tecnocracia de los
medios de comunicación que siguen trabajando en base al presupuesto de una
audiencia pasiva, donde sólo en el área de la producción hay creatividad e iniciativa
(De Certeau, 1996).
Es la ideología del consumo-receptáculo en la que los
únicos privilegiados son los productores.
La crisis de representación del poder fue otra
inquietud que marcó el análisis de De Certeau, cómo se fue
transfiriendo el poder desde lo religioso a lo político y desde lo político a
lo mediático. Los medios fabrican todos los días un ruido, un ronroneo, es la
voz de los nuevos dioses que hablan en los relatos de actualidad, la nueva
creencia es la autoridad, la voz implacable de los hechos cotidianos. Y la
política entró allí “los relatos asedian las calles y los edificios” instituyen
la leyenda, es decir lo que hay que decir y hacer (De Certeau, 1996, p.202). El
nuevo creyente está obligado a creer en lo que se ve, lo real invisible del
pensamiento tradicional migró hacia lo real visible pero esta relación con lo
visible es un simulacro que construyen los medios.
Inmersos en este poder manipulador los políticos
cuentan con una nueva herramienta que también aportan los medios: los sondeos y
las encuestas. Constituyen una suerte de doctrina moderna donde el valor de la
fe está puesto en la opinión de los demás, en la cita machacosa de cifras y
datos.
La verosimilitud reside en el poder, en el fondo es
nada más que otro simulacro aplicado al ámbito político.
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La
fragmentación de la memoria
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Coincidiendo con el análisis crítico de los medios Maurice
Halbwachs observa que en el universo de imágenes que impusieron los medios de
comunicación; la sobreabundancia de información, disponible en todo momento,
tiende a hacer desaparecer las continuidades significativas que vuelven esta
información inteligible (Danièle
Hervieu-Léger, 1996, cita a Halbwachs, 1952).
En virtud de la imagen, cada suceso que acontece en la
superficie del globo se vuelve instantáneamente presente para todos, y anula al
mismo tiempo todo aquello que lo ha precedido inmediatamente: bajo nuestros
ojos de telespectadores saturados de imágenes, una revolución desplaza a una
guerra, una catástrofe aérea o un temblor de tierra llevan a un golpe de
estado. Pero esta inmediatez de la comunicación "puntualiza" el
acontecimiento y hace desaparecer la relación propia del relato.
Para Halbwachs, es el advenimiento del
capitalismo y de la técnica que ha significado, al mismo tiempo, el
alineamiento progresivo de todas las esferas de la vida social con la esfera
productiva. Esta no suscita sino memorias técnicas, funcionalizadas y neutras:
al término de este proceso de homogeneización, la memoria de las sociedades
modernas se presenta como una memoria de superficie, una memoria rasa, cuya
capacidad normativa y creativa parece haberse disuelto
(Danièle
Hervieu-Léger, 1996, cita a Halbwachs, 1952).
Este proceso de homogeneización aplastante de la memoria
colectiva hace posible el despliegue de una fragmentación extrema de la memoria de los individuos y de los
grupos. En las sociedades modernas, cada individuo pertenece a una pluralidad de
grupos: la disociación funcional de su experiencia personal impide el acceso a
una memoria unificada.
La fragmentación moderna del espacio, del tiempo y de las
instituciones implica la fragmentación del recuerdo, que la rapidez del cambio
social y cultural destruye casi en el mismo momento en que es producido.
El interrogante presente en la reflexión de Halbwachs
es el de la posibilidad, para una sociedad "que sólo puede vivir
si entre los individuos y los grupos que la componen existe una unidad suficiente
de visiones", de reconstituir esta unidad más allá del estallido de su
memoria colectiva (Danièle
Hervieu-Léger, 1996, cita a Halbwachs, 1952, pp.265-272).
