sábado, 23 de agosto de 2014

POLÍTICA. Comparaciones erróneas


Cristina y Carlos, una comparación errónea


Mientras el acoso judicial de los fondos buitre concita la condena de países y personalidades destacadas de la política y la economía internacionales, en la Argentina abundan las voces discordantes. Con llamativa improcedencia, esas voces disidentes comparan la recuperación transitoria de Malvinas bajo la conducción militar de Galtieri con la defensa que lleva adelante el gobierno argentino en los tribunales de Nueva York. Dicen que estamos frente a la peor combinación: populismo (en sentido despectivo) y soberbia. 
foto: taringa.net
Lo mismo ocurre frente a la transición política con miras a 2015. Destacados analistas y periodistas, hoy marcadamente opositores, ven el final del mandato de CFK un período de alta irracionalidad con una presidenta abroquelada sobre su círculo íntimo, con la tentación de patear el tablero y con la mira puesta solo en el segmento del electorado que aún la apoya. Forzando las comparaciones, equiparan el final de mandato de CFK con el del ex presidente Menem que, hasta en las encuestas (con apoyos del 22% a 25%), estarían mostrando un ocaso político semejante. Más allá de los porcentajes, que hoy varían por la pulseada que encara el gobierno con el juez Griesa, hay notorias diferencias entre aquel menemismo en declive irreversible y este kirchnerismo que sigue dando batalla. 

Alsogaray y Boudou

Entre otras diferencias cabe destacar el espectro social que respalda a una y a otra figura, con sectores medio bajos y populares del lado del kirchnerismo que, aún en tiempos difíciles, percibe al vigente como un modelo amigable -mucho más si se lo compara con experiencias anteriores- mientras que el menemismo recibía un respaldo signado por la bonanza económica que sobre todo sectores medios y medio altos  supieron conseguir; sabido es que los sectores medios son muy volátiles en sus preferencias y exhiben una enorme sensibilidad según el ciclo económico sea bajista o alcista. Otro aspecto a considerar es la pasión que despierta la figura de la primera mandataria, excede la pasión política habitual, con lazos afectivos de largo plazo, mientras que lo de Menem fue apenas un enamoramiento. Quedaría por señalar el grado de corrupción, un tema que también se quiere equiparar en cabeza de dos personajes no comparables como son María Julia Alsogaray y Amado Boudou, al margen de que la funcionaria fue condenada y el vicepresidente recién ingresó en la etapa de procesamiento. 
En la actualidad persiste un enojo razonable por la demora en introducir cambios y corregir errores en una economía desacelerada, pero las modificaciones van llegando y el próximo gobierno podrá relanzar el crecimiento y apuntar al desarrollo. Ciertamente, haber sido grifolteados no parece un escollo menor pero están a la vista las reformas en transporte, el aumento en la producción energética y la recomposición del frente externo (Repsol, Club de París, CIADI).      

Para el peronismo kirchnerista este no se percibe como un fin de ciclo sin más, seguido por la  extinción de su fuerza política. En el peor de los casos habrá un estado de latencia, a la espera del retorno si cuadran las circunstancias, pero no cabe duda que Cristina Fernández será un referente ineludible en el devenir político de los próximos años. Y será el tiempo el que dará lugar a un análisis menos apasionado sobre el activo y el pasivo de las tres presidencias kirchneristas. 

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