La
penumbra informativa
Por Daniel Guillermo Gutma
Agosto 2004
Índice
Introducción.
Mitos y pecados en el periodismo de
transición.....pág. 3
1.
En
el principio era la
mentira.........................................................pág. 9
2.
Objetividad,
el grito sagrado..........................................................pág.
24
3. La opinión de los que
publican.......................................................pág. 40
4. Empleados del
poder......................................................................pág.
57
5. La fábrica de distorsiones...............................................................pág.
82
6. Bajo la ley de los
multi-miedos.......................................................pág. 102
7. Viejos y nuevos
periodismos..........................................................pág. 125
8. Salven al
periodismo......................................................................pág.
149
Anexo
I. Entrevistas-Conferencias....................................................pág.
175
Anexo II. Principios éticos y deontológicas.......................................pág.
223
Anexo III.
Estadísticas-Cuadros.........................................................pág.
233
La
penumbra informativa
Mitos
y pecados en el periodismo de transición
La carga parece demasiado
pesada. El periodismo debe cumplir con un sinnúmero de requisitos para que el
público pueda convalidar la existencia de empresas productoras de información.
¿Debe atender el periodismo semejante demanda? Sí, porque el imaginario social
percibe una brecha creciente entre ese modelo y las expresiones cotidianas que
emiten las empresas de comunicación. Ese ejercicio espontáneo, exacerbado por
la sofocación informativa, permitió el desarrollo de una audiencia crítica,
deseosa de un periodismo auténtico. Un periodismo que responda por un lado a
parámetros de ética y calidad y por otro que sea capaz de dar cuenta de esa
demanda y avanzar en una línea de sinceramiento frente a sus lectores.
Lectores. Porque el diario es ¿será? la madre del periodismo. Sin diarios,
impresos o digitalizados, sólo es posible imaginar un caos informativo donde la Torre de Babel profetizada
por analistas de la
Comunicación se materializaría rápidamente.
Pero allí están los
diarios, para contener el desorden y desde los diarios deberían partir
iniciativas audaces para recomponer la relación con el público. Una relación
más realista y razonable, caracterizada por la transparencia del espacio de
producción de las noticias que permita visualizar las rutinas periodísticas y
haga más comprensible el producto final.
Esta demanda de
claridad es de particular importancia en lo relativo a información política y
económica por el efecto que tiene en la vida de la nación, en la
perfectibilidad de la democracia y en la difusión de la cultura. Sin democracia
no habría lugar a discusión.
Pero en democracia los
actores principales saben jugar y apuestan fuerte. A nadie escapa a esta altura
la intensidad y el grado de presión a la que se ven sometidos los medios que,
jaqueados por la escasez de recursos, intentan mantener el precario equilibrio
entre los intereses comerciales y la credibilidad. Y con la credibilidad no
puede haber medias tintas ni soluciones parciales.
Los últimos años
muestran como la sociedad del espectáculo con la información engendró dragones
comunicacionales, llamados multimedios, con una inclinación favorable hacia el
show, y lo peor es que esta tendencia no se reduce al periodismo televisivo
sino que avanza en dirección a la gráfica, que en su afán competidor con los
medios audiovisuales está dejando jirones de su identidad y sentido.
Al tironeo comercial y
la necesidad de supervivencia se suman anteriores patologías que no terminan de
asumirse como tales y mantienen una patética actualidad. Por ejemplo, la
idolatría de la objetividad, esa diosa que no termina de manifestarse y sin
embargo conserva sus altares, algo mancillados, pero vigentes en numerosas
redacciones. O la invocación de una opinión pública –objeto renuente a
definición- a la que se dice servir y diera la impresión que se la burla cuando
se diseña una agenda, muchas veces, tan distante de los supuestos destinatarios
que hacen irreconocible el mensaje. O en sentido inverso la obviedad de sus
ediciones que convierten a los medios en simples hacedores de folletos de
agencia o newsletters de grupos de
interés.
En este sentido la Comunicación
Institucional exhibe importantes avances y se maneja con
buena cintura en el mundo mediático ante la perplejidad, el desinterés o la
conveniencia de la estructura periodística.
Las grandes empresas amplían sus áreas de comunicación, capitalizando
recursos de la Universidad,
con ventaja sobre los responsables de los medios que, por ahora, se atreven
sólo a reclutar mano de obra calificada a precio conveniente.
Desde los círculos
políticos se establecen relaciones con el periodismo un tanto carnales,
oscilando entre la maternidad y el adulterio según de donde soplen los vientos
del poder. Las redacciones son vistas como aliadas o enemigas, circulan rumores
sobre operaciones de prensa, periodistas que perciben segundos sueldos, listas
con nombres de favorecidos por los servicios. Crece la sospecha y la corrupción
se mete en el ámbito informativo y se sigue barriendo bajo la alfombra,
mientras la sociedad registra la escena y va dando la espalda a quienes se
encargan de informarla.
La llamada Teoría de la Comunicación sigue
rascando en la superficie, con varios estudios interesantes sobre los espacios
de producción noticiosa pero casi resignados a toparse con obstáculos
insalvables a la hora de comprender el fenómeno. Ya desde los primeros estudios
del newsmaking se reconocía esta
dificultad por la preponderancia de las relaciones informales dentro de la
redacción y los criterios de selección de las noticias, expuestos a cambios
constantes. Quizás los aportes más lúcidos sobre el tema provienen del análisis
de las distorsiones de los valores noticia, otro ítem en crisis, digno de
debatirse con energía en el ámbito académico ya que están sufriendo
transformaciones de peso y no pueden pasarse por alto.
Sea como fuere, el
discurso periodístico no puede seguir navegando en la paradoja de exigir a las
instituciones un grado creciente de transparencia y persistir en el juego de
las escondidas. La hipocresía o el cinismo no son buenos consejeros.
Hubo movimientos en
orden a satisfacer el deseo de una proximidad con el público. En los años 90 el
periodismo cívico irrumpió con fuerza
en los Estados Unidos bajo el paraguas protector de grandes diarios y en la Argentina tuvo su
réplica modesta dentro de las organizaciones no gubernamentales. También
aparecieron más defensores del lector, el correo electrónico abrió una nueva
vía de comunicación con los periodistas, las radios dieron más cabida a los
llamados de oyentes.
En Europa siguen en
marcha las experiencias que permiten despejar el acceso de los periodistas a la
información pública y desarmar la trama secreta de las relaciones entre el
poder y el periodismo.
Mientras tanto en
Internet aparecieron propuestas alternativas, en continuo crecimiento, como los
portales para periodistas, agencias de noticias en línea, weblogs y sitios especializados que compiten con los diarios
tradicionales los que, lamentablemente, repiten en línea los vicios de la
edición impresa. Y la credibilidad sigue en baja.
Transparentar es un
buen remedio. Habrá que pensar de qué manera. Pero con la certeza de que
cualquier intento es válido para atenuar el descenso en la confianza y la
mirada incrédula del público.
El reclamo de
transparencia puede sonar a ingenuo dentro de los oídos de quienes comandan la
actividad periodística. Quizás ya no crean o desistieron del rol mediador del
periodismo y forman parte del poder o la resignación.
Este trabajo sólo
pretende enumerar algunos aspectos que opacan la profesión y favorecen el
status imperante como si se tratara de obstáculos para cualquier intento
superador.
Hablar de
transparencia es caminar en esa dirección, es acercarse un poco más al océano
inconmensurable de la verdad.
Descorrer unos
centímetros el telón de fondo no implica quedar desguarnecido frente a
competidores o adversarios es consolidar las funciones esenciales del
periodismo. En definitiva se trata de transparentar, de aclarar dudas y
eliminar sospechas.
Por cierto cabe
destacar la naturaleza del trabajo periodístico. Es claro que el vértigo
informativo deja poco espacio para la reflexión o la autocrítica lo cual
constituye un atenuante pero de ninguna manera un justicativo para no modificar
errores acumulados.
1. En el principio
era la mentira
La mentira es una
vieja compañera del periodismo. Lo acompañó y acompañará mientras exista. Es el
lado oscuro por excelencia de la profesión y cobra formas diversas. A veces se
presenta con apariencia burda, simple macaneo, otras es sutil y se camufla bajo
el ropaje de la verosimilitud como pueden ser las consuetudinarias operaciones
de prensa. También hay una mentira –la más extendida- que omite, una enorme
bolsa de material descartable que por motivos diversos no formó parte de la
información publicada. No se trata del buen ejercicio profesional
(responsabilidad social, resguardo de la intimidad, etc) sino de la mordaza
interna que impone silencio por el riesgo de rozar intereses conectados con el
medio, por falta de idoneidad, por una visión distorsionada del valor
informativo, por escasez de recursos humanos, distancia con los temas de la
agenda pública, entre muchos otros.
Pero la inclinación
omitiva de los medios es parte de su opacidad, lo que forma parte del
desarrollo del presente trabajo y se abordará más adelante.
La mentira absoluta y
maléfica es a la vez excitante, porque de resultar descubierta, se convierte en
una oportunidad para el público de asomarse a la entretela informativa y
conocer alguna de sus prácticas.
Sin duda el caso por
excelencia, no sólo de nuestros días sino proyectado hacia la historia del
periodismo, es la bomba fraudulenta que explotó en el New York Times (NYT),
otrora sinónimo de garantía de calidad.
Para el periodismo
vernáculo no deja de ser un hecho semidulce, casi impensado de hallar en
tierras del superdesarrollo. Aunque si se usaran los espejos o las cámaras
ocultas podrían verse las mismas mañas de este lado del mostrador, con el
agravante de que el periodismo local prefiere tapar antes que exponer la
interminable ristra de pecados que acompañan a la burda mentira.
Cuando
se descubrió que Jayson Blair, 27 años, periodista estrella del NYT, había
plagiado partes de una nota sobre la familia de un soldado norteamericano
desaparecido en la guerra de Irak y la credibilidad del diario se hizo pedazos,
las autoridades debieron apelar a lo que finalmente es la mejor herramienta: la
honestidad (2003) (1).
Primero
forzó la renuncia de tan creativo informador, luego pidió perdón a sus lectores
y finalmente destinó a cinco de sus periodistas y varios investigadores a
recorrer la tarea de Blair desde 2002 hasta el período de la guerra de Irak. La
investigación, publicada por el diario norteamericano en su página de Internet,
detectó falsificaciones y plagios en 36 de los 73 artículos después de realizar
más de 150 entrevistas con personas citadas por Blair. Hubo además consultas a periodistas que
compartieron coberturas con él, se reunieron documentos de redactores y
editores del diario, detalles sobre gastos telefónicos en viajes, correos
electrónicos e informes sobre gastos varios del periodista en cuestión.
Pero
lo más destacado, a los fines de la transparencia, resulta el justificativo que
ofrece el NYT para explicar porqué tardaron tantos meses en advertir los
engaños del periodista. Allí aparecen argumentos tales como fallas en la
comunicación entre editores, errores de criterio, imprevisión del estilo
irresponsable del periodista y pocos reclamos de los involucrados en las notas.
Frente a tanto mal el remedio no parecía suficiente y meses más tarde fue
descabezada la cúpula del diario –bajo el manto piadoso de la renuncia- ya que
al proseguir las investigaciones hacia atrás, del derrotero de Blair surgió
nueva evidencia sobre problemas en la política informativa, las prácticas de
contratación y la atribución a fuentes no identificadas (2003) (2).
Mientras tanto otros
prominentes diarios norteamericanos como New Republic, Chicago Tribune y Boston
Globe también padecían la inventiva de periodistas. Para colmo, por estos días
–abril 2004- el USA Today, el periódico norteamericano de mayor circulación,
con dos millones de ejemplares diarios, destapó una olla de mentiras elaboradas
a fuego lento durante casi 10 años por Jack Kelly, su corresponsal de lujo,
quien entre otros cuentos de aventuras narró, en carácter de cronista, una
supuesta persecusión del terrorista Bin Laden y el escape de seis refugiados de
la isla de Cuba quienes luego se ahogaron (2004) (2 b). La evidencia del
embuste obligó a la editora general a renunciar
por no haber detectado a tiempo la conducta fraudulenta del periodista.
La
Universidad
de Columbia, dentro del “Proyecto para la Excelencia del Periodismo” no tardó demasiado en ofrecer datos
cuantitativos acerca del estado de ánimo de la población con respecto a los
medios (2004) (3). El informe de 500 páginas titulado “The state of the news
media 2004”
señala una caída en la circulación de los grandes diarios del 11%, desde 1990,
mientras que el rating de los noticieros de TV abierta perdieron el 34% durante
el mismo lapso.
En el caso de los
grandes diarios la causa principal del descenso sería la pérdida de
credibilidad y no la competencia con nuevas tecnologías como algunos
especialistas venían sugiriendo. Un dato interesante que se extrae del estudio
de la universidad norteamericana es la clara percepción del público encuestado
sobre la naturaleza penumbrosa de los periodistas quienes, según el 67% de los
encuestados, “hacen todo lo posible para ocultar sus errores”.
Los problemas de
credibilidad se agudizan. Lo que hace un lustro era un debate entre
especialistas, originado en una serie de accidentes propios del oficio, se
convirtió en crisis. En 1998, la American Society of Newspaper Editors (ASNE),
alertaba acerca del clima de escepticismo que imperaba entre el público frente
a la inexactitud de las noticias, después de encuestar a 3000 adultos en un
estudio que demoró tres años en su elaboración (1998) (4). En aquel entonces
existían dudas en cuanto a la índole de la desconfianza pública, como si se
tratase de un fenómeno puntual, exacerbado por el sensacionalismo, errores
ortográficos, desconexión con los lectores o prejuicios presentes en los
periodistas.
En tanto, entre displicente
y socarrón, el diario Clarín expresa desde su particular columna Del editor al lector la complacencia con
los datos que arrimó, casualmente, una consultora local mostrando la confianza
del público argentino en sus medios de prensa (2004) (8). Confianza que
alcanzaría al 50% de los encuestados, una medida que no da para festejos si
tenemos en cuenta que la credibilidad de un diario es su patrimonio primordial,
o sea que la mitad de ese patrimonio está comprometido.
En lo que a fraudes se
refiere, no puede pasarse por alto el capítulo argentino sobre la guerra de
Irak protagonizado por la revista TXT y su corresponsal, el periodista
argentino Jorge Zicolillo (2003) (9). La editora María O Donnell demandó a
Zicolillo por tentativa de fraude después de verificar que el periodista no
había estado en los lugares de referencia de sus coberturas. Para los editores
de la revista las alarmas comenzaron a funcionar a partir del seguimiento de la
competencia, en este caso Clarín que insistía en afirmar que era el único medio
nacional en Bagdad.
Más tarde el
periodista ensayó una defensa desde las páginas del mismo matutino, alegando la
raíz gremial del problema porque la editorial le reclamaba una tarea mucho más
amplia de la que él había acordado.
Está a la vista: hay
mucha mentira dando vuelta por el mundo. Pero la buena noticia es que sale a la
luz. La mala es que no se ponga mayor esmero en la crítica de los medios sobre
sí mismos, sin aguardar por el escándalo y en vez de padecer en silencio sus
malas prácticas y errores podría fortalecerse bajo la sólidez del autocontrol y
la transparencia, abriendo al ojo del público los mecanismos de obtención y
difusión de noticias.
Este esfuerzo
autocrítico constituye un imperativo ético ya que la difusión de la verdad –toda
la verdad- es un bien social. Lo contrario, llámese ocultamiento o deformación
significan un claro perjuicio para la sociedad (2003) (10).
“Si el pueblo espera
que se le digan verdades y acusa cuando no le llegan o le llegan de mala manera
es porque cree que la verdad existe y que alguien puede conocerla y comunicarla
con fidelidad” (11).
A veces nos
enfrentamos a fuertes discusiones acerca de la Verdad. Es
incuestionable su sentido filosófico, pero para evitar tamaño despropósito
–debido a la ignorancia de quien escribe en la materia- podríamos resumir la
cuestión a una simple dicotomía: la verdad para un periodista equivale a no
mentir (en los términos expuestos con anterioridad, con el más amplio sentido).
De este modo puede evitarse cualquier tentación de debate metafísico y partir
de un principio elemental: negar la mentira.
La democracia no puede
vivir sin la verdad o no-mentira, y el oxígeno de una democracia es la
circulación de la información. Entonces, si la información que circula es
verdadera, la democracia respirará aire puro con los consiguientes beneficios
para la ciudadanía.
Otro inconveniente,
después de saltar con brutalismo el meollo filosófico, es la presencia
inevitable de ideologías. Bajo el imperio de la transparencia la ideología de
la que se reviste un medio sería un factor mas a tener en consideración pero
dentro de un escenario opaco adquiere otras connotaciones.