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La
televisión como constructora de memoria
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En la Argentina el concepto de memoria está muy
fuertemente ligado a los derechos humanos y la historia de la represión estatal
en los años 70. Claudia Feld, una de las más prolíficas autoras en la temática,
cita a Elizabeth Jelin para definir memoria como “el proceso social de
interpretar y dar sentido al pasado, desde el presente, teniendo en cuenta que
este proceso se da de una manera compleja y en diversos estratos o niveles
(individual, grupal, social) (Feld, 2008). Abordó el tema bajo la influencia de
la televisión la que tiene según ella una lógica opuesta a la profundidad, la
reflexión y la complejidad pero a diferencia de Halbwachs o De Certeau aprecia
su rol memorizante, su incidencia en la memoria social de la época.
En su trabajo
la autora argentina articula memoria con televisión y recorre la bibliografía
existente al respecto encontrando cuatro posibles abordajes:
1. El primer abordaje considera a la televisión como tecnología de
la memoria, como un espacio desde el que se construyen los
acontecimientos que luego serán recordados. Pierre Nora (1986) habla de una
“memoria televisiva” teniendo en cuenta que la televisión construye la
actualidad y define lo que es memorable para la sociedad. O sea, la televisión
sería un elemento ineludible a la hora de estudiar la memoria social de una
época dada su capacidad de influir en la percepción de las personas.
2. Un segundo
abordaje consiste en considerar a la televisión como vehículo (o
canal o ámbito) de transmisión de experiencias del pasado a las generaciones
que no vivieron los acontecimientos. Esto permite conocer la manera en que
determinada generación toma contacto con el pasado a través de los relatos que
hace la televisión. Predomina la televisión respecto de otros vehículos
culturales por su capacidad de penetrar en todas las capas sociales (mensaje
claro, sencillo y emotivo) y por la inmediatez del relato.
3. Un tercer abordaje
considera a la televisión como emprendedor de la memoria. Se trata de
detectar el acceso a la televisión de determinados temas o interpretaciones del
pasado, quiénes son los actores y los intereses que defienden. Este abordaje
resulta muy interesante porque ubica a la televisión como un campo de lucha
entre memorias considerando a la memoria como objeto de “disputas, conflictos y
luchas, lo cual apunta a prestar atención al rol activo y productor de sentido
de los participantes de esas luchas, enmarcados en relaciones de poder” (Feld
2008 cita a Jelin, 2002).
4. El cuarto abordaje
considera a la televisión como escenario de la memoria: como un espacio en el
que se hace ver y oír a un público determinado. Este abordaje recorre los
aspectos característicos del lenguaje televisivo en articulación con el pasado
centrando el análisis en los programas televisivos mismos. Se encuentran aquí
tres dimensiones: narrativa (el contar una historia), espectacular (una puesta
en escena), en la que importan los lenguajes y los elementos usados en la
escenificación; y veritativa (la producción de una verdad) en la que importa
qué tipo de verdad sobre el pasado se construye y en lucha con qué otras
verdades.
Concluye Feld que
en general, los relatos televisivos tienden a privilegiar la espectacularidad
de los hechos narrados, el drama por encima del contenido histórico central.
Esta circunstancia es clave para comprender la comunicación televisiva que
trabaja esencialmente con el factor emocional, de alto impacto por encima de
otras consideraciones como pueden ser las causales políticas de fondo de un
hecho relevante.
“Nada indica que al
disponer de información sobre lo ocurrido en el pasado, quienes no vivieron los
hechos puedan darles sentido y comprender las luchas y los desafíos propios de
aquel período”, señala Feld y continúa: “Si el pasado llega
al presente a través de símbolos y emblemas
“congelados” (Huyssen, 2002), y no como un proceso histórico complejo,
es difícil que puedan comprenderse los retos y dilemas de cada época, y que el
presente pueda examinarse a la luz de lo ocurrido en el pasado.” (Feld, 2008).
