Corrupción: El riesgoso camino del revanchismo
A contrapelo de la corriente dialoguista que viene
predominando por estos días una porción
destacada de dirigentes está pensando en recorrer el camino
opuesto. En contradicción con muchos de sus
colegas e incluso con enunciados propios sobre la conveniencia de construir espacios de consenso amplio, en el ámbito
parlamentario y partidario, estas figuras de proyección nacional proponen, para
después de 2015, la creación de comisiones especiales con el objeto de
investigar los casos de corrupción kirchnerista.
Descuentan una derrota de los candidatos oficialistas -algo que aún está por verse- y se envalentonan por el contexto judicial adverso para el gobierno, cuyo vicepresidente procesado, es la expresión más saliente.
Descuentan una derrota de los candidatos oficialistas -algo que aún está por verse- y se envalentonan por el contexto judicial adverso para el gobierno, cuyo vicepresidente procesado, es la expresión más saliente.
Al tope de esta
avanzada aparece el senador radical Ernesto Sanz con su propuesta, de dudosa
constitucionalidad, de una Conadep
de la corrupción. La criatura que
imagina el senador no solo carga con una impronta revanchista sino que ingresa
en el terreno simbólico al poner en un mismo plano al terrorismo de estado junto
con la corrupción. Otro tanto ocurre con la diputada Elisa Carrió
que busca extremar la lucha contra los corruptos pero desde el endurecimiento
de penas, sin salirse del ámbito de la Justicia, aunque en coincidencia con
Sanz respecto de la equivalencia entre delitos de lesa humanidad y delitos de
corrupción. También son partidarios de las comisiones especiales dirigentes como
Mauricio Macri, Julio Cobos o Graciela Ocaña, ex funcionaria kirchnerista.
Pero ninguno de los dirigentes mencionados es dueño de la
originalidad en esta materia, ya en 2009 y con encuestas muy favorables de las
elecciones inminentes de octubre, el hoy diluido Francisco De Narváez iniciaba
conversaciones para crear comisiones
parlamentarias de investigación que luego de la contienda electoral se
perdieron en el olvido.
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Desperonizando al
enemigo
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Cualquier intento, por loable que sea, si elude el espacio
natural de la Justicia para resolver causas de corrupción puede hacernos
retroceder a los oscuros días de 1955 cuando el golpe militar que derrocó a Perón
inició una de las cacerías ideológicas más implacables de la historia argentina
del siglo pasado. Uno de esas herramientas
persecutorias fueron las comisiones especiales que intentaron en vano
demostrar una supuesta avalancha de delitos cometidos desde el poder y que en
realidad se instrumentaron para justificar la “limpieza
política” de cuantos habían adherido al peronismo, lo que afectó la
reputación y el empleo de los denunciados además de profundizar las divisiones
dentro del cuerpo social.
Tampoco puede obviarse el accionar de las 52 comisiones que
funcionaron bajo la denominación de CONAREPA (Comisión
Nacional de Recuperación Patrimonial) creada por la Junta Militar de 1976. Encargado
de revelar la adquisición ilegítima de bienes por parte de los funcionarios
salientes, el organismo ilegal tuvo su fracaso más rotundo cuando debió
absolver, días después de su fallecimiento, al ex presidente Cámpora.
Para 2015 falta más de un año. Los vientos de victoria o el
denuncismo mediático no deberían posicionar a los opositores en posturas
revanchistas que alejan a los argentinos del necesario espíritu de unidad. En
estos días se vieron hechos y declaraciones nobles como respuesta al exceso
jurídico de la corte norteamericana y la sociedad sabe dar cuenta de los buenos
gestos a la hora de votar.