La
Europa
anterior a la caída del muro de Berlín (1989) es un escenario propicio para
identificar el componente ideológico como elemento distorsionador. Si bien por
aquellos tiempos las ideologías tenían rostros más definidos que las difusas
máscaras de la actualidad, el hecho de ubicarnos en el anochecer de la Guerra Fría sirve a
los fines ilustrativos y orientativos para reconocer las nuevas y viejas formas
que adquiere las ideologías dentro del ámbito periodístico.
El periodista francés
Jean François Revel destaca esta presencia en su libro El conocimiento inútil, donde plantea la falta de honradez
intelectual de las derechas hasta 1945 y de las izquierdas desde ese entonces.
El autor apunta contra la cuádruple función de la ideología: 1) instrumento de
poder, 2) mecanismo de defensa contra la información 3) pretexto para minimizar
los valores morales y 4) se sustrae de la experiencia, el criterio de acierto o
fracaso está supeditado al refuerzo ideológico (Revel; 1989) (12).
El periodista francés
ensaya una definición de ideología, siempre considerada dentro del espacio de
la producción de noticias, a la que achaca su condición de exculpadora de
aberraciones éticas, como si fuese una llave para abrir las puertas de la
impunidad profesional (13). Frente a la pregunta ¿qué es una ideología? Revel
la define como una triple dispensa: la primera es intelectual y permite
seleccionar e incluso inventar los hechos que son coherentes con los ideales
que se propugnan y, por otro lado, sirven para ocultar, omitir o negar los
hechos que la contradicen; la segunda es la dispensa práctica que elimina
cualquier intento de refutación, las explicaciones son muchas veces simples
eslogan sin discusión posible, las cosas son así como se enuncian aunque se den
de patadas con la realidad; la tercera dispensa es de índole moral y pone la
ideología por encima de las nociones del bien y del mal como fuente de la
verdad.
Desde ya, frente a
tales prácticas, son muchas las organizaciones y las personas que se ven
afectadas y piden permiso para cuestionar la veracidad de las noticias
difundidas. La respuesta frente a semejante atrevimiento es la reacción
corporativa que advierte sobre los supuestos riesgos a la libertad de
expresión, al derecho a la información y otros derechos agraviados por alguna
voz irresponsable que se atrevió a cuestionar o tan sólo a dudar de determinada
información (13).
Si regresamos a
nuestros pagos por un momento, tenemos un ejemplo al alcance de la mano en el
cruce de opiniones entre el ministro de Economía, Roberto Lavagna y el
periodista multimedio Marcelo Bonelli, del grupo Clarín (ver diarios
nacionales, semana del 11 al 18 de abril de 2004). La controversia desató la
furia gremial de la
Asociación de Entidades Periodísticas (ADEPA) y fue elevada
al pedestal de los editoriales matutinos en nombre de la libertad de prensa. No
hubo espacio para el debate. La oportunidad de ir al fondo de la cuestión se
diluyó rápidamente entre los gritos histéricos de los campeones de la libertad.
Nuevamente el mensaje hacia la sociedad fue el de inmunidad absoluta, libre de
normas éticas o técnicas, cancelando cualquier discusión crítica.
Retomando el texto de
Revel, éste se interroga sobre las pretensiones de los periodistas de estar sometidos sólo a normas
que emanen de su conciencia y en cambio exigen todo clase de controles a los
responsables de la política, los negocios, sindicalistas, funcionarios,
policías, etc. (14). Tal pretensión deviene en un acto de hipocresía, donde la
crítica es una virtud para todos los actores sociales excepto para el
periodismo, único grupo exento de rendirle cuentas a la sociedad a la que dice
servir. El periodista puede equivocarse, nadie puede señalar el error. El error
goza entonces de buena salud. Si no hay control de calidad, no hay error y el
error persiste.
No se discute aquí el
derecho a equivocarse que tiene un periodista, pero el error es admisible
dentro de un marco de transparencia, cuando queda claro que el periodista hizo
todo lo que estaba a su alcance para satisfacer las exigencias de la verdad, es
decir exponer todo cuanto sabía sin inventar ni omitir los hechos que no pudieron
conocerse. Esto no implica desconocer los límites que existen para arribar a
una información exhaustiva, pero los estudios sobre medios de comunicación
enseñan que la mayor parte de los errores y omisiones son voluntarios mientras
que una fracción menor corresponde a la falta de idoneidad (15).
Para Revel el
arrepentimiento no es un rasgo característico de la prensa(16), aunque el siglo
XXI está dando muestras abundantes de solicitudes públicas de perdón. Para
ejemplificar cabe recordar el caso citado de fraude en el NYT y lo mismo
aconteció con la revista TXT. De todos modos, si fuera por la cantidad de
errores cometidos quizás habría que imprimir un diario paralelo con las excusas
por mala praxis; Internet es una buena alternativa para intentar la absolución
pública.
Otro camino es la
autocrítica, muy poco frecuentada por los medios locales, salvo honrosas
excepciones, y en todo caso se trata de autocríticas blandas (intromisión en la vida privada, imágenes inconvenientes,
difusión de noticias negativas, entre otras) que no se refieren a la verdad o
falsedad de la información o al conocimiento del mundo que nos ofrecen
(17).
La inmunidad
periodística que cobija la mentira también aporta su cuota de tragedia. Ante la
ausencia de una práctica transparentista, la mentira se convierte en rutina y
puede llevar a la muerte. El corresponsal del canal británico Sky News encontró
en el suicidio la única alternativa al desempleo que le sobrevino después de
ser obligado a renunciar por haber falseado una nota en vivo. Simulando
transmitir desde un submarino nuclear inglés, el periodista relataba las
incidencias de un disparo de misil crucero bajo las aguas del Golfo Pérsico en
plena zona de guerra (18).
La contracara es el
inminente lanzamiento del libro de Jayson Blair, el gran fabulador del New York
Times, quien cobrará medio millón de dólares por contar su historia de la
guerra de Irak, como si certificara la célebre frase “La primera de todas las
fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”.
Referencias
del capítulo 1.
(1) Susana Reinoso,
“Un periodista de The New Times plagiaba sus artículos”, Diario La Nación, Cultura, Bs.As.
11/05/2003.
(2) Alberto
Armendáriz, “Por un escándalo se van los directores de The New York Times”,
Diario La Nación,
Cultura, Bs.As., 06/06/2003.
(2b) Jacques
Steinberg, ”Renunció la responsable del USA Today por el fraude de un
periodista, Diario Clarín, Bs. As, 22/04/2004.
(3) Ernesto Carmona,
“El negocio mediático está en decadencia en Estados Unidos”, www.argenpress.info, Bs.As., 2004
(4) Juana Libedinsky,
“En EE.UU. se debate la credibilidad”, Diario La Nación, Cultura, Bs.As.,
26/12/1998.
(5) ”Desciende la
imagen de los medios en la opinión pública”, Cultura, Diario La Nación,Bs. As, 2002.
(6) Susana Mitchell, ¿Qué es el Periodismo?
Bs.As.,Educa,2003, p.78-82
(7) ”Debilidades
éticas del periodismo”,Opinión, Diario La Nación, Bs.As, 11/04/2004
(8) Ricardo Kirschbaum, “Ángeles y demonios en el
periodismo”, Del editor al lector, Diario Clarín, Bs.As., 14/04/2004.
(9) ”La revista TXT
demanda a su corresponsal en Bagdad porque nunca estuvo allí”,www.saladeprensa.org, archivos, abril 2003.
(10) Roberto Aras.
“Fundamentos para una ética de la transparencia periodística”, Instituto de
Comunicación Social-UCA, Boletín nº 5, pág 54-57, Bs.As. 2003.
(11) Citado en
Id.pág.55
(12) Jean François
Revel, El conocimiento inútil,
Barcelona, Editorial Planeta,1989, p.200-201
(13)
Id. pág. 144.
(14) Id. pág. 222.
(15)
Id. pág. 216
(16) Id. pág.236
(17) Id. pág. 236-237
(18) ”Se suicidió un
periodista que inventó una nota sobre Irak”, El Mundo, Diario Clarín, Bs.As.,
7/10/2003.
2. Objetividad, el
grito sagrado
Para la inmensa
mayoría de los periodistas la objetividad no es posible, no existe, sin embargo
sigue siendo tema de discusión y más aún revoletea por las redacciones como un
ave vigilante a modo de norma inviolable del buen periodismo. Casi todos la
niegan pero de repente asoma su inmensa cabeza y profiere el grito sagrado
desde el fondo de los tiempos para advertir sobre los riesgos de vulnerar la
regla. Es una clásula no escrita, aporta a la confusión y a veces al temor ya
que sus alcances son de una imprecisión manifiesta. Pero allí permanece, y como
por arte de magia siempre emerge algún representante indignado que como el ave
vigilante increpa a quienes transgreden la norma.
En el siguiente caso
el reclamo trascendió el perímetro de la redacción. La Asociación de Entidades
Periodísticas de la
Argentina (ADEPA) representó al pájaro indignado cuando en
agosto de 2003, en medio de la campaña impugnadora a la postulación de Eugenio
Zaffaroni como juez de la
Corte Suprema de Justicia, puso el grito en el cielo porque el
jurista habría evidenciado su pensamiento contrario a la libertad de prensa
(2003) (1). La prueba irrefutable: “En
busca de las penas perdidas”, un texto de Zaffaroni, publicado en 1998.
De acuerdo con el
análisis de ADEPA, el doctor Zaffaroni, entre otros conceptos, considera que
“los medios de prensa están sujetos a los intereses de diversos factores de
poder y grupos de presión....(...)....la tecnología de la manipulación es cada
día mayor y que los medios no se limitan a proporcionar una falsa imagen de la
realidad sino a producir la realidad”. Los analistas de ADEPA, a medida que
profundizan en la textualidad herética del postulante a juez supremo
concluyeron que “ello echa por la borda el principio sostenido desde ADEPA en
orden a que los medios de prensa son espejos que tratan de reflejar una
realidad para que ésta llegue a conocimiento de la sociedad sin tergiversar su
contenido” Pero la gota que hizo rebalsar el vaso de la libertad fue la
propuesta del abogado en favor de introducir “mecanismos de censura” para
remediar los males de la prensa, lo que desató el pronunciamiento de la entidad
y la entrega del documento condenatorio en manos del ministro de Justicia,
Gustavo Béliz, y de los senadores nacionales.
El pronunciamiento
–vocablo de fuerte connotación histórica: Urquiza, Caseros (1852)- podría
tildarse de anecdótico e intrascendente si no se tratara de la institución que agrupa a los
diarios más importantes del país. Dejando a Zaffaroni al cuidado de especialistas
en Derecho y poniendo el ojo en el texto del pronunciamiento cabe preguntarse
si, efectivamente, los integrantes de la organización rectora de la prensa
escrita argentina piensan que el periodismo es el espejo de la realidad. De ser
así, estamos frente a un serio problema. Quedaría demostrado, entre otras
inconveniencias, que los dueños de los diarios hace 40 años no leen las
distintas teorías que iluminaron la función de los medios y ni siquiera
curiosearon entre líneas la infinidad de artículos periodísticos publicados en
los diarios del mundo y aun de la
Argentina.
“Hay allí una
generación del Parque Jurásico, están congelados, les parece que decir otra
cosa es una herejía y no han leído las nuevas tendencias del periodismo”,
golpea Carlos Álvarez Teijeiro, profesor de Ética en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Austral
(2). Según el académico “la idea positivista de la objetividad es inaplicable e
indeseable, en algunas cosas hay que jugarse un poco más, prefiero una
interpretación honesta. Lo que cabe es un análisis de la realidad y no la
metáfora del espejo, en todo caso, haría falta un juego de espejos para ver
toda la realidad.”
Desde la óptica
filosófica pero tirando el ancla en suelo periodístico, otro profesor, Roberto
Aras (Ética y Deontología Periodística -ICOS/UCA), describe la acción
comunicativa como un proceso que nace de en medio de prensa donde un periodista
transmite mediante un producto informativo una determinada visión de la
realidad, la que finalmente se deposita en el ciudadano (2003) (3). En la
medida en que el ciudadano es receptivo a esta transmisión estaría aceptando la
óptica del periodista y por lo tanto la visión de la realidad de éste y del
medio transmisor. Este proceso tendrá la impronta del órgano de prensa y
llevará toda la carga de debilidades como la manipulación o el ocultamiento.
Para conseguir un equilibrio debería llevar también la fortaleza de la
transparencia que, para el autor, equivale a la autocrítica o la pureza
informativa. Es decir, dar cuenta del ciclo de subjetividades que conforman la
noticia que se puso en manos del público.
La sociología tuvo un
aporte categórico sobre la objetividad periodística hacia 1978, cuando la
investigadora norteamericana Gaye Tuchman habló de la construcción social de la realidad, luego de asistir a las
redacciones y entrevistar periodistas por espacio de 10 años (Tuchman; 1978)
(4).
Sostiene la sociológa
que el acto de producir las noticias es el acto de construir la realidad misma
más que representar o reproducir una imagen de la realidad. Además, asegura que
las noticias son un aliado de instituciones legitimadas que a su vez legitiman
el statu quo.
Tuchman concluye que
“a través de las rutinas de trabajo y la pretensión de los periodistas de
arbitrar el conocimiento y presentar relatos de hechos, las noticias legitiman
el statu quo.” Además los trabajos de Tuchman muestran que los rituales de
objetividad generan sesgos en la información aunque pretendan lograr lo
contrario. Así, por ejemplo, cuando citan los testimonios de los líderes de un
movimiento controvertido o poco difundido, esos testimonios se acompañan por
los de otras autoridades para equilibrar el relato. Suelen sacar de contexto
las citas y las contrastan con puntos de vista más tradicionales de amplia
aceptación.
Un pensamiento similar
refleja Gabriel Galdón López, director del departamento de Periodismo de la Facultad de Humanidades
de la Universidad
de San Pablo, Madrid (2000) (5). Este profesor español barre de cuajo con
cualquier matiz objetivista, al que describe como un postulado falso, una
supuesta neutralidad informativa que se asumió en forma acrítica por
profesores, empresarios y periodistas. ”No existe en absoluto una noticia
puramente objetiva. La noticia está siempre interpretada, aun cuando sólo sea
por lo que omite. Ello significa que la técnica de la información sin la ética
de la información es inhumana (6).” Para Galdón López es menester liberar al
periodismo de la falacia objetivista ya que se trata de una costumbre y no de
un principio ni de una norma valedera. Es más bien una herramienta eficaz para
servir a los intereses y necesidades de los propietarios de la prensa y no la
de los periodistas ni mucho menos la del público. Lo peor, en la visión del
catedrático católico, es que la objetividad fue y es utilizada, con buenas o
malas intenciones, por dueños de medios y periodistas individuales y lo
hicieron por encima de sus convicciones cristianas, anteponiendo la diosa
Objetividad al mismo Cristo (7).
También desde la Semiótica pueden aportarse
ejemplos que dan por tierra con el afán objetivista y permiten comprender el
fenómeno informativo desde el plano del sujeto, de su intervención a lo largo
de todo el proceso de construcción de la noticia.
En principio hay que
identificar dos planos (González Requena; 1989) (8). El primero es el de los
hechos, lo que sucede, lo que es en estado puro, carente de formas,
inaprensible y aleatorio, es el plano de lo real. El segundo plano resulta del
procesamiento del primero, es previsible e intelegible, está dotado de una
determinada forma, es el plano de la realidad.
En este esquema la
realidad es una construcción que toma algunos hechos, les da forma mediante el
lenguaje y los transmite. Allí aparece la mano industriosa de los medios que se
ocupan de construir la realidad, que son todos las noticias que serán
comunicadas a la sociedad y circularán a través de ella.
Queda claro que sin la
intervención subjetiva del hombre no
puede haber comunicación de los hechos, los hechos no pueden transmitirse en forma
mecánica o automática, sólo una máquina podría hacerlo. El hombre modela y se
incorpora a este discurso llamado noticia. Es decir una vez que se decidió qué
aspecto de lo real se convertirá en noticia desaparece toda posible objetividad
porque se inició el proceso de construcción de la noticia y éste contiene dos
aspectos absolutamente subjetivos como son la interpretación y la
materialización del discurso.
El periodista
interpreta la significación del hecho, le da una estructura narrativa y
establece un significado según su posible grado de interés para el público y si
es pasible de convertirse en noticia (condicionamientos políticos, elementos
suficientes, etc).
Después vienen otras
consideraciones como el género discursivo, estilo del medio, política editorial
y la ubicación de la noticia dentro del discurso informativo general. ¿En qué
lugar de este proceso pueden encontrarse los factores objetivos?
El mito de la
objetividad puede sanarse aplicando antiguos criterios pedagógicos que la
prensa posee y debe ponerlos en alto para iluminar la profesión. La simple
consigna de mostrar sin dejarse tentar por la ideología o los prejuicios,
después ofrecer datos, recordar situaciones que colaboren en la
contextualización y por último propiciar el debate como un aporte al pluralismo
democrático (1999) (9). Y para dar el debate se requiere de honestidad, no de
objetividad, a veces hay que dar información que puede ser contraria al
pensamiento del medio periodístico. El periodismo debe inquietar a los lectores
pero también inquietarse así mismo. Salir de una pretendida neutralidad y
compartir con la sociedad los espacios de discusión, poniendo sobre la mesa la
opinión del medio y además vertiendo otras ideas (10).