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Memoria y noticieros de televisión
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Los abordajes que recopila Feld se
articulan y complementan con el análisis del estudio de campo que realicé en
2008 en el marco de mi tesis El uso de
fuentes en la información política en los noticieros de televisión. Si bien
la hipótesis se basa en el supuesto de que los noticieros de aire utilizan
menos fuentes de lo recomendable para una buena práctica periodística, ciertos
aspectos del estudio conectan con la memoria y las características propias de
la televisión.
La muestra de una semana de duración (primera semana de
junio de 2008) tomó los noticieros de los dos canales privados con mayor
audiencia, 11 y 13, y del canal estatal, el 7 según el siguiente cuadro:
Noticiero
|
Horario
|
|
CANAL
7
|
VISIÓN 7
|
Lunes a Jueves de 20 a 21
Viernes de 19 a 20
|
CANAL
11
|
TELEFÈ
NOTICIAS
|
Lunes
a Viernes de 19 a 20.15
|
CANAL
13
|
TELENOCHE
INFORMA
|
Lunes
a Viernes de 20 a 21.15
|
Ante todo conviene hacer
algunas aclaraciones y justificaciones respecto del trabajo periodístico en
televisión. Es redundante pero no menos
cierto que la índole vertiginosa del trabajo periodístico, y más tratándose de
la televisión, conspiran en contra de los mejores deseos de los propietarios,
editores y productores. Muchas veces los tiempos de un editor apenas dan para
salir al aire y descuida ciertos matices clásicos del periodismo gráfico como
son el uso de fuentes y la debida contrastación.
En ocasiones sólo importa
la imagen, una imagen cualquiera. La no-imagen condiciona por lo tanto la
práctica estricta de lo que podría denominarse periodismo de calidad.
Esta justificación no abarca
ciertas obsesiones del medio televisivo, ávido por una inmediatez que muchas
veces aleja la comprensión del hecho presentado y cree que la simple emisión de
imágenes yuxtapuestas resuelve profesionalmente la situación cuando en realidad
está afectando el carácter mediador de la función periodística.
En cuanto a la detección de fuentes políticas, objeto
central del estudio, mostraron una inquietante carencia: el 62% de las noticias
apenas cuentan con una o ninguna fuente. Si se toma como estándar de calidad
mínimo un piso de dos fuentes por noticia el resultado es más que concluyente.
No se trata solo de
cuestionar la cantidad de fuentes por una simple medición sino que las fuentes
además de estructurar el relato periodístico, lo hacen más comprensible, la
pluralidad de voces se basa en principios democráticos pero también completa o
resuelve incógnitas que se generan en la audiencia y hacen eficiente la
comunicación, en particular cuando se trata de información política por su
complejidad.
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Memoria
es el contexto informativo
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Introducir la noción de
memoria para analizar noticieros no resulta caprichosa ya que su presencia o
ausencia, en particular en una serie informativa como fue el conflicto
campo-gobierno de 2008, resulta clave como elemento contextualizador.
Telefe noticias parece disponer
de un esquema antimemoria casi explícito lo que parece coherente con el estilo
del canal, más proclive al show business y por lo tanto a una asociación más
estrecha entre los segmentos informativos y de espectáculo. Dentro de ese
esquema incorporar la memoria atenta contra la simplificación comunicativa
buscada.
También parecen atenerse
al principio de no contaminación entre hechos y opiniones. La ausencia de
comentaristas que intenten ampliar o aclarar los temas indica una preferencia
por apegarse a los hechos. Sin embargo la televisión pide muchas veces a gritos algo de claridad, muchas de las noticias
dejan una sensación de incomprensión final. Los canales 7 y 13 para suplir de
alguna manera esta carencia introducen otros mecanismos extra noticiosos como
entrevistas, comentarios, diálogos entre conductores, para tratar de clarificar
la información.
