Los niños del Sur
Por Daniel Guillermo Gutman
La aparición de
Leonardo Favio como director en 1965 representa una punto de quiebre en la
cinematografía argentina. El movimiento renovador de comienzos de la década padecía
de cierta inercia creativa que sumado a los consuetudinarios obstáculos
financieros daba como resultado la producción de films de variada y dudosa
calidad. Para colmo la censura siempre estaba al acecho y podía hacer naufragar
cualquier intención de un cine más comprometido con la temática política y
social.
María Vaner, su primera esposa. Foto publicada en 100 años de cine. |
La identidad
peronista y popular de Favio no es un dato menor a la hora de adentrarse en su
obra. Hoy queda muy clara su actitud, aunque por aquellos tiempos la filiación
política en cualquier actividad artística era un auténtico tabú, dadas las
negativas consecuencias que tal postura podía acarrear. Favio jamás dará la
espalda a ese sentido popular en cada una de sus películas y Crónica de un niño solo es el primer
ejemplo en este sentido.
Cuando Crónica... obtiene el premio de la
crítica en el VII Festival de Mar del Plata aparece a los ojos del gran público
un nuevo talento de la realización cinematográfica. Detrás de esta consagración
existía un actor reconocido, protagonista de varias películas dirigidas por
realizadores destacados del ámbito argentino. Uno de ellos, Leopoldo Torre Nilsson (Babsy) fue el gran batallador de la causa favista. Lo ponderó hasta el
cansancio y no se detuvo hasta que el joven cineasta obtuviera un crédito del
Instituto Nacional de Cine. También supervisó Crónica... y Favio se lo agradece en la dedicatoria de apertura del
film. Sin duda Favio debe mucho a Babsy, no sólo en el terreno de los apoyos
que le fue brindando sino también como fuente inspiradora. “Yo lo amaba como un
padre”, recordó Favio poco después de la muerte de Nilsson, “fue lo más lindo
que me sucedió en la vida”.
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Escaparle a la realidad
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En su momento se
habló hasta el cansancio de las influencias externas de Favio, de cierta
intención plagista e incluso del factor suerte para explicar la eficacia
argumental y estética de su obra iniciática.
Según el propio
Favio, Robert Bresson es un referente ineludible. De la misma manera puede
mencionarse al neorrealismo italiano o el surrealismo de Buñuel. Pero
puntualmente, Crónica... establece relaciones
directas con Los 400 golpes de
Truffaut y, por supuesto, la Nueva Ola francesa, deudora a su vez de las
influencias mencionadas con anterioridad.
Dirigiendo a Monzón. El boxeador de traje en Soñar, Soñar. Foto Revista Antena. |
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La coartada de la infancia
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La misma obsesión
por escapar de esos espacios pero, en el caso de Crónica... agravado por las condiciones socioeconómicas del país.
El reformatorio es nada más que una cárcel de menores –no hay bellas psicólogas
como en 400 golpes- y el hogar es una casilla de lata en medio de la villa
miseria.
Afiche de Juan Moreira , estreno 24/5/73 |
En estos trazos de
la realidad Favio va a fondo, con un gran manejo de la estética vanguardista
–en términos de la NO- pero a diferencia del director francés y los
neorrealistas italianos construye una puesta en escena muy cuidada, con la
salvedad de que la puesta no embellece la existencia miserable sino que la refleja con gran verismo, sin
anestesia ni retórica. Este grado de penetración realista de Favio agudiza la
percepción del dolor del chico. El drama de Piantadino transcurre al borde del
abismo, y si bien el final es abierto, nadie puede imaginarse un porvenir
venturoso para ese niño. Pero Favio quiere mostrar algo más: Piantadino es un
símbolo del sometimiento que padecen cientos de miles de argentinos. La
problemática de Piantadino no puede reducirse a la niñez. Abarca la injusticia
social, el atropello de las instituciones sobre los desprotegidos, la falta de
oportunidades y aún la perversión y bajeza de quienes deambulan por la
marginilidad.
Afiche de Soñar, Soñar (1976) |
La ventaja de
Favio con respecto a Truffaut en cuanto a la profundidad lograda viene de la mano
de su experiencia personal. Si bien Favio se cansó de negar que Crónica... fuese una realización
autobiográfica, hay un conocimiento acabado de la problemática social gracias a
las vivencias del autor que incluyen algún antecedente delictivo. “Me puse detrás
de las cámaras para no verme detrás de las rejas”, ironizó Favio durante una
entrevista publicada en Clarín, en 1988.
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Talento elaborado
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Escena de Gatica, el mono (1993) |
En la villa
miseria los espacios son más fragmentados, con algunos planos inclinados y
contrapicados que aumentan el sentimiento desesperanzador del personaje.
Tampoco faltan los extensos travellings acompañando la fuga de Piantadino, en
un paralelismo exacto con la del chico de Truffaut en su huida hacia la playa,
ni los planos-secuencia tan caros al sentimiento de los directores rupturistas.
Otro tanto puede
decirse del valor que adquieren los objetos dentro de esa nueva mirada que
trajo el cine sesentista. El reloj es un buen ejemplo del uso metafórico de los
objetos. Encuadrado en primer plano dentro del reformatorio, el infame aparato
marca implacable las horas, la rutina, el sometimiento, el límite, la rigidez,
el control y toda la cadena de asociaciones negativas que puedan emanar de él.
No cabe duda de la
proximidad de Favio con el movimiento francés y su antepasado neorrealista.
Pero además en Favio pueden encontrarse el retrato vivo de la parte más frágil
de la sociedad local y una influencia estética determinante: la de Torre
Nilsson.
A partir de esta
conjunción surge un autor de enorme originalidad, capaz de construir espejos
donde más de un argentino puede mirarse y sentirse identificado. O, por lo
menos golpeado. La indiferencia no tiene cabida frente a Crónica
de un niño solo.