Un reconocimiento
explícito de la presencia del periodista en el texto informativo es uno de las
virtudes que deben distinguir al profesional según lo plantea Kapuscinski
(2002) (11). Luego de acumular datos el periodista debe incluir su talento
imaginativo, no con una intención ficcional sino para ordenar la información y
darle un sentido a los hechos, es decir la ineludible interpretación de la que
resultará una historia coherente. No alcanza con una investigación profunda, ni
siquiera internarse en la vida de los entrevistados sino que toda labor periodística deberá pasar
por el tamiz de la imaginación. La metáfora del espejo carece de sustento. La
realidad no puede ser reflejada sólo puede ser interpretada ya que únicamente
desde la subjetividad puede el periodista construir la realidad social. En un
proceso donde se conjugan la intuición y la ética, la intencionalidad no es el
problema, sí es un problema pretender que la versión del periodista sea la
verdadera y simular desde el género, el estilo y las fuentes seleccionadas una
objetividad mitológica, incomprensible. Cada periodista reconstruye los hechos
desde su punto de vista particular y la mejor manera de hacer creíble ese
relato es referirse de modo transparente, sin ambigüedad, al método utilizado
para construirlo. Método que debe incluir los criterios de selección de
fuentes, los obstáculos y presiones que limitaron el proceso y aún las
emociones y la pasión del constructor de la noticia, abandonando la distancia
ficticia para asumir su presencia dentro del discurso. Se trata de un hombre
que hace lo que puede y lo hace de esa forma y no de otra; tan simple como
reconocer la índole humana del trabajo informativo. El factor humano y no el
factor objetivo es el que estira los puentes hacia el público y quizás está
faltando calor humano en las redacciones de las que hoy parece soplar un frío
polar que congela a los lectores, ávidos de historias verdaderas y penetrantes,
pertenecientes al corazón y la mente del hombre. Bajo esta mirada, la dicotomía hechos versus
opiniones quedaría subordinada al ejercicio de una honesta subjetividad dentro
de las prácticas de transparencia señaladas en párrafos anteriores.
El periodismo político
es especialmente sensible a la escisión entre géneros informativos y
opinativos, y este tema se conecta con la objetividad y otra vez aparecen las
dudas y las indefiniciones.
Volviendo a
Kapucinski, el ex corresponsal de guerra da cuenta de la existencia de dos
escuelas: la del periodismo anglosajón, que se ve como un poder con capacidad
de juzgar y de ahí la pretensión objetiva en el ejercicio de la profesión, lo
que llevó a establecer dos esferas sin intersecciones (2002) (12). Una de
ellas, la más fría, vehiculizada por la crónica informativa como género y la
otra, más cálida y pasional, configurada en las columnas de opinión o análisis.
En la vereda de enfrente se sitúa la escuela europea que no divide noticia y
comentario; el periodista se da el lujo de opinar, dudar y apasionarse. En
ambas hay riesgos y aciertos pero, para Kapucinski, la objetividad anglosajona
está plagada de grietas que llenan de dudas su práctica efectiva.
Otro periodista
europeo, el francés Revel, advertía sobre la catástrofe sobreviniente para una
sociedad democrática cuando el poder engaña a la opinión pública y el papel
decisivo que debe jugar la prensa para impedir tal acción (Revel; 1989) (13).
La democracia requiere de la concurrencia de todas las opiniones asegurando el
debido pluralismo, pero para poder opinar el ciudadano debe estar informado, es
decir contar con un mínimo de informaciones exactas. Aquí es donde Revel
encuentra un lugar de confusión en las funciones informativas y opinativas del
periodismo y como éstas últimas ocuparon un lugar privilegiado y desplazaron a
las informativas. En la función opinativa debe hacerse el esfuerzo pluralista
mientras que la informativa debe haber verdad o falsedad de los hechos.
Para Revel el ideal de
la prensa es poner el acento en el pluralismo y no en la objetividad aunque
decía que “el tópico de la objetividad imposible no es, a menudo, más que
pereza... o picardía, en todo caso la objetividad no consiste en oponer
opiniones contrarias en el curso de un debate; si ambas opiniones reposan sobre
informaciones falsas, ¿cuál es el interés del debate?”.
El autor francés
lamenta que el pluralismo se practica en la fase inicial, antes de la
información, mediante una insidiosa selección que “cierra el paso, niega,
apunta o amplifica, incluso las inventa, con objeto de adulterar en su fase
embrionaria el proceso de formación de la opinión”.
Si bien estos temas:
periodismo político y opinión pública se desarrollarán en capítulos
posteriores, la noción de objetividad equivalente a pluralismo expresada por
Revel resulta pertinente para incluir dentro del capítulo en curso. Además, los
temas se van entrelazando y la tarea de clasificar según categorías tajantes es
ardua y desconoce la complejidad del proceso.
Algo similar ocurre
con el Columbia Review, publicación ligada a la Universidad de
Columbia, casi un templo sagrado del periodismo norteamericano, cuyo objetivo
es monitorear la actividad profesional.
En un extenso artículo
cruza la objetividad con la dependencia de las fuentes oficiales que, junto a
la manipulación del poder político constituyen serios talones de Aquiles para
la función de los medios.
Es que el ataque a las
torres gemelas de Nueva York, en 2001, (o 11-S) y la posterior escalada
belicista desatada por Bush en busca de los responsables desataron viejos apotegmas del periodismo
norteamericano. Más tarde, las imprecisiones de la Casa Blanca para
justificar la invasión a Irak terminaron por enrarecer la atmósfera
mediática. Y, en gran parte, los baches
en la cobertura de la guerra se relacionarían con la ancestral devoción que los
norteamericanos tienen por la objetividad.
Pero el sentido de la
objetividad es bien diferente del europeo. Es mucho más complicado desentrañar
el misterio ya que los principios objetivistas eran inculcados con energía en
las escuelas de periodismo o cuando el periodista obtenía su primer trabajo. El
periodista bisoño o el estudiante de periodismo aprendieron que el mundo
informativo se rige por dos principios básicos de objetivos, dos “centinelas
mellizos”: la veracidad y el equilibrio y escucharon de boca de sus maestros
que la objetividad es ver “el mundo tal cual es, no como yo deseo que se vea”
(Cunnigham; 2003) (14).
Es claro que se
trataba de una normativa difusa, amplia e incierta -su permanencia en la
historia del periodismo no deja de asombrarnos- y fue recién en 1996 que la Sociedad de Periodistas
Profesionales decidieron cortar por lo sano y arrancaron el vocablo
“objetividad” de su código de ética y con el mismo impulso retocaron la
expresión LA VERDAD
para reemplazarla por una más modesta: VERDAD.
Pero la objetividad se
niega a bajarse del trono y sigue instalada en la psiquis periodística y da
muestras de estar con vida. El problema es que el periodismo norteamericano no
encuentra quien reemplace la herramienta con la misma eficacia que hasta ahora
permitía a los periodistas moverse con la conciencia tranquila dentro del
terreno de las ambigüedades.
De este modo la
objetividad podía resolver la cuestión de investigar a fondo pero ser neutral,
conmoverse y permanecer a distancia, ser ecuánime pero tomar una posición,
entre otros conflictos. No deja de llamar la atención como todavía los
periodistas reaccionan cuando alguién sugiere que han vulnerado la objetividad
informativa o no dicen la verdad o la noticia carece del equilibrio necesario.
Por eso sigue vigente, porque la mayoría de los periodistas siguen creyendo y
se aferran a ella; funciona como escudo frente a las críticas de otros sectores
y al mismo tiempo es una instruemnto que facilita la tarea cotidiana en la
redacción al permitir la toma de decisiones con rapidez y proteger al
periodista de las consecuencias no deseadas de sus escritos (15).
Un ejemplo del uso
confortable de los principios objetivos pudo advertirse durante la guerra de
Afganistán. En octubre de 2001, Walter Isaacson, por entonces presidente de la CNN, envió un memo a los
corresponsales en el exterior para recordarles que debían equilibrar los informes de víctimas afganas con referencias al
atentado del 11 de setiembre, que después de todo había sido la causa de la
guerra (16).
Pero uno de los puntos
más sensibles de la prensa norteamericana es la sospecha de parcialidad
política. La contaminación partidista que padece gran parte del periodismo
europeo, según la escuela norteamericana, es suficiente demostración de la
necesidad de mantener vigente el concepto de objetividad.
Sin embargo, la
persistencia esconde prácticas un tanto más profanas. La objetividad es la
excusa perfecta para un periodismo perezoso. Ofrece la solución mágica cuando
se avecina el cierre de edición y el informe no es completo o no hay elementos
suficientes para el debate o carece de valor para los lectores. Aunque la nota
no tenga demasiada consistencia, si se incluyeron las dos campanas –otra máxima
objetivista- los parámetros mínimos se han alcanzado y la noticia puede
publicarse.
Es decir, se
manifiestan las peores compañías de la objetividad: la obsesión por la última
noticia, por la primicia, la historia superficial mientras que lo verdadero y
lo falso pasan a un segundo plano y encima, ante el imperio de la rapidez, las
fuentes oficiales toman la delantera.
El analista de medios Andrew Tyndall (17)
observó que de las 414 notas sobre la guerra de Irak realizadas por NBC, ABC y
CBS, todas excepto 34, o sea el 8%, tenían su origen en la Casa Blanca, el
Departamento de Estado o el Pentágono.
La rapidez junto con
la necesidad de ampliar el mercado fueron los motores que dieron impulso al
empresariado periodístico para adoptar la objetividad en el siglo XIX después
que las agencias de noticias habían consolidado la la descontaminación
política, la pureza informativa libre de partidismos.(18). A la neutralidad
política se adosó la denominada prensa del penique, que puso el diario al
alcance del gran público, y los problemas de velocidad del cierre de edición se
resolvieron achicando los espacios de análisis e interpretación, lo que llevó
al periodista a indagar y profundizar menos en la información y a recurrir a
las siempre disponibles fuentes oficiales.
Además del factor
económico, las corrientes positivistas se abalanzaron también sobre la prensa
de mediados de siglo XIX, dando preeminencia al empirismo y las ciencias para
explicar el mundo.
En su libro Just the Facts (1998), David Mindich
describió las falencias del periodismo objetivo (década de 1890) en ocasión de
producirse un incidente racial. El New York Times y otros diarios habían
construido un falso equilibrio informativo durante un episodio de linchamiento
de afroamericanos. Los diarios, en honor a los principios objetivistas, habían
pasado por alto la cuestión de fondo que era la persecusión y el terrorismo
psicológico que venían sufriendo los negros en todo el país (18).
Referencias
del capítulo 2.
(1)
”Preocupan a ADEPA las ideas de Zaffaroni sobre la prensa”, Política, Diario La Nación, Bs.As. 14/08/2003.
(2) Ver Anexo I. Entrevistas. Carlos Álvarez
Teijeiro.
(3) Roberto Aras.
“Fundamentos para una ética de la transparencia periodística”, Instituto de
Comunicación Social-UCA, Boletín nº 5, pág 54-57, Bs.As. 2003.
(4)
Gaye Tuchman, Making the news a study in
the social construction of reality, New York, The Press Free 1978.
(5) Prof. Dr. Gabriel Galdón López,”Concepto, Método
y Aspectos de la
Información Religiosa”, Iglesia y Medios de Comunicación 1,
Instituto de Comunicación Social-UCA, pág. 131-148, Bs. As. 2000.
(6) Citado en id. pág.
139.
(7) Id. pág. 136.
(8) Jesús González Requena, El espectáculo informativo, Ediciones Akal, Madrid, 1989
(9) (10) Telma Luzzani, ”En periodismo no hay
objetividad, sino honestidad”, Entrevista con Edwy Plenel, director
periodístico de Le Monde, Opinión, Diario Clarín, Bs.As. 17/06/1999
(11) Ryszard Kapuscinski, Los cínicos no sirven para este oficio, Anagrama, 2002
(13) Jean François Revel, El conocimiento inútil, Barcelona, Editorial Planeta,1989,
p.206-207
(14) (15) (16) (17) (18)
Brent Cunningham, “Re-thinking Objectivity”, Columbia Review, NY, Julio 2003
Durante una
conferencia que ofreció a un grupo de estudiantes de Comunicación en la Universidad Católica
Argentina (“La opinión pública desde la redacción”, abril 2004), Hugo Alconada
Mon, actualmente corresponsal del diario La Nación en los Estados Unidos, recordó que “el
tema de la seguridad no estaba en la radares de los medios gráficos, estábamos
con la ESMA
(Escuela de Mecánica de la
Armada), los cuadros de Bendini (el Jefe de Estado Mayor
descolgó los cuadros de Bignone y Videla de uno de los pasillos del Colegio
Militar), Chiche (Duhalde) vs. Cristina (Kirchner), la interna del Partido
Justicialista. Descubrimos el tema Blumberg a las ocho y media de la noche
cuando ya había 150.000 personas en la
Plaza de los Dos Congresos y seguía cayendo gente. Entonces
los editores decidieron prender la televisión y ver qué es lo que estaba
pasando. Cuando fue lo de Castro (Juan), los editores dijeron que iba a ser
poco leído y que no tendría repercusión pública, el espacio era de 80 líneas a
una columna y ni siquiera iba en tapa; fue la noticia más leída, superó al 11
de setiembre (Torres Gemelas).”
Un profesor de la Universidad de
Carolina del Norte, Estados Unidos, en un análisis puntilloso acerca de los
valores compartidos por ciudadanos y periodistas mostró el grado de desconexión
que existe entre unos y otros. La evidencia se basaba en la caída continua en
la circulación de diarios –62 millones por día en 1990 a 56 millones en 2000-
producto en gran medida de la caída en la credibilidad de los medios (Fee Jr.;
2002) (14).
La investigación
examinó a dos grupos, uno de ciudadanos y otro de periodistas, e indagó sobre
cuáles son o deberían ser los valores que guían al periodismo; en qué medida
ambos grupos compartían o no una misma mirada y cuáles eran las diferencias.
Las conclusiones revelaron una distancia más que preocupante con respecto al
rol del periodismo y las expectativas que despierta en la población. Los
ciudadanos expresaron su deseo de verse más y mejor reflejados en el diario,
reclamaron la consulta de fuentes reconocibles para el ciudadano común y que representen
sus puntos de vista sobre todo cuando se escriben artículos sobre asuntos de
interés público.
Para los periodistas
los reclamos de los ciudadanos son la consecuencia lógica de la práctica del
periodismo tradicional u objetivista que no sólo crea una ilusoria distancia
desde los géneros periodísticos sino también desde los temas que importan al
hombre común.
El ciudadano espera un
nuevo periodismo, más sólido, menos encorsetado, libre de intereses espúreos, y
así volver a conectarse con la comunidad y servir incluso como instrumento de
superación democrática. Ese periodismo renovado será capaz de atraer al
ciudadano a los temas principales y estimular su participación, es decir que
muchos más personas pasen de público atento a público activo y en una suerte de
círculo virtuoso los periodistas irán profundizando su compromiso democrático
con el consiguiente impacto en la calidad política. A mejor público, mejor
periodismo, a mejor periodismo más credibilidad.
Un estudio sobre
opinión pública y periodismo cívico (tema del que se hablará en capítulo
posterior) de la
Universidad de Nebraska, desenfunda el pensamiento del
teórico norteamericano James Carey, quien pone la fecha de defunción del
concepto de opinión pública a comienzos de la década de 1920 con el
advenimiento de la industria de las encuestas (Wilson; 2002) (15). Los teóricos
en ciencias políticas comienzan a ocuparse más por los intereses de grupos
privados que por el interés público y hay allí un propósito propagandístico.
Atribuye a Lippman el privilegio de haber sido el mentor de esa tendencia por
insistir en su idea de utilizar expertos, en vez de periodistas, que terminaron
despolitizando la esfera pública. La esfera pública quedó en manos de
encuestólogos y sus patrones, los grupos de interés privado.
De allí en más el
periodismo deja de cumplir su rol mediador entre los expertos y el público
porque los periodistas registran hechos sin comprender la indiferencia del
público hacia la política y convalidan los juicios de los expertos. Para
completar el cuadro, el periodismo pretende justificar su existencia como
representante del público, hablando en nombre de un público que en realidad no
juega ningún papel protagónico salvo el de una audiencia silenciosa: “un
receptáculo donde se vierten las opiniones de los expertos y una excusa para
practicar la propaganda.”