Un ejemplo de confusión
lo constituye la noticia EL CAMPO EXTENDIÓ EL PARO donde hay un relato poco
funcional al sentido mediador que enarbola el periodismo. La noticia se refiere
a las nuevas medidas de lucha que adoptó la mesa de enlace en el día 84 de
paro. Las fuentes oficiales consultadas nada dicen acerca de las nuevas medidas
porque fueron entrevistadas a lo largo del día y la noticia lleva carácter de
urgente. Acto seguido aparece la presidenta hablando en Europa (reunión de la
FAO) sobre la renta de los grupos sojeros y a continuación el ministro del
Interior, Randazzo, cuestiona la modalidad de los cortes de ruta. Rematan la
noticia de dos minutos los principales dirigentes agropecuarios cuya
conversación finalmente tiene relación con el anuncio del título. Como
televidentes nos quedamos un tanto absortos por la cantidad de hechos reunidos
en una misma noticia pero contexto cero y, dentro del contexto, de memoria ni
hablar. Reina el hecho actual, sin pasado, sin explicación, sin comprensión.
Cabe recordar que el 10
de marzo de 2008, a tan solo de tres meses de haber asumido, la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner firma la resolución nº 125/08 que disponía un
cambio en la alícuota que debían tributar las exportaciones de granos, en particular
la soja. De una tasa fija del 35% del valor de las exportaciones que el Estado
recaudaba hasta entonces se pasaría a un régimen de retenciones móviles: a
medida que el precio del cereal subiera el Estado recaudaría un porcentaje
mayor. En la práctica esto significaba que los productores conservarían los
márgenes de ganancia pero casi no percibirían beneficios adicionales por la
suba del precio internacional del producto. El gobierno aducía según la
resolución del entonces ministro de Economía, Martín Lousteau que “los precios
internacionales de cereales y oleaginosas han registrado un significativo
aumento en los últimos años, con una elevada volatilidad de sus tasas de
variación interanual. Que la persistencia de un escenario semejante podría repercutir
negativamente sobre el conjunto de la economía a través de mayores precios
internos, menor equidad distributiva y una creciente incertidumbre en lo que
respecta a las decisiones de inversión del sector agropecuario. Que la
modificación propuesta del esquema de derechos de exportación aplicables a un
subconjunto clave de cereales y oleaginosas constituye una herramienta
apropiada para solucionar los problemas previamente mencionados”.[1]
La reacción de los
sectores alcanzados por la medida fue anunciar un paro nacional agropecuario
que en un primer momento se tradujo en el cese de comercialización de algunos
productos y días más tarde, ante la insistencia del Ejecutivo en sostener el
decreto, el corte de rutas nacionales. Pero quizás, lo más importante desde la
perspectiva política fue la unión estratégica que trazaron las principales
cámaras empresariales del campo al crear la llamada Mesa de Enlace. Allí
confluyen al día de hoy los representantes de organizaciones tradicionalmente
enfrentadas como son la Sociedad Rural Argentina (SRA) -cuya presidencia a la
fecha del conflicto correspondía al veterinario y criador de caballos Luciano
Miguens- vocera de los grandes propietarios y la Federación Agraria Argentina
(FAA) -liderada por Eduardo Buzzi, pequeño productor santafesino- que representó desde 1912 a pequeños y
medianos productores y fue la base del movimiento cooperativista agrario en la
Argentina o Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), ligada a sectores medios
y altos de la producción agropecuaria, encabezado por Mario Llambías con la
Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO) representada por Carlos
Garetto. La discusión por la renta extraordinaria tuvo expresiones discursivas
altisonantes que alcanzaron su punto cúlmine al año siguiente del conflicto,
después de la derrota electoral del oficialismo y en ocasión de quedar
inaugurada una nueva muestra del campo en el palco de la SRA. Fue su
presidente, Hugo Biolcatti, quien arengó a los ruralistas a no bajar la guardia
y torcerle el brazo al gobierno[2].