Para Carey la esfera
pública es un lugar situado entre el Estado y el sector privado donde el
periodismo debe mediar, pero teniendo como sujeto principal al público:
comerciantes, ciudadanos, activistas políticos, entre otros. Esa función no se
está cumpliendo. Carey ve un periodismo confundido, que no sabe qué es ni dónde
está el público y siendo el público la esencia del periodismo urge a redefinir
la profesión. Para ello propone desechar el concepto cientificista que impuso
el periodismo norteamericano, donde los periodistas reducen su función a
informar a una audiencia, y pensar al periodismo como un lugar de “conversación
y un ejercicio
de poesía y utopías
políticas (16).”
Referencias
del capítulo 3.
(1)Telma Luzzani, ”En periodismo no hay objetividad,
sino honestidad”, Entrevista con Edwy Plenel, director periodístico de Le
Monde, Opinión, Diario Clarín, Bs.As. 17/06/1999
(2) J.
Habermas, Historia y crítica de la opinión
pública, 4º edición, Gustavo Gili, Barcelona 1994
(3) Ibíd pág. 196-221
(4) Ibíd pág. 225
(5) Ibíd pág. 230
(6) Ibíd pág. 239-242
(7) Ibíd pág. 261
(8)(9) Vincent Price, La opinión pública. Esfera pública y comunicación, pág 31-33,
Ediciones Paidós, Barcelona 1994.
(10) Ibíd pág 33
(11) Ibíd pág 44-45
(12) Ibíd pág 36 y 47
(13) Ibíd pág 57-64
(13a) Aunque está escrito en clave humorística el
sig. mail anónimo que aterrizó en mi casilla de correo (15/04/2004) muestra
algunas características del público lector según los diarios argentinos:
Página 12 es leído por la gente que hoy dirige el
país.
Clarin por la gente que piensa que dirige el país.
Ámbito Financiero por la gente que piensa que
debería dirigir el país.
Infobae pro quienes piensan que ellos deberían
dirigir el país pero no entienden a Ambito Financiero.
La
Nación
por la gente que no tendría problemas en dirigir el país si pudiera hacerse el
tiempo para ello.
La
Prensa
por aquellos cuyos padres acostumbraban a dirigir el país.
Crónica por la gente que no está muy segura de quién
está dirigiendo el país.
Diario Popular por gente a la que no le importa
quiénes están dirigiendo el país en tanto hagan algo escandaloso.
La
Razón
por gente que no está segura de que haya un país o de que alguien lo esté dirigiendo.
The Buenos Aires Herald por la gente que está
dirigiendo otro país.
(14) Frank E. Fee Jr.,
“Whose values are news values? What journalists and citizens want”, Newspaper
Division of the Association for Education in Journalism and Mass Communication
(AEJMC) annual meeting, Miami Beach, agosto 2002.
(15) (16) Sherrie Wilson,
“How public sphere theorists have influenced civic journalism”, ponencia
presentada en el encuentro anual de la
AEJMC, Miami Beach, agosto 2002.
Relaciones por demás
complejas gobiernan el entorno político. El trato con las fuentes, la
dependencia excesiva de las fuentes y los riesgos de manipulación acosan al
periodista político.
En la arena
internacional hay ejemplos recientes como la Guerra de Irak o el atentado de Atocha, en
España, que revelan que el primer mundo está lejos de superar el entramado. En
Irak aparece la patraña burda: una comedia cuya puesta reveló el talento
escénico de la soldado Lynch a la que se quiso mostrar durante los primeros
días de la invasión como modelo de heroína, rescatada por sus compañeros luego
de un feroz ataque de las fuerzas de resistencia iraquí7.
Y también las
revelaciones de Christiane Amanpour, la periodista espectáculo de la CNN (espectáculo se prefiere al vocablo estrella
ya que este empequeñece a periodistas con semejante rating) que lamentó decir
que “las cadenas estadounidenses fueron intimidadas y amordazadas por la Administración Bush,
se creó un clima de temor y autocensura”. La periodista, el día de la ocupación
de Bagdad, había ingresado como una suerte de embajadora norteamericana más que
como cronista ya que se la vio ingresar al Hotel Palestina acompañada por tres
marines que portaban sus bártulos y oficiaban de hecho como sus custodias
personales. Todo un ejemplo de convivencia8.
La parcialidad, el
temor a perder el acceso a las fuentes oficiales y la imposición de la agenda
política por parte del gobierno quedaron patentizados en las principales
cadenas de televisión norteamericanos. Según el analista de medios Andrew
Tyndall, sobre 414 notas sobre Irak, a cargo de las cadenas NBC, ABC y CBS,
entre setiembre de 2002 y febrero de 2003, todas excepto 34 tuvieron origen en la Casa Blanca, el
Pentágono o el Departamento de Estado9.
Para Washington un logro en materia de comunicación política; paupérrimo para
el periodismo.
La misma parcialidad
se reflejó en el análisis de las consecuencias que tendría una futura invasión
a Irak: sobre 574 notas de las mismas cadenas sólo 12 especularon con las
posibles consecuencias de la guerra.
Mucho más penoso para
la profesión resulta el modo en que el diario The New York Times camufló las
denuncias de torturas padecidas por prisioneros iraquíes. En un artículo del 14
de mayo de 2004 el diario encuentra en la frase “la utilización de métodos
coercitivos en los interrogatorios”, a cargo de la CIA y el Departamento de
Justicia, una manera de argumentar a favor de la buena tortura o una cuasi
tortura, que según estas fuentes “no llega a causar graves daños en los
detenidos”10 .
Lo de España fue
simple y brutal. Seguramente, más de un editor no habrá sabido dónde esconderse
después de la “bomba etarra” como titularon por amplia mayoría los diarios
españoles, señalando la autoría de los separatistas vascos en el atentado del
11 de marzo de 2004 en Atocha (11-M).
La TV por cable vino a ponerle otro
ingrediente a la recargada mezcla de poder e información. Lejos de aliviar la
condición del periodista común, el recurso de la transmisión cerrada abulta el
bolsillo de muy pocos en desmedro de la credibilidad de todos.
Pablo Mendelevich,
periodista político y docente, supone que el público no percibe claramente lo
que se orquesta detrás de la pantalla. Opina Mendelevich que estos programas
reciben publicidad “de una lista limitada de empresas de servicios y de
reparticiones gubernamentales; lo que no ve el televidente común es que ese
periodista que aparece en cámara es muchas veces un alto editor o jefe de uno
de los grandes diarios. La pregunta es por qué razón un periodista que ocupa
una función jerárquica en un diario está haciendo un emprendimiento privado,
como es un programa de cable, donde recibe dinero de determinadas empresas.
¿Cómo logra ese periodista mantener la imparcialidad cuando vuelve al diario y
escribe? Y la otra pregunta es ¿por qué el diario le permite hacer eso? Lo más
grave es que el diario lo estimula, le paga un sobresueldo al tolerar que el
periodista reciba dinero de empresas”.
Por otra parte en la TV abierta parece predominar la
versión que ubica a la política en el estante de los productos aburridos, casi
como decir ¡atención: veneno! Para afrontar el desafío de hacer comercial el
despreciable pero ineludible objeto se apela a la satirización o al comentario
despectivo antes que intentar una explicación de temas complejos que requieren
por lo menos de un análisis simple, capaz de ser comprendido por audiencias
masivas.
La cuestión se vuelve
crítica, por lo patético, en tiempos de campaña electoral, donde incluso se
llegan a desechar las opiniones de los candidatos sobre la problemática
nacional y se reemplaza la información por las posiciones que van ocupando los
candidatos en el tablero de las encuestas, el gesto desafortunado que mueve a
risa o en las miserias de las internas partidarias.
Los candidatos
terminan por componer una imagen hípica de la carrera electoral donde lo único
importante es llegar primero al disco y cobrarse los boletos ganadores13 .
2 Ruiz, Fernando y
otros. Prensa y Congreso, La Crujía, Bs.As., 2001, p.
68-70.
3 Ibíd., p.41-47.
5 Ruiz, Fernando y
otros, op. cit., p.53-62.
6 Ibíd.
9 Cunningham, Brent “Re-thinking Objectivity”, Columbia Review, New York, julio 2003.
10 “Harsh Methods Aren't Torture, Says the NY Times”. Fairness & Accuracy In Reporting. Media analysis, critiques and
activism, http://www.fair.org/activism/times-torture.html,14/05/2004.
13 Casermeiro de
Pereson, Alicia, ”El segundo nivel de la agenda setting”, Instituto de Comunicación Social-UCA, Boletín nº 5, Bs.As. 2003,
p. 24.
14 Linnarz, Paul,
“El reino del revés”, Revista Imagen,
nº 65, Bs.As 2004
16 Colombo, Furio, Últimas noticias sobre el periodismo,
Anagrama, Barcelona, 1997, p.89-95.
17 Ibíd.
18 Amado Suárez,
Comunicaciones Públicas, Temas, Bs.As., 1999.
19 Investigación sobre la Comunicación
Institucional en la Argentina, ICOMI, Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales, 2000.
a)
Los diarios privilegian las noticias actuales mientras que los lectores prefieren
las atemporales . Esto se explica por la televisión –en menor medida la radio
-, que ofrece la última noticia mientras que el diario permite profundizar la
información. Aquí cabe revisar la preponderancia del valor actualidad para el
periodismo gráfico, sobre todo en cuanto a la cantidad de espacio que se
destina a la información urgente. En general, las noticias calientes llegan por
vía audiovisual y para el lector se convierten en noticias frías si al día
siguiente o algunas horas más tarde las encuentra en la edición gráfica.
Internet compensa en parte el enfriamento ya que las ediciones on line se
actualizan en forma permanente y los diarios pueden alcanzar la misma
temperatura informativa.
(8) Adhikari, Everbach, Fahmy, “Making At A Small
Midwestern Newspaper”, AEJMC, annual convention, Florida, ag.2002.
Bajo la
ley de los multi-miedos
La década de los 90
marcó un cambio definitivo en la historia de los medios de comunicación masiva.
Empresas de diarios, radio y televisión como portadores de noticias fueron
absorbidos por conglomerados gigantes o multimedios que les dieron un nuevo
soporte económico pero al mismo tiempo debilitaron su función natural.
Pasaron a ser parte
del inventario de estudios contables multinacionales que echaron mano al
periodismo como producto de entretenimiento o como un activo interesante para
su reventa a otros grupos del mismo tenor.
En medio de las
conveniencias financieras, siempre atendibles y legítimas, rodaron las cabezas
de miles de periodistas asalariados, globalizados en un abrir y cerrar de ojos,
sin empleo o precarizados. La unión AOL-Time Warner suena emblemática en el
nuevo contexto mundial dominado por una decena de megaemprendimientos a los que
se sumaron empresas de menor tamaño en todo el mundo.
Podría decirse que la
conducta multimediática se repite en cualquier país del planeta, en una réplica
de procedimientos y estrategias que reproducen los mismos efectos a escala
local.
Hay una conducta
multimediática que trasciende la mera relación de tamaño, y con el favor de las
condiciones e ideas imperantes en la economía mundial aún la pequeña y mediana
empresa periodística reproduce las acciones de los grandes emporios. Hacia
afuera le ofrece al cliente (antes ciudadano) un surtido excepcional de
productos y hacia adentro impone controvertidas condiciones laborales a los
operarios de cuello azul (antes periodistas).
Para Ignacio Ramonet
la información finalmente fue devorada por el mercado y es apenas un
ingrediente en el pastel de la comunicación. Ahora se mezclan las noticias con
la publicidad, telenovelas, cine, espectáculos deportivos, márketing, música,
juegos en red y toda la gama de alternativas de la información y el
entretenimiento pero servidas en un único plato informe (Ramonet; 2003) (1).
Hasta los diarios, que
dieron mayor cabida a las noticias “racionales” por encima de las “emocionales”
provocaron un giro hacia el estilo televisivo, mucho más propicio para la venta
masiva. Y no sólo incorporaron el color, un elemento valioso para la gráfica,
sino que además se inclinaron al amarillismo –o por lo menos al
sensacionalismo- y al ornamento farandulesco de la información. Con la
farandulización gana el espectáculo y pierden la política y la vida pública
(García Canclini; 2003)(2).
El edificio del periodismo
libre, el guardián de la democracia se tambalea y los grupos mediáticos van por
más. No sólo pierden el interés por la denuncia o el derecho de los ciudadanos
sino que su objetivo es mantener y en lo posible engordar sus estructuras. Así
pasan a ser grandes jugadores en la lucha por el poder y su voracidad los lleva
a reclamar la derogación de claúsulas o leyes que impiden el ensanche
monopólico (Ramonet; 2003) (3).
Dentro de este esquema
la información estaría jugando del bando contrario al interés público. La
tortilla se habría dado vuelta a favor del hombre de negocios y dejado a pie al
ciudadano común que de ahora en más deberá optar por alguno de los productos de
mediana o baja calidad que se le ofrecen. La información sobreabunda “envenenada
por todo tipo de mentiras, rumores, deformaciones, distorsiones, manipulaciones
(4).”
Un ciudadano desarmado
deberá enfrentar al nuevo superpoder con armas novedosas. Ramonet propuso crear
el Observatorio Internacional de Medios de Comunicación en el Foro Social en
Porto Alegre, Brasil (2003) para contrarrestar el poderío de los industriales
de la comunicación. El director de Le Monde Diplomátique llamaba a combatir el
mercantilismo informativo y su ideología, el neoliberalismo mundializado, para
devolver la información a sus auténticos propietarios, los ciudadanos.
El Observatorio
debería reunir a periodistas en actividad o retirados, profesionales o no, de
cualquier medio de comunicación, a investigadores y universitarios de todas las
disciplinas, en especial de la comunicación y ciudadanos comunes, y
personalidades de reconocidas cualidades morales.
Este organismo rector,
en el que la Universidad
tendría un rol protagónico “porque es uno de los pocos lugares parcialmente
protegidos contra las ambiciones totalitarias del mercado”, alcanzaría una
legitimidad de la que carecen los sistemas de regulación de los medios o las
organizaciones de periodistas, dependientes o vinculados a los intereses
corporativos.
El tributo
de los gigantes
Con el ojo puesto en
el funcionamiento de la economía, un investigador norteamericano desmenuzó
distintos análisis sobre concentración mediática y concluye que la única manera
de modificar la estructura actual es aplicar nuevos impuestos dentro del
mercado de las comunicaciones (Houston; 2001) (5).
Si se considera tan
importante la existencia de medios independientes para la vida republicana, no
puede dejarse librado al mercado esa responsabilidad ya que los conglomerados
mediáticos tienen intereses en un abanico muy diversificado de rubros
comerciales y financieros y lo peor es que no dejan de “tragar”.
Basta un solo dato
para ejemplificar el afán troglodita de los multimedios: en 1983, el mercado
norteamericano de medios estaba dominado por una cincuentena de compañías
mientras que hacia fines de 2000 el dominio lo ejercían apenas seis compañías
(6).
La concentración
produce un achatamiento informativo, la democracia pierde calidad, los
ciudadanos se desentienden de la agenda política, los medios no se interesan por
reflejar la pluralidad de los puntos de vista y hay un discurso hegemónico que
favorece a los conglomerados y las políticas que los sostienen.
Una política de
ingresos que redistribuya los recursos impediría que los multigigantes
continúen ganando espacio y acumulando billonarias ganancias.
Una vez asegurados los
recursos públicos habrá igualdad de oportunidades para aquellos que quieran
participar en los medios de comunicación y hoy no pueden hacerlo. Así la
sociedad se vería recompensada por la presencia de un periodismo acorde al
ideal de la libertad de prensa, expresado en la primera enmienda de la
constitución norteamericana. Es decir, se privilegiaría la libertad de prensa
por encima de la libertad de empresa ya que nadie puede publicar libremente sus
ideas si carece de los recursos mínimos para ello; una obviedad que los
defensores a ultranza de la libertad de expresión parecerían no querer
comprender.
Hacia adentro las
redacciones también sufren el impacto con la reducción de los planteles de
periodistas y el cierre de periódicos y pequeños y medianos emprendimientos
periodísticos. En los Estados Unidos, los diarios suprimieron 2.200 puestos de
trabajo desde 1990 hasta 2004 en tanto los servicios informativos de las
cadenas más importantes redujeron sus planteles en un tercio respecto de 1985
(Carmona; 2004) (7).
A modo de ilustración
el semanario Newsweek ofrece un ejemplo catástrofe: la mitad de su personal fue
despedido a lo largo de los últimos 20 años. Si faltasen datos que relacionen la
hiperconcentración y el desempleo pueden observarse los números de la radio, el
sector que posee la mayor concentración de medios por estos días.
Clear Channel
Communications, de San Antonio, Texas, tenía cerca de 40 emisoras en 1990; hoy
reúne alrededor de 1.270 estaciones de radio en los Estados Unidos y unas 240
en el exterior. ¿Cuántos periodistas necesita este atlas radiofónico?: un 56%
menos que en 1990.
La mengua de
profesionales determina menor o ningún control de calidad informativa, no se
acude a fuentes variadas y la contextualización es casi inexistente. Para
llenar el vacío y utilizar los recursos humanos los medios invierten en la
distribución y presentación de noticias, con altas remuneraciones a conductores
o presentadores en detrimento del periodista general.
Un periodismo de
rostros marketineros precisa de contenidos livianos y de fácil acceso como
pueden ser las noticias del mundo del espectáculo o los policiales o en todo
caso farandulizar los hechos políticos o económicos.
El desinterés de los
colosos mediáticos por aspectos esenciales del periodismo perjudica sobremanera
a los diarios. La correlación entre personal y circulación se hace cada vez más
evidente aunque no puedan darse números exactos.
La relación más
difundida es de 1 periodista cada 1000 ejemplares, en términos de circulación.
A menor cantidad de profesionales menor calidad periodística y caída en la
ventas de ejemplares –aunque no significa caída en la venta de publicidad-, un
círculo defectuoso para cualquier biblioteca de periodismo que no pareciera
figurar en la mente de los propietarios de medios tan proclives a introducir el
bisturí en la yugular de la tarea informativa, los periodistas.
Por suerte algunos
diarios mantienen las viejas fórmulas, no por una adhesión tradicionalista sino
a partir de investigaciones e índices que permiten medir la relación entre
ganancias y calidad periodística. Un relevamiento sobre 400 diarios a cargo de la Universidad de
Carolina del Norte (EE.UU.), entre los años 1995 y 2000, demostró que los más
exitosos en mantener la circulación fueron los diarios que conservaron la
relación de periodistas por encima de la medida convencional de 1 cada 1000
ejemplares.
En cuanto a los que
perdieron circulación, no se sabe a ciencia cierta si primero perdieron
circulación y después redujeron personal. Pero sí se confirmó que aquellos
diarios que redujeron en mayor medida el personal fueron los que más
circulación perdieron (Meyer, Kim; 2001)
(8).
Según el filósofo
argentino Mario Bunge, devenido profesor universitario en Canadá, el problema
es parte de uno mayor como es la concentración de bienes en pocas manos; muy
pocos disponen de un gran poder y la única forma de remediarlo es distribuir el
poder. Esa distribución debe alcanzar todos los aspectos, entre ellos los
medios de comunicación (Bunge, Paz; 2003) (9).
Bunge, frente al auge
concentrador de los medios de comunicación, da la voz de alarma: “hay que
trabajar por una legislación contra el monopolio informativo, esto es un peligro
muy grande para la democracia porque implica alimentar a la gente con
información unilateral, ocultándole la verdad, distrayéndola para mostrarle
aspectos poco importantes de lo que en verdad sucede en el mundo”.
En la Argentina –mientras
sigue vigente la “ley Videla” de radiodifusión- las condiciones para la
concentración siguen siendo óptimas.
Por ahora no hay
límites porcentuales o de participación accionaria ni se restringe la
adquisición cruzada, o sea un medio audiovisual puede comprar uno gráfico y
viceversa sin condicionamientos (Loreti; 1999) (10).
Tamaña amplitud de
criterio se alcanzó en los benditos años 90, bajo la presidencia de Menem,
mediante la modificación de los art. 45 y 46 de la ley de radiodifusión (ley
22.285) que contienen una serie de limitaciones, como las que existen en otros
países.
En aquel momento se
consideraba la ley como un impedimento insalvable a las inversiones de capital
argentino y extranjero que prometían el ingreso al paraíso primermundista por
la puerta de las comunicaciones. Más competencia, más empresas, más empleo...
La historia fue bien
distinta. La recesión puso al descubierto el débil esqueleto sobre el cual se
construyeron tantos castillos de arena. Y en su caída las grandes empresas
periodísticas arrastraron a las más chicas, que sumado a las fusiones y
adquisiciones anteriores conformaron la desolación actual.
Entre 1998 y 2002 el
número de empresas de medios descendió de 291 a 265, con una reducción más significativa
en las de gran tamaño (de 17 a
7) que son las que absorben mayor cantidad de empleados. Dentro del mismo
período 1 de cada 3 periodistas perdieron su empleo o la estabilidad laboral
(11).
Las condiciones
laborales de los periodistas, a pesar de la existencia del temible Estatuto
Profesional (temible para el empresario de medios), se degradaron como las del
resto de las profesiones en la economía argentina.
Se crearon formas
legales o pseudolegales para encubrir la degradación laboral como son las
pasantías a perpetuidad, con renovaciones por períodos breves, colaboraciones
mal remuneradas por afuera de las normas o directamente impagas, trabajo gratuito, en especial en producciones
de radio y televisión luego de transcurridos un año o más, tercerización de
redacciones, con colaboradores satélite que ante la primer restricción
publicitaria pierden su espacio laboral, salarios en baja, despidos masivos
invocando situaciones de crisis para eludir la acción del Estatuto, bloqueo de
la actividad sindical dentro de las redacciones y otras tantas variantes de la
extorsión laboral típicas de la época coparon el mercado de trabajo.
Hacia 2000, según
datos del Ministerio de Trabajo, la precarización laboral se aproximaba al 40%,
es decir dentro de los parámetros que afectan hoy, 2004, al empleo nacional.
El enemigo duerme
adentro
Bajo estas condiciones
laborales habría que analizar hasta qué punto se garantiza la libertad de
expresión o el derecho a la información, dónde queda la ecuanimidad o la
pluralidad democrática en materia informativa si la tendencia no se revierte.
Cómo puede la sociedad
exigir calidad informativa con periodistas atemorizados. Una redacción
atemorizada es una representación circense de periodismo; el periodista no
puede estar cuidando el pellejo cada día, atender cada gesto del jefe de turno,
lidiar con la conveniencia editorial, satisfacer jornadas excesivas de trabajo
y además hacer buen periodismo.
El periodista
argentino pudo enfrentar la censura, soportó el asedio de funcionarios
militares, vio como fueron asesinados muchos colegas pero no pudo con el
enemigo interno, con las prácticas aberrantes dentro de su espacio de trabajo.
Basta dar un vistazo a las redacciones de hoy, los rostros lo dicen todo. Quedó
muy lejos la expresión de algún académico que explicaba la raíz satisfactoria
del trabajo periodístico.
Sin pretender ejecutar
una melodía melancólica ni desconociendo la complicidad de muchos colegas no se
puede esconder la bronca y la resignación y eso significa un periodismo pobre,
mucho más pobre que los pobres periodistas.
Creciente malestar e
incertidumbre predominan en un relevamiento realizado entre 2002 y 2003 por
Raquel San Martín, redactora del diario La Nación y docente.
Luego de reunir a
varios grupos de discusión, integrados por redactores de diarios nacionales con
dos años o más de experiencia y en situación de empleo efectivo, encontró que
sus previsiones acerca del estado de ánimo de sus colegas fueron ampliamente
superadas.
Una auténtica paradoja
que revela como el miedo y las condiciones anómalas de trabajo conspiran contra
la función esencial del periodista. El encargado de averiguar qué pasa no es
capaz de saber qué está pasando en su entorno de pertenencia. La falta de
COMUNICACIÓN entre compañeros de trabajo lleva a esconder el problema dentro de
la intimidad de cada uno hasta convertirse casi en una cuestión psíquica
individual. Aislamiento fatal. Y este fue uno de los hallazgos más interesantes
del trabajo de San Martín: la incapacidad del periodista para articular una
salida conjunta, un cambio solidario. No sólo por temor, también aparece la
ausencia de autocrítica, como si los medios o sus propietarios fueran los
únicos responsables.
Ninguno se hace cargo
del autismo profesional (otra severa deformación del periodista de hoy que se
aísla en su silla, su computadora, su nota, sus fuentes, y otros tantos su o
sus o sustos), la falta de rigor en el chequeo de fuentes, la búsqueda del
impacto antes que la información, el uso casi excluyente de fuentes oficiales o
recomendables, etc.
Fatalismo y temor. Los
encuestados sintieron gran alivio al participar de los grupos de discusión y
pudieron expresarse en voz alta, pero una vez concluido el relevamiento
insistieron en que se mantenga el absoluto anonimato, que había sido la
condición ineludible para prestarse al estudio de la periodista.
Entre las
incomodidades más insidiosas los redactores son unánimes en cuanto a la
precarización que empobrece el trabajo, redactores polifuncionales,
sobreabundancia de becarios en las redacciones, escasa formación de quienes
toman las decisiones (jefes) y un sentimiento de impotencia por saberse
prescindibles y manipulables.
“Somos el último
eslabón”, “fabricamos salchichas”, “el trabajo es rutinario, no hay sorpresa ni
adrenalina”, “esto es producción industrial en serie, somos parte de una
maquinaria”, son algunos de las expresiones de los periodistas.
La sesión, como si se
tratara de una terapia grupal, transitó hacia las escabrosas relaciones con los
jefes: “si tenés iniciativa o no es lo mismo, la falta de motivación es
completa” y “vivimos simulacros de fusilamiento: hace poco me llamaron para
decirme que había ganado una beca y pensé que era para echarme (un periodista
gráfico muy reconocido)”
La falacia de la línea
editorial es otra de las quejas comunes a los paneles de discusión. Los
periodistas no cuestionan la opción ideológica del diario sino el uso
eufemístico que hacen las empresas de medios. Compromisos políticos y
económicos, que vulneran principios genuinos de la profesión, se convierten en
armas invisibles de control. El periodista debe acatar una serie de directivas,
tácitas o manifiestas, tan cuestionables como lo que se puede o no decir, los
temas que se pueden o no tocar, las personas que se pueden o no criticar, las
fuentes que pueden o no citarse, focalizarse en notas que venden y otras normas
controvertidas que se van aprendiendo en el discurrir cotidiano.
De este modo se va
ensanchando el divorcio entre periodistas y directores, con diferencias
crecientes de objetivos y aspiraciones que se detectan en la falta de
identificación del personal con la empresa. Se trabaja para sobrevivir, la
mística del oficio quedó en el recuerdo.
No concuerdan los
consultados cuando se intenta definir la función del periodista, si debe
interpretar, opinar, exponer los hechos, y muchos de ellos caen en
contradicciones. Tampoco tienen claro el sentido social del discurso
periodístico. En general dicen dirigirse a un lector difuso sin reparar en
demasía en la información como bien público.
Instrumento de cambio
En línea con esta
mirada crítica, Enrique Martín, ex secretario de redacción de la agencia
noticiosa DyN (Diarios y Noticias) golpea sin contemplaciones sobre el estado
actual del periodismo deportivo: “Pasa por el peor momento de su historia, hay
falta de imaginación y talento porque los jóvenes no leen, crecieron mirando
televisión, hay deficiencias para escribir y no saben interpretar los textos. A
mí no me echaron del periodismo...soy un renunciante. Me harté porque el
periodismo limita a un tipo que quiere escribir. Tomar lo que dice un jefe
semianalfabeto es cosa de locos. No existe la repregunta, ya sea por ignorancia
o complicidad (Levinsky; 2002) (12)”
Con la misma
contundencia, otro periodista deportivo, Víctor Hugo Morales (Radio
Continental), casi solitario por su prédica y estilo, considera que los años 90
potenciaron las patologías del gremio hasta el paroxismo. Diarios deportivos,
radios de fútbol las 24 horas, auge del amarillismo, el rumor, el chisme y el
escándalo junto con la persecusión de los periodistas antimonopólicos (los que
no trabajan para Torneos y Competencias del grupo Clarín) y el uso
indiscriminado de pasantes dieron por tierra con la ética y el papel
fiscalizador que tenían los periodistas. “Ser periodista es menos que ser nada
si la profesión no sirve para mejorar a la gente. Elevar las estructuras del
pensamiento, la riqueza de ideas, la sensibilidad, el nivel cultural, ésa es su
misión.”, define Víctor Hugo Morales
(Morales; 1999) (13).
Con mayor optimismo,
el periodista Reinaldo Sietecase (Revista 23), cree que hay espacios de
libertad individual en los cuales los profesionales todavía tienen margen de
maniobra. “Si tenés información, la chequeás, ¿es cierta?, entonces la
publicás. Ésa es la dinámica, y en lo posible tratar de que el empresario no
incida en la línea periodística. Esto parece ingenuo pero es una pelea a dar.
No digo que siempre la ganás pero hay que tratar que la agenda periodística
surja de los periodistas. A la larga es lo mejor que le puede pasar a los
empresarios.”, argumenta Sietecase que de todos modos no deja de reconocer las
tensiones existentes. “Otra cosa son las diferencias que uno tiene con el medio
en el que trabaja –continúa el ex redactor del diario Página 12- uno tiene que
lograr que su material se publique, no escribir cosas que no escribiría, ser
fiel a la verdad y, en todo caso, cuando se la quieren violar queda la
posibilidad de irse. No me gusta la obediencia debida, a mí no me vengan con
ese cuento de que el jefe me obligó a escribir algo que yo no quería; también
se puede decir que no. Ahora, yo no cuestionaría a un compañero que sí lo hace
porque le tiene que dar de comer a su familia, pero hay mucha gente que dice
que no y otra que dice que sí con entusiasmo. Ésa es la diferencia.”.
Como integrante del
consultorio ético de la
Fundación Nuevo Periodismo (García Márquez), el periodista
colombiano Javier Darío Restrepo se detiene en algunos vicios de la profesión,
“hay una tendencia entre los periodistas a cambiar de status, a cambiar de
carro, de zapatos y de vestido; se llenan de deudas y comienzan a trabajar en
distintas partes”.
Siempre con referencia
al periodismo latinoamericano Restrepo encuentra en las presiones económicas un
problema común a todo el continente, “los medios adquieren compromisos de miedo
con los bancos, después con los políticos y como resultado terminan imponiendo
restricciones a los periodistas y recorte de salarios. Los exponen a tener que
redondear sus sueldos con otros ingresos”.
Observa Restrepo que
muchos periodistas “no son conscientes del poder que tiene el medio, de la
responsabilidad en la información. Se trata de personas rutinizadas en el
oficio con esas prisas absurdas, sin pensar en el manejo de las fuentes y
documentos, lo único importante es ganarle a la competencia” (Reyes; 1998)
(14).
Dentro del reciente
informe de 500 páginas que presentó el Pew Center de los Estados Unidos junto
con el Proyecto para la excelencia en el Periodismo aparecen conflictos y dudas
similares en el espectro laboral norteamericano.
En uno de sus
capítulos se pone la lupa sobre la desconfianza que reina dentro de las
redacciones (2004) (15). Desconfianza tanto del redactor hacia su jefe como del
jefe hacia los directivos y peor aún, desconfianza acerca del futuro del
periodismo. Se percibe que el rumbo de los medios no es el correcto, la presión
de los propietarios y los anunciantes está limando la calidad del producto
periodístico.
La mentalidad
cortoplacista de quienes conducen la industria noticiosa ya dio muestras en el
pasado de cometer gruesos errores al recortar en forma indiscriminada los
planteles periodísticos y, al parecer, van en la misma dirección. Todos los
rubros de la industria noticiosa registran caídas en los niveles de empleo, incluso
las redacciones digitales pese al empinado aumento de la audiencia en
Internet.
Pero el dato más
desalentador del capítulo es el pesimismo de los periodistas con respecto a sus
lectores u oyentes. El periodista ahora desconfía del público. Los últimos
cinco años mostraron un esfuerzo de parte de los periodistas por ir al
encuentro de la sociedad, por reflejar mejor sus intereses y, sin embargo, la
respuesta no parece ser la más satisfactoria en términos de reconocimiento.
Quizás se trate de un
período muy breve si pensamos en la influencia del llamado infoespectáculo
–todavía en pleno furor- sobre estas audiencias que el periodismo más
comprometido intenta recapturar.
La conclusión del
informe es preocupante. Hay una clara tendencia a la fragmentación, al
distanciamiento entre los principales protagonistas del juego mediático. El
público, los periodistas y los ejecutivos de medios no tiran para el mismo
lado, no coinciden en las soluciones y tampoco en identificar los problemas.
Parece que en Europa la
colección completa de joyas periodísticas no se consigue. En principio cuentan
con mejores sueldos, las jornadas laborales se adecuan a la naturaleza humana,
las organizaciones sindicales y asociaciones de periodistas tienen mayor
injerencia en las cuestiones profesionales, se respetan los códigos de ética,
pero la incertidumbre también revolotea por tan civilizadas redacciones.
El caso español
estaría a mitad de camino entre las américas y las europas. En 2003, el Partido
Socialista organizó una serie de encuentros con los actores principales del
periodismo español. Concurrieron autoridades de los diarios El País y El Mundo,
de la cadena Ser, representantes gremiales y de asociaciones de prensa, entre
otros.
Uno de los
expositores, Manuel Nuñez Encabo (uno de los redactores del Código Europeo de
Deontología) pronosticó la futura desaparición del periodismo tal como lo
conocemos porque los periodistas no pueden expresarse con libertad y por lo
tanto el derecho a la información carece de garantías. Desde el gremialismo se
asegura que el 50% de los periodistas españoles trabajan en condiciones de
precariedad y se denunció la discriminación sexual que padece la actividad
(paradojas del mejor y más libre oficio del mundo), con sueldos 30% inferior de
las mujeres respecto de los varones.