En tanto Telenoche
mostró un esfuerzo por atender la confusión general con la inserción de
comentarios a cargo de los periodistas Marcelo Bonelli y Gustavo Silvestre.
Pudieron mostrar un rostro más político del conflicto toda vez que estas
incursiones genéricas -una suerte de género híbrido comentario-noticia-
permiten contextualizar el hecho con otros hechos no registrados cámara
mediante y la mención de otros actores, principalmente del arco político,
aportando una visión más completa para la audiencia.
Sin embargo en ningún
tramo de la semana de estudio introdujeron elementos de memoria, jamás una
alusión a conflictos anteriores entre sectores del campo y los gobiernos de
Alfonsín o más atrás todavía, en tiempos del primer peronismo. Toda la serie
parecía reducirse a una lucha entre dos actores políticos dentro de un
conflicto casi espontáneo, sin antecedentes históricos de importancia. Quizás
el ocultamiento más nítido de la memoria estuvo dado, en particular en los
canales privados, por la inexplicable ausencia de la Sociedad Rural y su papel
conspirativo y de grupo de presión agresivo, siempre ligado a intereses
antipopulares, y muy activo a la hora de enfrentar gobiernos democráticos de
base popular.
Visión 7, el noticiero de la emisora
estatal no eludió la cuestión y de la mano de los comentarios de Adrián
González, el columnista más combativo del noticiero, recordó los períodos de
enfrentamiento con la Sociedad Rural, su resistencia a los gobiernos populares
y el aliento entusiasta por el retorno del orden conservador, ya sea bajo
formato militar o civil, invocando la necesidad de salvar a la patria en
peligro.
El noticiero emitió
fragmentos de la memoria social y política bien significativos como el ingreso
del general-presidente Onganía en la carroza Cadillac descapotada o los
discursos de Martínez de Hoz (apellido ilustre y constante en la conducción de
la Sociedad Rural) durante su gestión como ministro de economía del ex
general-presidente Jorge Videla. También los silbidos del público
interrumpiendo el discurso de Alfonsín en 1988 y la respuesta enfática del
presidente radical recordándole al público agropecuario su adhesión o temor a
la dictadura.
También hubo una
entrevista en el piso del noticiero a un dirigente rural que denunció el empleo
en negro dentro del sector y la falta de propuestas de los dirigentes de la
mesa de enlace para resolverlo.
Sin duda otras memorias
podrían entrar en juego pero los canales privados prefirieron obviarlas y
dedicarse a construir las memorias del presente, las escasas referencias a las
luchas históricas de la Federación Agraria fueron más que elocuentes.[3] De
todos modos el mensaje queda incompleto.
Y en esta cuestión
también la discutida ley de radiodifusión tiene algo que decir. En un contexto
más pluralista de medios de comunicación seguramente las audiencias podrían
tener más alternativas y oportunidades de activar sus memorias.
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De
olvidos benévolos
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La memoria y su contracara, el olvido, pujan
permanentemente a lo largo de la historia. El período 76-83 y sus secuelas son
un tiempo excepcional de construcción e intento de destrucción de memoria,
semejantes por su importancia a otras luchas civiles del siglo XIX pero hoy con
un resultado diferente: las memorias diversas rellenan el esqueleto de la
historia como no pudo hacerse en aquella época cuando la historiografía liberal
construyó a gusto el relato de la nación sin la contrapartida de otras memorias
que años más tarde se fueron desempolvando.