También se alertó
sobre las relaciones peligrosas entre el poder político y los grandes grupos de
comunicación. La mayoría de los periodistas se convirtieron en “esclavos
mentales”, no se los forma ni se les enseña, sólo se los adoctrina en una única
materia: “la sumisión”.
El cierre del acto
estuvo a cargo de quien luego sería tiempo después el presidente del país, José
Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), que prometió dar curso al Estatuto de la Profesión Periodística
que reclaman los periodistas (2003) (16).
Clima
tormentoso bajo los cielos del periodismo español. Acechan vendavales aquí y
allá. Es tiempo de transición y de pronósticos. El periodismo cae en la
indefinción, en los para qué y los por qué.
¿Periodismo vs. Libertad?
Entre
apocalíptico y escéptico, Ignacio Ramonet también cree que los periodistas
están en vías de extinción. Reducidos a obreros de una cadena de montaje, se
hallan en medio de una regresión que los arrastra hacia el esquema taylorista
de trabajo (Ramonet; 2004) (17).
Para
el director de Le Monde Diplomàtique la información se convirtió en primer
lugar en mercancía, por lo tanto se rige por las leyes del mercado, de oferta y
demanda en vez de criterios cívicos o éticos que hasta hoy habían sentado las
bases teóricas del periodismo.
La
relación entre información y verdad se descompensó; pueden decirse grandes
mentiras que interesen a mucha gente y venderse a muy buen precio. Para colmo
aumenta el caudal informativo pero lo hace cuantitativamente, lo que agrega
confusión y se convierte, a fin de cuentas, en un elemento regresivo de la
libertad. A medida que se agrega información se achica la cuota de libertad, un
efecto censura –dice Ramonet- basado no ya en la supresión de otros tiempos
sino en el incremento informativo.
Si
tomáramos prestado de la ciencia económica la noción de rendimiento marginal
decreciente y acompañando el pensamiento de Ramonet, podría decirse que cada
unidad de información que se inyecta en el torrente comunicacional produce
proporcionalmente menor grado de libertad.
La
pregunta que surge de inmediato es: ¿el periodismo está trabajando en sentido
contrario a la libertad de expresión? Siguiendo la ley de libertades marginales
decrecientes la respuesta es sí. Por lo tanto, para seguir vivo el periodismo
debe ofrecer calidad y la transparencia debe formar parte fundamental del
componente de calidad.
En
la oferta de calidad Ramonet encuentra una luz de esperanza para la
profesión, “información creíble y
fiable, es decir, la que tiene un mínimo de garantías relacionadas con la
ética, la honestidad, la deontología o la moral de la información”.
La
cuestión ética pasó de ser una materia de estudio en el ámbito universitario,
plena de curiosidades, héroes y villanos, ideales inalcanzables, para
convertirse en el instrumento que asegure la continuidad y consolide la
profesión. Parece mentira pero ahora el futuro es la ética; las utopías serán
las futuras realidades.
Pero
al retornar a la situación laboral presente Ramonet retorna al más agudo
pesimismo y lamenta que en “nombre de la industrialización de la información,
el ámbito de actividad se redujo considerablemente. El periodista enfrenta un
sistema de jerarquía y propiedad que reclama una rentabilidad inmediata. De
allí que el periodista se preocupe por lo que le van a pedir y más si lo que le
piden entra en contradicción con su pensamiento. A pesar de la resistencia y la
defensa de la ética muchos periodistas abandonan y se pasan al campo de las
relaciones públicas, a la comunicación institucional, a ser simples canales de
transmisión.”
El
periodismo está que arde. Ojalá no llegue a quemarse. La crisis se agudiza y
llena de incertidumbre a los participantes; hasta resulta complicado definir al
periodismo y a los periodistas. Se duda incluso de su eficacia como herramienta
para el desarrollo de las democracias, tambalea el andamiaje ético y caen bajo
la tiranía de las presiones económicas o políticas principios estructurantes de
la actividad.
Es
una transición muy dura. Algo es evidente: el periodismo está cambiando, falta
que los periodistas tomen el control del cambio, que pasen a la ofensiva o se
resignen a ser operarios pasivos de un neoperiodismo, servil y funcional,
apéndice comercial –en el mejor de los casos- de grupos de poder o presión.
Habrá
que animarse a dar la batalla o seguir perteneciendo al staff del cinismo o la
corrupción. El punto medio, la reserva del espacio individual a la que apuntan
muchos periodistas, es un esquema difícil de conservar.
La
comodidad o el miedo no son buenos consejeros, la marea sigue avanzando y tarde
o temprano lo cubrirá todo. Es mejor ser precavido y empezar a construir la
barca.
Referencias
bibliográficas.
(1) Ignacio Ramonent.
“El quinto poder”, www. monde-diplomatique.es,
octubre 2003.
(2) Entrevista: García
Canclini, Revista “Cinco W”, Instituto de Comunicación Social-UCA, Bs. As.
2003.
(3) (4) Ignacio
Ramonent. “El quinto poder”, www. monde-diplomatique.es, octubre 2003.
(5)
Brian Houston, “Inequality of resources: The crisis of media conglomeration and
the case of reform”, Universidad de Oklahoma, 2001
(6) Ben Bagdikian,
“The media monopoly”, 2000, citado en (5)
(7) Ernesto Carmona,
“El negocio mediático está en decadencia en Estados Unidos”, www.argenpress.info, 2/02/2004 o ver
“Proyecto para la excelencia del periodismo” en www.journalism.org
(8) Philip Meyer y
Minjeong Kim, “How many news people does a newspaper need?, Universidad de
Carolina del Norte, 2001.
(9) Mario Bunge/Martha
Paz, “Concentración mediática, peligro para la democracia”, www.argenpress.info, 2003.
(10) Damián Loreti, El derecho a la información, Paidós,
Bs.As. 1999.
(11) Observatorio de
medios UTPBA, “Las alambradas mediáticas. Concentración económica y degradación
del trabajo”, www.observatorio.org.ar
(12) Sergio Levinsky, El deporte de infomar, capítulo 6, pág.
95-96, Paidós, Bs.As, 2002
(13) Víctor Hugo
Morales y varios, Jugados. Crítica a
la patria deportista. pág. 175-179, Eudeba, Bs.As. 1999.
(14) Gerardo Reyes,
“Javier Restrepo. El compromiso con la verdad”, Perfiles y Entrevistas, www.fiu.edu. 1998
(15)
Bill Kovach, Tom Rosenstiel y Amy Mitchell, “A crisis of confidence”, Pew Research
Center for the People and
the Press and the Project for Excellence in Journalism, www.people-press.org, 2004.
(16) Marisol Castro y
Gaia Mega, “Zapatero se compromete a regular la actividad periodística”,
Periódico electrónico Opinar, www.opinar.net,
2003
7.
Viejos y nuevos periodismos
Hay que estar muy
distraído para no advertir la crisis en la que se debate el periodismo. No
parece una crisis pasajera, que pueda resolverse con algunos retoques sino más
bien una crisis de fondo, un proceso con varios años de desarrollo. Lo positivo
de la crisis es la aparición de expresiones novedosas, experiencias piloto en
el campo de la información acompañadas por innovaciones tecnológicas y un mayor
protagonismo educativo. También se produjeron manifiestos por un nuevo
periodismo, reclamos transparentistas por parte de reconocidos personajes de la
comunicación junto con algunas autocríticas y solicitudes públicas de perdón
por la humana y falible labor profesional.
En el terreno
estrictamente periodístico, es decir excluyendo el impacto tecnológico,
emergieron variantes con mayor o menor fortuna, más o menos impetuosas, con la
idea de cubrir los baches que deja el periodismo tradicional.
Jaqueado por el mundo
de los negocios y la intrincada realidad social, con una complejidad
ascendente, el periodismo fue dejando en el camino parte de su mitología y
esencia, lo que abrió la oportunidad para el periodista crítico. A veces con el
ímpetu del oficio, otras con el socorro del aparato educativo y de la
tecnología digital se fueron moldeando nuevos periodismos, dispuestos a ir al
encuentro de audiencias olvidadas, desconocidas o inalcanzables para el
periodismo instituido.
Entre la incertidumbre
y la indefinición de las empresas periodísticas y el rol del periodista en la
sociedad crece la vitalidad natural del periodismo. Muchos pronostican el fin
del periodismo. Es posible. Pero tal afirmación sólo puede englobar ciertas
formas de periodismo porque el ímpetu del que dan muestras miles de
emprendimientos desmiente cualquier visión tremendista.
Basta reparar en
Internet como escenario renovador. Hubo predicciones catastróficas, de muerte
inminente del diario, por ejemplo. También la televisión y la radio
retrocederían ante el avance del ogro multimedia. Nada de eso. Todo lo
contrario. Puede notarse un efecto potenciador de Internet en beneficio del
resto de los segmentos informativos.
Más áun, Internet es
uno de los pocos lugares donde la lectura de noticias está creciendo, con el agregado de que el
público joven y el público adulto acceden a la información online en la misma
proporción. La temida renovación generacional que atormenta a los periódicos no
sería una amenaza y a juzgar por el número de lectores parece estar yendo por
la buena senda (Kovach, Rosenstiel, Mitchell; 2004) (1).
Y del lado de los
emisores la mayoría de los periodistas consideran a la red como un aliado en su
trabajo dado su poder como herramienta investigativa y de actualización de
noticias a cualquier hora del día (2).
Lo mismo puede decirse
con respecto a los ingresos. Los diarios comienzan a recoger sus frutos en la
red, en algunos casos con un incremento exponencial aunque partiendo de un piso
exiguo.
Si bien no existe
diario que se precie de serlo y no ocupe un espacio en el mundo virtual de las
noticias, es cierto que los dueños de diarios todavía son algo remisos a
invertir en sus ediciones en línea. En los debates que se habilitan durante las
conferencias y seminarios las posiciones de los editores son muy heterogéneas
respecto del futuro.
Recientemente, la Asociación Mundial
de Periódicos (WAN son las siglas en inglés), analizó la conducta que podrían
seguir los avisos clasificados –un instrumento clave en términos de autonomía
financiera- durante los próximos años. El informe se basó en cuestionarios y
entrevistas telefónicas acerca de las prácticas digitales de 100 diarios en
diferentes partes del mundo. Se concluye que los avisos de empleo en primer lugar,
seguidos por automóviles y vivienda, están marchando a ritmo sostenido desde la
edición impresa hacia la versión digital. Los responsables del informe observan
que la mudanza de un formato a otro es lenta –estiman que el proceso se
completará en un período de entre cinco y 20 años- pero la califican de
“probablemente inevitable” (2004) (3).
Y aquí aparece ese
punto de renuencia que se citaba anteriormente. ¿Por qué inevitable? ¿Por qué
no disponer de nuevos elementos para capturar esos avisos? En muchos casos se
iniciaron acciones agresivas en este sentido, sin aferrarse a capa y espada al
producto impreso lo que terminó por darle a los más innovadores “una ventaja
competitiva”.
Durante el IV Congreso
Iberoamericano de Periodismo Digital –donde pude comprobar el optimismo
digital-, celebrado en Buenos Aires en octubre de 2003, Roberto Guareschi, ex
editor de Clarín, dio cuenta de esta reticencia: “los grandes medios no ven lo
que viene, sancionan lo nuevo, son conservadores” (2003) (4).
Mientras que el
consultor internacional de diarios, Calmon Alves, de la Universidad de Texas,
en referencia a la web portaba una serie de conclusiones y reflexiones entre
las que destacaba que la web es una transición hacia “quién sabe dónde”, para
los medios se trata de una estrategia vital, “no es un lujo ni estar por estar,
hay que mirar al consumidor”. Aseguraba Alves que la web está cambiando a los
diarios, es un medio de comunicación indispensable, durante la jornada laboral
es el medio de comunicación que registra el uso más intensivo, es un negocio
viable (dio varios ejemplos de diarios norteamericanos exhibiendo ganancias
provenientes de la edición digital) donde el mayor patrimonio son los lectores
y no las suscripciones. El diario digital vende el comportamiento del lector a
sus anunciantes. Explicó Alves que en el modelo digital del New York Times
existen tres segmentos: dos son totalmente gratuitos, en uno de ellos se
solicita registro obligatorio, mientras que el tercero es un modelo cerrado, de
suscripción paga para productos especializados.
En tanto Miguel
Wiñazki (Universidad de Belgrano) citó los últimos estudios sobre Internet en
los Estados Unidos que aseguran que lo más atractivo para los usuarios es el
contenido, el texto, de ahí la preeminencia en la búsqueda de información y por
ende el valor de la función periodística.
Otros ponentes
reforzaron el entusiasmo digital presentando experiencias a nivel de
municipalidades, en particular en España es muy intensa la conformación de
redacciones digitales financiadas por los municipios y la explosión de los
weblogs como subproducto original de la red.
La complementariedad
del nuevo medio con los tradicionales venía siendo advertido en diferentes
estudios de consultoras y universidades. Las noticias necesitan canales de
difusión y nadie puede imaginarse –por ahora- un mundo desconectado,
funcionando sin la información que a diario mueven los gobiernos y las
empresas.
Uno de esos estudios
(Ricetelli, Marzulli; 2003) (5), realizado en la Argentina, muestra que
más del 84% de los entrevistados utiliza Internet para mantenerse actualizado
pero sin dejar de acudir a los medios habituales (diario, radio, televisión).
El desagregado registra que un 80% sigue leyendo diarios en la misma medida, el
43% oye radio y el 36% sigue viendo noticias por televisión de la misma
manera.
El
incremento en el uso de Internet se extiende más allá de las noticias,
alcanzando el sector comercial y la educación. La Argentina, según datos
que aporta la encuesta de D´Alessio Irol, es el país latinoamericano más
entusiasta en el uso de la red, con 15% de la población conectada (más de 5
millones de habitantes), en tanto que para el resto de la región el promedio es
apenas de 3%. En los Estados Unidos ese porcentaje llega al 40% (2004) (6).
Según la misma encuesta Internet tiene un nivel de penetración similar al de la
televisión.
Cuando
el periodismo dio sus primeros pasos en Internet muchos creyeron ver el nuevo
ágora, el retorno a la democracia griega en tiempos de la informática, con un
periodismo fortalecido, libre e independiente. Fue en paralelo a la burbuja
comercial de las punto com que luego estalló en un cataclismo que revirtió las
expectativas.
Ni
tanto ni tan poco. El andamiaje comercial se va recuperando dentro de los
parámetros que impone la racionalidad económica y el periodismo encuentra en la
red un espacio alternativo. Es una alternativa a ese periodismo estandarizado y
conformista, a veces se convierte en refugio de viejos periodistas alejados de
los medios, otras es el punto de partida en la profesión para jóvenes
entusiasmados por las promesas del periodismo utópico cuyos postulados
asimilaron en la
Universidad.
Así,
en una mezcla de amateurismo periodístico,
bohemia y ciencia surgen los weblogs, vigorosos, creciendo como hongos
dentro de la espesura informática, con un estimado de cerca de 3 millones de
webloggers.
El
fenómeno arrancó en 1999 cuando Google adquiere Pyra Labs, propietaria de un
software llamado Blogger (Welch; 2003) (7). Este programa cuenta con todos los
recursos tecnológicos de una página web pero no requiere de los conocimientos
técnicos o los recursos económicos que hasta ese momento demandaba la propiedad
de un sitio en Internet. Desde ese entonces ocupar un lugar propio en la
galaxia virtual se convirtió en gratuito y fácil.
En
general se caracterizan por desarrollar un tema en particular, pueden ser
personales, colectivos o comunitarios, es decir los hace el público mientras
que el editor sólo ordena el tráfico de artículos. La información se presenta
en un orden cronológico inverso, las últimas noticias van arriba y los textos
contienen uno o muchos enlaces con otros sitios web donde se encuentran
historias o notas relacionadas, lo que convierte a los weblogs en
multiplicadores hipertextuales. La tecnología blogger habilita al periodista
amateur o profesional o a cualquier ciudadano inquieto a escribir, diseñar,
editar y publicar su propio producto editorial, el que podrá ser leído
potencialmente por millones de personas.
La
popularidad de los weblogs se explica en gran medida por la diversidad. Los
contenidos recogen los diferentes puntos de vista de la sociedad en oposición a
los homogéneos productos tradicionales, hechos por periodistas un tanto
aburguesados y de estrecho margen de maniobra como para incluir temáticas
controversiales o fuera de la agenda mediática. Los relatos son intensos,
vívidos, se recogen infinidad de testimonios y, además, por la cantidad de
personas que se conectan en determinados sitios, pueden chequear la información
que dan los grandes medios.
Desde
ya que muchos editores tienen el ojo puesto en esta corriente de frescura y
renovación y se dieron casos de weblogers que fueron contratados por periódicos
o editoriales (2003) (8).
La
guerra de Irak fue el trampolín para que un alternativo alcance la fama. (2003)
(9) Salam, arquitecto iraquí de 29 años, vivía en Bagdad en tiempos de Sadam
Hussein. Su amigo, un palestino que cursaba sus estudios en Jordania, no
respondía los mails que a diario enviaba Salam. Pero éste no se dio por vencido
y comenzó a publicar en un weblog los mismos mensajes, íntimos, incluyendo
comentarios sobre familiares y otras alternativas sin mayor interés para un
público masivo. Con el tiempo Salam fue por más y se explayó sobre su homosexualidad
y la vida cotidiana en los días previos a la guerra. Su existencia pendía de un
hilo. Por mucho menos el régimen iraquí hizo rodar las cabezas de algunos de
los 200.000 desaparecidos con los cuales batió el récord genocida en el país.
De
allí que Salam nunca reveló su apellido real, se hacía llamar Salam Pax
(seudónimo) quien ya desde su weblog narró como ningún medio tradicional los
bombardeos sobre Bagdad, las batidas y posterior fuga de las milicias iraquíes,
y la llegada de las tropas norteamericanas. Cerca de 200.000 personas visitaron
a diario su weblog. La posguerra lo sigue encontrando firme en sus
descripciones: el desorden, los atentados, la falta de electricidad, las
propuestas de los nuevos líderes, siempre en su estilo punzante y desenfadado.
Pero ahora cuenta con trabajo adicional, y remunerado. Pocos después de la
caída de Hussein, el novel periodista iraquí se convirtió en columnista del
diario inglés The Guardian y además firmó contrato con una editorial
(Grove/Atlantic) para publicar un libro de la guerra.
Entre
tantos intentos superadores el Periodismo
Cívico (PC) ocupa un lugar preponderante. Por el cuestionamiento de fondo,
los cambios palpables obtenidos, un cuerpo teórico respaldatorio y los actores
implicados el PC es una muestra de vitalidad y coherencia dentro del mundo de
la información.
El
PC nació de la inquietud política -en el sentido más amplio del término- de
Davis Merritt, director del diario Wichita Eagle de la cadena Knight-Ridder
(Wichita,EE.UU.), quien estaba preocupado por la baja calidad del debate
político y el escaso interés de la gente en los temas de interés público. Pero
el alcance de esta movida periodística fue mucho más allá (Carrasco; 2003) (10).
El
punto de partida fueron las elecciones para gobernador de Kansas, en 1990. El
director del Eagle lanzó el “Proyecto Votante” con el fin de elevar el nivel de
discusión, dejando de lado las peleas electoralistas y de chismorroteo político
para centrarse en las propuestas de los candidatos en los temas centrales. El
primer paso fue encuestar a 500 ciudadanos para que digan cuáles son las
cuestiones más acuciantes, luego se seleccionaron los temas más mencionados
para ser utilizados en las coberturas que se hicieran a posteriori. Una emisora
local, de la cadena ABC, adhirió al emprendimiento que, finalmente, logró
renovar el interés del público e incrementar su participación en el acto
eleccionario.
Ese
mismo año el Pew Charitable Trusts, una organización benéfica con sede en
Filadelfia, creó el Centro Pew, con la finalidad de financiar y dar respaldo
técnico al experimento cívico. Fue entonces que se evidenció que el único
problema no era la decadencia en la vida cívica de los norteamericanos sino que
el periodismo era parte del problema. Un aspecto que por cierto caracteriza a
casi todo el mundo occidental, afectado por la crisis de representatividad de
la clase política unida a un periodismo que sólo reproduce las manifestaciones
de esa crisis como un frío espectador. Es decir, el periodismo se asocia al fracaso
y no es capaz de convertirse en un instrumento de cambio, en un agente
transmisor de soluciones. Las consecuencias de esta postura, según Jay Rosen,
uno de los mentores del PC se veían reflejadas en lo que se dio en llamar las
campanas de alarma de la prensa americana. Alarma por la caída en los índices
de lectura y circulación, el impacto de las nuevas tecnologías que convierten a
la información en un bien abundante, las coberturas tradicionales de los
eventos políticos con una marcada tendencia a presentarla como un juego o
torneo deportivo, la visión negativa del periodista sin presentar opciones
afirmativas y la percepción de que ciertos términos o conceptos que rodean a la
profesión no resultan suficientes para explicar su funcionamiento. Entre otros
información, interpretación y análisis o la difusa noción de objetividad.
Con
el afán de ser parte de la solución el Eagle organizó el “Proyecto del pueblo”
donde se propusieron los temas de interés y además se realizaron reuniones con
representantes de la comunidad para encontrar alternativas a los problemas.
El
mismo propósito renovador guió la experiencia del Charlotte Observer, otro
diario de la cadena Knight-Ridder, en el estado de Carolina del Norte, con
motivo de las elecciones de 1992. El Instituto Poynter para el estudio de los
medios (Florida) y la filial local de la cadena ABC se unieron al experimento
cuyo primer paso fue construir una agenda de los ciudadanos luego de encuestar
a más de 1.000 habitantes. De allí surgieron gran parte de las notas que se
hicieron durante la cobertura de la campaña e incluso las preguntas que hacían
los periodistas en las conferencias de prensa habían sido formuladas por
algunos de los encuestados.
Públicos
que deliberan, ciudadanos que participan, el periodismo es más que una
herramienta de información, es un espacio propicio para plantear iniciativas y
para influir en las decisiones de gobierno.
La
misión ampliada del periodista pone en tela de juicio también la teoría clásica
de la comunicación como proceso unidireccional: emisor, mensaje y receptor
donde éste último forma sus opiniones a partir de la información recibida. El
periodista busca las conexiones apropiadas para los ciudadanos prestando un
servicio de guía democrático que colabora con la gente más allá del voto y
también más allá de la información. Porque cambia además la relación de la
prensa con la política y en consecuencia cambia el producto editorial ya que el
periodista cumple un rol doble que lo incluye como ciudadano, no como un observador
frío y distante.
También
entra en crisis el esquema escindido de hechos versus opiniones que no siempre
funciona, aunque éste tema requiere de
un análisis a fondo que es mejor relegar para otra ocasión.
Desde
ya son muchas las críticas que despierta el PC empezando por el riesgo de
involucrarse en exceso en las cuestiones políticas o en identificarse sólo con
las propuestas del público y no presentar otros temas, a veces perturbardores
pero necesarios para el desarrollo de las sociedades democráticas.
Aunque
las críticas más punzantes apuntan al silencio del PC en materias tan sensibles
como la propiedad y el control de los medios de prensa así como también al
financiamiento de los medios (Houston; 2001) (11). Es que las experiencias de
PC tuvieron lugar bajo los auspicios de las grandes cadenas de diarios como
Knight-Ridder y cuesta creer que desde allí puedan romperse los lazos con el
modelo tradicional. Tampoco parece probable que el PC propicie la discusión de
ciertos temas críticos para las grandes corporaciones que, entre otros activos,
disponen de medios de comunicación. Por ejemplo, una compañía propietaria de
medios, con intereses en el negocio energético, ¿aceptará discutir, abierta y
honestamente con los ciudadanos y plantear soluciones a las consecuencias
ambientales por la extracción y el consumo de petróleo?
Sea
como fuere es un modelo interesante, del que pueden aplicarse sus principios
básicos, que apuntan a una mayor calidad periodística pero no puede pretenderse
un trasplante completo de la experiencia a nuestras latitudes donde los
obstáculos son un tanto más complejos.
De
todos modos, como dice el teórico norteamericano Carey “es hasta ahora el único movimiento que
aporta al menos alguna oposición a la próxima oleada de concentración global
del poder y la tiranía de mercado” (12).
Mucho
antes de que el empeño cívico se manifestara dentro del periodismo
norteamericano, Philip Meyer, periodista y docente, comenzó a pregonar otro
periodismo. Sinceridad, transparencia y método científico figuraban entre sus
postulados. Publicó un libro, sobre finales de los años 60 y después de enseñar
su teoría durante más de 30 años actualizó el texto en los 90: Periodismo de precisión (Meyer; 1979/90)
(13). Conocido también como periodismo científico, apela a la aplicación de los
métodos de las ciencias sociales al periodismo, dejando atrás “las tradiciones
del periodismo pasivo y del periodismo inocente.” Según el autor la inocencia y
la pasividad en el periodismo equivale a esas mismas actitudes en una persona,
es decir con absoluta facilidad esa persona puede ser utilizada por otras.
En
el caso del periodismo las empresas mediáticas son presa fácil del poder
político y sus especialistas o consultores que dicen cuándo un hecho es o no es
noticia. La única manera de quebrar la manipulación es ingresar en el terreno
del conocimiento, por ejemplo producir el propio conocimiento, dejar de
contratar o pagar encuestas y formar periodistas que hagan las encuestas para
sus empresas de medios. El método científico aporta al periodista una mayor
capacidad de análisis y por lo tanto un camino cierto de verificación, puede
objetivar, medir y reconocer los hechos de una manera más precisa, más
científica.
Meyer
cita a un físico quien aseguraba que “el periodismo es una ciencia, y un
periodista calificado y responsable es en la práctica un científico”. Con
entusiasmo, el físico veía que periodistas y científicos “marchaban juntos al
servicio de la humanidad para compartir y entender el conocimiento”.
En
esencia la propuesta es atender los principios básicos del periodismo, los
mismos que caracterizan al científico como son la amplitud mental, la falta de
prejuicios, chequear y rechequear la información, acumular datos, ser escéptico
y otras coincidencias. Lo que distancia a unos y otros es parte de la
invitación de Meyer a subirse a un nuevo periodismo: trazar una hipótesis,
describir el método, los hallazgos y los caminos para llegar a las
conclusiones. Reemplazar el método objetivista por el testeo directo de la
realidad, es decir el periodista cuenta con sus propias observaciones,
deducciones y experimentos y no necesita entregarse en los brazos de los
expertos en la materia y en cruzar distintos puntos de vista como única
alternativa. Tiene una herramienta que le permite evaluar y analizar con
criterios mucho más amplios que las simples declaraciones de los expertos. Para rematar la propuesta, el profesor y
periodista ofrece un sabio y transparente consejo: “usar una cuota de humildad,
no ser pretencioso ni arrogante, puede que uno cometa errores. Si estos errores
son detectados hay que dejarlos aflorar ya que el combate de muchas voces es
sano para la democracia pluralista y es un entorno ideal para científicos y
periodistas.”
La
crisis de los periódicos y las quejas de los lectores abrieron el cauce para
crear un nuevo oficio dentro del periodismo escrito. El defensor del lector debe oficiar de intermediario, tramitando las
demandas de los lectores y al mismo tiempo aportando elementos al diario para
enfrentar la crisis.
Si
bien los orígenes del ombudsman se remontan a Suecia (1916) donde un consejo de
prensa atendía los reclamos, la figura del ombudsman individual surge en 1967
en los Estados Unidos, en dos diarios de Lousville, en Kentucky, después
del fracaso del concejo de prensa local.
Desde
entonces los problemas de fondo siguen siendo los mismos y además se van
apilando nuevos obstáculos (Rey; 2003) (14). La sociedad se transforma, los
medios tienen que acompañar y a veces pierden la brújula y encima se amontonan
nuevas tecnologías. Unas se incorporan, otras se demoran, sobreabunda la
información y se cuestiona la agenda mediática.
En teoría el defensor se debate en medio de estos desafíos y críticas y,
en absoluta soledad, debe ofrecer respuestas que satisfagan al lector y al
dueño del diario. En general, los cuestionamientos a la figura del defensor se
centran en su aplicación práctica, en su impotencia para superar la órbita de
los propietarios de los medios, condicionando el servicio al lector.
La
dependencia es el punto crítico porque sin el apoyo de los dueños, sin esa
voluntad política, la tarea del defensor no puede prosperar.
En
los papeles tiene autonomía dentro de la redacción, no depende de ninguna
estructura jerárquica, ya sea en relación con los dueños o a otros periodistas.
Debe separarse lo más posible de los protagonistas de la información para
evitar riesgos contaminantes que alteren la pureza del servicio. Habitualmente,
en América Latina el defensor permanece en el cargo por un plazo no mayor a
tres años, a veces cuenta con un asistente o una secretaría y en general es
seleccionado entre periodistas de buena trayectoria en el diario aunque también
se dieron casos de profesores o colaboradores de otros medios.
El
nombramiento parte de los directivos del diario, salvo casos excepcionales como
el periódico Público de Guadalajara,
México, donde los concejos de lectores asumen esa responsabilidad. Si pertenece a la planta de periodistas del
diario, una vez concluido el período previsto el defensor retorna al puesto que
detentaba con anterioridad y mientras dura en sus funciones está protegido por
una claúsula de estabilidad para no ser víctima del malhumor empresario.
Es un error suponer que el defensor siempre está del
lado del lector, hay que recordar su carácter de intermediario. El defensor
analiza cada caso, profundiza en la información recibida y de acuerdo con su
capacidad crítica y sus facultades interpretativas publica su posición en una
columna del día domingo.
Recientemente en el país (mayo 2004), con motivo de
la reconfiguración del diario, Clarín creó la sección Lectores para incluirla
en la edición del domingo y según el editor general Ricardo Kirschbaum “será
una página de interactividad con cartas seleccionadas que plantean problemas,
críticas, señalan errores o discrepan con la información u opinión publicada
por Clarín”. La página está a cargo
de Osvaldo Pepe, un editor con muchos años en la empresa quien “da su punto de
vista después de haber estudiado el problema planteado”.
En principio hay que darle la bienvenida a la
propuesta aún desconociendo las
condiciones en las que se desarrollará la tarea y la sugestiva omisión del
término defensor del lector. Quizás
sólo sea una tibia aproximación al lector lo que se está buscando y no un
intermediario con criterios propios. Habrá que ver en qué medida se acerca a
los postulados que fundamentan la existencia del cargo. Probablemente sea una
réplica aggiornada de la cálida columna que atiende Octavio Paz en La Nación.
En cuanto a formas de participación de lectores, la Argentina viene
rezagada. Un concejo del lector con 10 integrantes, creado por el diario Do
Grande de San Pablo, Brasil muestra la ventaja de nuestro vecino en la materia
(15). El concejo está regulado por un reglamento que orienta la evaluación de
todo el material publicado y sugiere cambios. Los consejeros son elegidos por
editores del diario, duran en el puesto seis meses y se reúnen con otros
miembros de la redacción cada 15 días. Allí pueden presentar ideas de notas y proponer líneas de
acción aunque sus decisiones no tienen carácter obligatorio para el diario, son
funciones consultivas.
El diario O Globo de Brasil cuenta con paneles de
lectores que son convocados todos los días y se los entrevista mediante un
cuestionario que abarca los distintos aspectos del periódico. Los resultados se
publican en la página editorial.
Una de las experiencias participativas más
destacables se lleva adelante en Perú. Al destaparse la olla de la corrupción
bajo el gobierno de Fujimori y su operador, el recién condenado a prisión, el
ministro Montesinos, se creó la Veeduría Ciudadana de la Comunicación Social
con el fin de establecer un escudo contra futuras manipulaciones. En su
declaración de principios, la organización apuesta al “rol protagónico del
ciudadano, independiente del control de los dueños de medios”, muchos de los
cuales habían sido “comprados por el gobierno fujimorista”, mientras que otros
guardaron silencio o fueron perseguidos. La veeduría es auspiciada por
organismos nacionales e internacionales y además de “la indignación que existe
ante la miseria moral y política de nuestros medios” las líneas de trabajo
abarcan la educación y participación de ciudadanos en la crítica de medios,
exigencia de cambios, propuestas legales, acciones compartidas con los medios y
funciones de observatorio de medios.
La referencia anterior a la Argentina como un país
refractario a la participación ciudadana en los medios no es gratuita. Desde
los medios algunos periodistas se animan, en punta de pies, a exponer esta
falencia.
Al respecto, el acta fundacional del Foro de
Periodistas Argentinos (FOPEA) -una idea que agrupa a reconocidos profesionales
y docentes conscientes de la transición por la que atraviesa el periodismo-
puntualiza entre otros aspectos negativos que rodean a la profesión “la ausencia de un consenso sobre postulados
éticos y de calidad, con malas prácticas que pueden dañar al periodismo y la
democracia; crisis del periodismo con su audiencia que lleva a menos lectores y
al crecimiento del infoentretenimiento” (16). Además el foro invita a debatir
los estándares profesionales como el abuso del off the record, la búsqueda de fuentes alternativas, el exceso de
opinión sin sustento informativo, recursos ilegales en la búsqueda informativa
y la exclusión de temas relevantes de la agenda de los medios.
Por ahora buenos muchachos y buenos propósitos.
Estamos en el principio.