Ya en pleno proceso el ex general Videla había montado un
marketing civilizador y político de su persona que desembocaría en una
democracia sana y limpia de contaminantes subversivos. La pantera rosa fue uno
de los juegos de imagen montados en ese entonces cuya proyección futura, si
hubiese triunfado la bestia, debiera significar la figura de un general
libertador, lleno de grandeza que garantizó el tránsito gradual (15 o 20 años,
escalonando elecciones municipales primero, luego provinciales y por último
–una vez alcanzada la madurez cívica necesaria, las presidenciales) hacia la
nueva Argentina. La incapacidad política y las contradicciones internas de la
junta de comandantes dio por tierra con el sueño y la caída estrepitosa del
final, vía Malvinas, dejó muy pocos rastros. Sin embargo la necesidad de
ocultar/olvidar siguió vigente hasta la entrega del poder en manos de Raúl
Alfonsín. El último presidente de la dictadura, el ex general Reinaldo Bignone,
y su lugarteniente, el general Cristino Nicolaides ordenaron la quema de todos
los archivos de la represión, en un acto de extrema pasión por el olvido y la
memoria, como se dijo anteriormente, se construye además en los relatos, en la
oralidad y allí uno de los errores fue dejar sobrevivientes de los centros
clandestinos. Curiosamente Massera y su plan político que integraba ex Montoneros
aportó un número de sobrevivientes de la ESMA (Escuela de Mecánica de la
Armada) que luego serían clave a la hora de testimoniar en la CONADEP (Comisión
Nacional de Desaparición de Personas) y los juicios a las juntas de comandantes
en 1985.
Precisamente la CONADEP y los juicios que estamparon su
huella histórica en el NUNCA MÁS fueron otro punto de controversia en la
disputa memoria-olvido: la célebre teoría de los 2 demonios que sirvió a los
fiscales para condenar a los máximos responsables de las desapariciones y
también, en un mismo plano de responsabilidad, a los líderes de las
organizaciones guerrilleras.
La batalla por la memoria tuvo en este punto dos
capítulos, uno con la redacción del Nunca Más original (1984) y otro con la
redacción del segundo Nunca Más (2006) durante el ciclo kirchnerista, cerca de
conseguir las nulidades de las leyes del perdón y con la reapertura de los
juicios a militares y cómplices civiles de la dictadura.
Las críticas al prólogo del Nunca Más, escrito nada menos
que por Ernesto Sábato fueron muy duras
pero pocas veces trascendieron hacia el público masivo y aún peor: durante casi
todo el período de la recuperación democrática la convicción generalizada, en
especial para amplios sectores juveniles fue la de la existencia de dos males
enfrentados que llevaron en su lógica demoníaca a la catástrofe inevitable.
Justamente ése fue el argumento justificatorio que utilizaron los represores
para llevar adelante la masacre.
Tal reducción de las causas de la violencia política aún
están vigentes y si bien en el ámbito judicial las responsabilidades son muy
claras la cuestión se vuelve mucho más turbia cuando hay que transitar por las
zonas de la memoria colectiva.
Es contundente y lúcida la crítica que la escritora Elsa
Drucaroff realizara al célebre prólogo. “El efecto terrorífico que produce el
prólogo de Sábato está generado por la abstracción de relaciones sociales e
históricas y el reemplazo de esas fuerzas vivas, comprensibles, entramadas en
una lucha política, por sujetos abstractos o no humanos, incluso demoníacos.”
(Drucaroff; 2002)
La autora punzaba aún más en la textualidad de Sábato
porque el desatino del escritor “nos tiñe a todos con una culpa colectiva y
abstracta” y además les quita a los desaparecidos una cualidad fundamental para
la interpretación histórico-política de la violencia y es su “voluntad
revolucionaria”. (Drucaroff; 2002)
Pero este conflicto por la memoria tuvo su página más
reciente en 2006 bajo la presidencia de Néstor Kirchner y por iniciativa de la
Secretaría de Derechos Humanos, se insertó un segundo prólogo a la 30º edición
del Nunca Más corrigiendo el anterior: “…es inaceptable pretender justificar
el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas
como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de
particulares…(…)…las injusticias sociales que son una afrenta a la dignidad
humana” y también fijaba el número de desaparecidos en 30.000 personas.
Los medios con mayor dominio del mercado informativo tomaron la discusión como parte de la ofensiva política del gobierno en materia de derechos humanos y pasaron a un segundo plano la temática de fondo, es decir las causas del infierno. Eso sí, hubo voces contrarias que se manifestaron con dureza ante la eventualidad de una discusión o que otro punto de vista pudiera colocarse al lado del prólogo original, como si se tratara de un contenido pétreo e inamovible, con dueños e intérpretes oficiales de lo acontecido.
Los medios con mayor dominio del mercado informativo tomaron la discusión como parte de la ofensiva política del gobierno en materia de derechos humanos y pasaron a un segundo plano la temática de fondo, es decir las causas del infierno. Eso sí, hubo voces contrarias que se manifestaron con dureza ante la eventualidad de una discusión o que otro punto de vista pudiera colocarse al lado del prólogo original, como si se tratara de un contenido pétreo e inamovible, con dueños e intérpretes oficiales de lo acontecido.
Como síntesis de aquellas reacciones valen las palabras
de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú –integrante de la CONADEP- que
sentenció: "No sólo es una insolencia hacia Sábato, sino que también es
una grave falta histórica creer que el «Nunca más» constituye una apología de
la teoría de los dos demonios". [4]
Bibliografía
Castells, M. (2004). El
poder de la identidad. Barcelona. Alianza Editorial.
De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano I. México DF. Universidad
Iberoamericana.
Drucaroff, Elsa (2002). Por algo fue. Análisis del prólogo al Nunca Más, de Ernesto Sábato.
Tres Galgos nº 3. Buenos Aires
Feld, C. (2008). Oficios
Terrestres. Memoria y televisión, una relación
compleja. La Plata.
Facultad
de Periodismo y Comunicación Social (UNLP).
Halbwachs, M. (1952). Les cadres sociaux de la mémoire.
París.
Hervieu-Léger, D. (1996), “Sociedad y Religión” nº 14/15.
París.
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales.
Nunca Más (1984). Informe
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Buenos Aires.
Eudeba.
[1] Resolución nº 125/08.http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/135000-139999/138567/norma.htm
[2] Fragmentos del discurso de Biolcatti.."El campo argentino
sigue siendo el eje central del desarrollo"; "El
campo ha dejado de ser la mansa vaca lechera para cubrir el costo de las
ineficientes políticas equivocadas”; "Cuántas
cosas pasaron... una de las peores sequías, la crisis, epidemias predecibles e
impredecibles, y un predador insaciable, el Estado",http://www.perfil.com/contenidos/2009/08/01/noticia_0026.html
y http://www.notiexpress.com.ar/news.cgi?accion=vernew&id=63887
[3] La Federación Agraria
Argentina se creó en 1912 para enfrentar a los terratenientes por las duras
condiciones que imponían en cuanto a los arrendamientos de los campos. Se
trataba de chacareros que habían iniciado una huelga después de la asamblea
conocida como el Grito de Alcorta. Varios
dirigentes agrarios fueron asesinados. A pesar del violento accionar de
los terratenientes, los huelguistas fueron logrando cada vez más adhesiones. Al
apoyo inicial de los anarquistas y socialistas, de los
curas y los pequeños comerciantes, fueron sumándose los profesionales y amplios
sectores populares. Ante el temor de tener que afrontar grandes pérdidas
económicas, los terratenientes fueron cediendo lentamente y hacia mediados de 1913 la inmensa mayoría de los arrendatarios había
logrado una importante rebaja de los arrendamientos. De todos modos, la
oligarquía logró mantener cláusulas leoninas en los contratos, que imponían
restricciones a la libertad de comprar y vender.
El Grito de
Alcorta, si bien no modificó sustancialmente la estructura agraria, favoreció
el surgimiento de organizaciones campesinas en otros lugares del país.
http://es.wikipedia.org/wiki/Grito_de_Alcorta
[4] Oliver Galak . Controversia
por el prólogo agregado al informe Nunca
Más. www.lanacion.com.ar 19/05/2006.
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