Otra muestra de la impotencia del periodismo
argentino para cabalgar la crisis fue el documento autocrítico “Examen de
conciencia” que con motivo del día del periodista (06/2004) emitió el Club
Gente de Prensa, entidad que agrupa a periodistas católicos.
“Es tiempo que los periodistas, que pedimos
autocrítica a todo el mundo, hagamos la propia y delante de Dios y los hombres
queremos pedir perdón por nuestros errores”. Más adelante, el documento expresa
una serie de faltas en las que incurren a diario y desde hace demasiado tiempo
los periodistas “porque no siempre
evitamos manipular la información con fines espurios o ceder ante presiones e
intereses ideológicos, partidarios, sectoriales o económicos... Porque no
siempre tuvimos en cuenta a los pobres y excluidos o defendimos claramente un
orden económico y social que tenga como centro a la persona humana...Porque no
siempre nos preocupamos por formarnos profesional y espiritualmente, ni por ser
solidarios con nuestros colegas”, entre una extensa lista de yerros.
Un gesto de
humildad y honestidad, valedero y necesario, pero que quizás termine enlazando
con una declaración similar el año próximo y no pase de ahí. Muy poco para una
sociedad tan lastimada por la corrupción. Más que voces se necesitan gritos.
Los jóvenes periodistas y los estudiantes de periodismo que observan con
minuciosidad cada gesto de los mayores esperan el ejemplo valiente, el no al
miedo y al silencio pero a voz en cuello.
Como animó a los periodistas, ese mismo día,
monseñor Mario Maulión, arzobispo de Paraná y presidente de la Comisión Episcopal
para las Comunicaciones Sociales, durante la misa celebrada en la Catedral Metropolitana:
“transmitan los hechos en toda su amplitud y riqueza, sin ocultarlos o
parcializarlos y eviten las tentaciones permanentes del soborno y el miedo a
las consecuencias o al dueño o amo circunstancial” (2004) (17).
Dentro del capítulo argentino de respuesta a la
crisis, no pueden pasarse por alto dos hechos. El primero –que pasa bastante
desapercibido para el público común- fue la creación en julio de 2000 de la
agencia noticiosa Infocívica por parte de la Fundación Poder
Ciudadano, organización que funciona como control ciudadano de la actividad
política, con interesantes aportes en lo que hace a patrimonio de dirigentes y
legisladores.
La agencia produce notas referidas a la actividad de
las organizaciones no gubernamentales apuntando a una repercusión mayor de las
actividades solidarias en los medios como una manera de promover el llamado
periodismo social.
El otro hecho destacable, por tratarse de Morales
Solá, periodista político del diario La Nación, fue la autocrítica
que publicó en su columna y que hoy figura como referente de la crisis del
periodismo en numerosas publicaciones (2002) (18). Quizás por esto de que son
tan escasas las manifestaciones públicas cuando surge una gota en el desierto
se convierte en un mar crispado. Reconocía que la catástrofe de 2001 sorprendió
al periodismo porque “los conflictos se incubaban ante nuestra mirada
indiferente... la desocupación y el hambre en un país rico no fueron un
designio de la naturaleza ni la perversión de los de afuera”. La corrupción no
pidió permiso y se abatió sobre “sectores del periodismo aunque la inmensa
mayoría son honestos y esforzados y a veces trabajan más de lo humanamente
tolerable, cuando trabajan.”
La crítica atraviesa rasgos típicos del profesional,
irritativos para la sociedad como son la soberbia, la autocomplacencia y cierto
aire de infalibilidad. No pasa por alto Morales Solá el cuadro de endeudamiento
externo de las empresas mediáticas pero “el medio periodístico no es una
empresa cualquiera porque concierne a la identidad histórica y cultural” ante
el riesgo de una masiva extranjerización del mercado de la comunicación.
Recomienda el periodista un retorno a las fuentes, “a las viejas prácticas de
investigar, chequear y reconfirmar antes de consignar y publicar los
hechos...más importante que opinar es la veracidad de lo que se cuenta y la
forma como se lo hace.”
El
lector como guía insistuible de la ética aparece con un sentido claro en la
pluma de otro periodista argentino, Tomás Eloy Martínez cuando proclama el
“pacto de fidelidades” que debe establecerse entre el periodista y el lector.
“Fidelidad a la propia conciencia, fidelidad a la verdad, a la avidez de
conocimiento del lector que se sacia con la investigación honesta, no con el
escándalo; con la narración de cada hecho dentro de su contexto y antecedentes”
y continuaba el escritor y periodista radicado desde hace muchos años en los
Estados Unidos: “El periodismo no es un circo para exhibirse ni un tribunal
para juzgar ni una asesoría para gobernantes ineptos o vacilantes sino un
instrumento de información, una herramienta para pensar, para crear, para
ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta.
El periodismo nunca es un mero modo de ganarse la vida sino un recurso
providencial para ganar la Vida.
(Ignacio López; 2003) (19)”
Referencias
del capítulo 7.
(1)
Bill Kovach, Tom Rosenstiel y Amy Mitchell, “A crisis of confidence”, The
Internet as a place of confidence and cuts. www.people-press.org. 2004
(2)
Bill Kovach, Tom Rosenstiel y Amy Mitchell, “Today´s changing room”, Internet´s impact mostly positive. www.people-press.org. 2004
(3) Asociación Mundial
de Periódicos, “La migración de anuncios hacia Internet es lenta”, www.wan-press.org, abril 2004
(4)
www.congresobsas.clarin.com
(5) Teresa
Ricetelli/Paula Marzulli, “Internet: Una nueva forma de comunicación”,
Instituto de Comunicación Social, Periodismo y Publicidad-UCA, Boletín nº 4 –
2002.
(6) “Internet: más
usos y más conexiones”, Editorial, Diario Clarín, Bs.As. 15/05/2004.
(7)
y (8) Matt Welch, “The new amateur journalists weigh in”, Columbia Review,
2003.
(9) Rory McCarthy,
“Reapareció el joven iraquí que escribió su diario de guerra desde Bagdad por
Internet”, www.clarin.com.ar, 6/06/2003
(10) Sabrina Carrasco,
“Periodismo cívico: la gente define la agenda y delibera sobre políticas”, www.cambiocultural.com.ar, junio
2003
(11)
(12) Brian Houston, “Inequality of Resources: The Crisis of Media
Conglomeration and the Case for Reform, Universidad de Oklahoma, 2001. Bhouston@openboxllc.com
(13)
Philip Meyer, The new precision
journalism, cap. I
(14) (15) Germán Rey,
“El defensor del lector: un oficio en construcción”, www.saladeprensa.org,
8/05/2003
(16) Foro de
periodismo argentino, La idea fuerza, www.fopea.org.ar
(17) ”Maulión instó a
decir la verdad, anque cueste” Diario La Nación, Cultura, pág. 20, 4/06/2004
(18) Morales Solá, “La
hora de la autocrítica”, Diario La
Nación, Bs.As, 2002.
(19)
José Ignacio López, “Pluralismo y Compromiso”, Iglesia y Medios, Instituto de
Comunicación Social-UCA, Bs. As. 2003
8. Salven al periodismo
A
lo largo de las últimas décadas la discusión sobre la ética y la
responsabilidad social de los medios transita entre los pedidos de regulaciones
o normas jurídicas, posición que sustentan en general sectores externos a la
profesión, y el de la autorregulación, fogoneado desde las usinas del
periodismo. Quienes se oponen a cualquier tipo de intervención en la actividad
periodística advierten sobre los riesgos a los que se expone la libertad de
expresión. Quienes favorecen una normativa aducen las mismas razones:
garantizar la libertad de expresión controlando los desvíos que atentan contra
la libertad proclamada.
Es
difícil imaginar en una sociedad como la argentina la eficacia de una norma de
contralor de la calidad informativa habida cuenta de la prontitud para eludir o
vulnerar normas que nos caracterizan. Esto no significa abandonar la idea de
ponerle un cauce razonable a la actividad periodística, por el bien de la
sociedad y de quienes hacen periodismo.
La
autorregulación es la palabra que
convoca más adeptos dentro del gremio y suena en principio como un camino apto
para la custodia de la libertad de información. El punto débil de la salida
autorregulada es la prontitud con la que se encuentran excepciones y excusas
para no cumplir con lo estipulado.
El
discurso de los medios se caracteriza por la defensa encendida de la libertad,
una condición imprescindible para la sociedad moderna que costó y cuesta aún
vidas y patrimonio. Todavía son muchos los países donde hay control estricto de
prensa o en casos como el nuestro donde se garantiza esa libertad pero caen
periodistas asesinados, con alguna periodicidad, en particular en el interior
del país.
Pero
a diferencia de períodos anteriores, los medios alcanzaron la mayoría de edad y
ahora son un poder en sí mismos. Forman parte de organizaciones económicas y
políticas poderosas y por lo tanto su grado de influencia en la sociedad no
puede minimizarse. No es de extrañar que frente a semejante grado de libertad y
poder juntos, desde distintos sectores de la sociedad, se pida la intervención
del Estado para regular la actividad informativa.
El
uso irresponsable de los medios por parte de algunos comunicadores abona esa
idea, es comprensible. Allí habría que poner el acento, en el uso responsable.
El problema es quién o quiénes son los encargados de establecer las pautas para
el uso de los medios, donde la libertad y la responsabilidad puedan
equilibrarse. Y nadie mejor que los propios interesados para establecer
criterios regulatorios en sintonía con las inquietudes que expresa la sociedad.
En el caso argentino parece estar claro que nadie puede asumir la tarea. Tantas
son las divergencias que no se pudo avanzar ni a tranco de pulga: no hay
colegiación, ni códigos éticos ni deontológicos, ni siquiera otras formas de
control como los concejos de lectores o los defensores del lector. Las únicas
herramientas son los manuales de estilo y ética, que a partir de 1997, implementaron
los diarios Nación y Clarín, y las normas internas, tácitas o expresas que cada
medio tiene pero que son insuficientes de cara al público.
Tampoco
el Estatuo Profesional (ley 12.908) tiene incidencia ya que de hecho los
periodistas ingresan a la profesión sin los requisitos previstos en la ley
(Loreti; 1999) (1).
El
problema es que tarde o temprano pueden aparecer controles no deseados con el
argumento de la falta de iniciativa de los profesionales. Es sintomático que
desde el Derecho se produzcan los primeros escarceos regulatorios con el
nombramiento de un perito en temas periodísticos (2004) (2). El desconocimiento
general que existe en temas periodísticos lleva habitualmente al abogado a
consultar a los especialistas de las universidades. Si bien la incumbencia del
perito es aportar luz, a pedido de un juez, sobre temas tan complejos como son
el plagio, los derechos de autor, uso de fuentes, doctrina de la real malicia y
otros puntos de conflicto que se plantean en la práctica periodística, lo
sugestivo es que el perito estima que su misión principal será la mensura
(medir). Medirá el alcance de una noticia y analizará su contenido,
decodificará el mensaje para determinar si es claro o si por el contrario
presenta señales tergiversadas u ocultas. Y más aún, podrá trazar una línea de
interés, que divida noticias y negocios, es decir podrá auscultar si una
publicación funciona como producto comercial o como medio de comunicación. Por
ahora actuará sólo en jurisdicción de la Ciudad de Bs.As. –lo nombró la Cámara en lo Criminal y
Correccional porteña- pero en otros distritos ya lo deben estar mirando con
cariño.
Algo
mucho más sofisticado, pensando en novedosas formas de control es el que
propone Mike Smith, director del Media Management Center de Chicago, Estados
Unidos (2004) (3). Después de la racha de fábulas que se destaparon en grandes
diarios norteamericanos se intentará diseñar un nuevo modelo de entrevista
laboral, que incluya el perfil psicológico del postulante, para poder así
evaluar su personalidad y acotar el advenimiento de futuros escándalos.
Cuando
se habla de regulaciones dos grandes grupos se dividen la opinión: privatistas
y estatistas. Como un modo de zanjar la disputa se propone la autorregulación,
no con una finalidad sustitutiva de la acción del mercado (privatistas) ni del
Estado (estatistas) sino con un rol complementario (Aznar; 1999) (4).
Los
privatistas defienden a ultranza la regulación natural del mercado en el
funcionamiento de los medios. Pero, como se vio con anterioridad, el mercado
impone la búsqueda de beneficio por encima de otras consideraciones lo que da
por resultado una hiperconcentración de medios, baja calidad de contenidos,
homogeneidad del discurso informativo, entre otros efectos no deseados. Dentro de
un esquema de alta competencia entre medios, los valores éticos y deontológicos
que deben observar los periodistas se ven disminuidos con la consiguiente
pérdida de calidad informativa y, en última instancia, con un perjuicio sobre
el conjunto social ya que se ve afectado el derecho a la información. La
autorregulación sería un compromiso de los periodistas frente a la sociedad
para garantizar el cumplimiento de este derecho básico.
Los
estatistas piensan en una serie de normas legales, de valor universal, capaces
de enmarcar la información y la comunicación. Como vimos en la designación del
perito en el ámbito de la
Ciudad de Bs.As., existe una gran dificultad para entender en cuestiones
álgidas como determinar si un mensaje transmitido a través de un medio
corresponde a una intención comercial o informativa o en expedirse en tiempo
frente a otro tipo de reclamos que afectan la libertad de expresión o la
reputación de personas. Una norma legal no parecería ser el mejor instrumento
para contener los desvíos en la práctica profesional.
Además
existe el riesgo de que un cuerpo normativo restrinja en parte un derecho tan
sensible como la libertad de expresión. Es cierto que esta prevención deja vacíos legales que la
autorregulación no puede llenar, sobre todo, frente a situaciones graves donde
finalmente deberán actuar los tribunales competentes, pero los valores éticos
autoimpuestos pueden servir como auxiliares.
Para
que este criterio de autocontrol prospere se necesita la concurrencia libre de
todas las partes interesadas, de lo contrario no dejará de ser una alegre
posibilidad. Es decir, empresas públicas y privadas de medios, periodistas y el
público a través de formas organizadas. La única manera de hacer efectiva la
autorregulación es su impacto en la opinión pública ya que carece de aptitud
coercitiva. Claro, sólo en una sociedad con cierto grado de maduración y
gimnasia democrática la iniciativa puede alcanzar sus objetivos esenciales.
Son
muy diversos los instrumentos que contemplan medidas autorregulatorias (5). En
nuestro país sólo se conocen los manuales de estilo y códigos internos de las
redacciones mientras que en el continente europeo es donde se encuentra la
mayor cantidad y variedad de instrumentos sin dejar de resaltar la declaración
de principios de la Unesco
de 1982 (el código deontológico europeo y los principios éticos del periodismo
de la Unesco
se reproducen en forma completa en Anexo II).
Estos
códigos tienen entre otras finalidades formular públicamente las normas éticas
y deontológicas que emanan de la profesión y que contienen las obligaciones y
responsabilidades del periodista y del dueño del medio. También crean las
condiciones que harán posible el cumplimiento de esas normas sin que esto
implique el martirologio de algún héroe aislado sino una práctica común en la
tarea del periodista. Además sirven para informar al público -de la manera que
lo hacen los defensores del lector o los consejeros de prensa- denunciando
faltas y corrigiendo errores y para discutir el accionar ético de los medios y
quienes trabajan en ellos. Así se
favorece el conocimiento del público de los vericuetos más
controvertidos de la información.
Después
de analizar 68 códigos de ética, el periodista colombiano Javier Darío Restrepo
buscó los elementos más simples para trazar una síntesis y encontró cuatro
principios consecutivos que llevan al periodista, en cualquier parte del mundo,
a servir a la comunidad: compromiso con la verdad, independencia, libertad y
responsabilidad (2003) (6). Ese
compromiso es el que distingue al periodista del simple transmisor, porque al
comprometerse servirá a la sociedad por encima de facciones sobre todo cuando
se trate de relatar conflictos de intereses (2003) (7).
Un
“mandadero” sólo necesita del grabador para reproducir declaraciones y
contenidos sin procesarlos ni responder por ellos. El periodista no debe ser un
instrumento pasivo porque uno se vuelve “un espejo mecánico -reflexiona
Restrepo – que refleja la imagen que se le pone delante; el periodista tiene
que ser un espejo inteligente.”
Digresión:
romper los espejos, deberíamos decir. Este término asociado al periodismo es a
esta altura un espejo roto o en todo caso un juego de espejos, miles de espejos
deformantes, plagados de imágenes engañosas. Se necesitan palabras,
sentimientos y cuanta expresión humana nos acerque a la realidad de carne y
hueso y no a una pretendida mediación aséptica.
Las
definiciones del maestro colombiano ponen otra vez el dedo en la llaga. ¿Qué es
el periodismo? ¿qué es un periodista? ¿qué papel desempeñan las escuelas y las
universidades en la formación de estos...? ¿Cómo se escribe o se narra una
historia?
Miles
de periodistas, investigadores y profesores opinan y opinaron al respecto. Cómo
en todos los ámbitos hay coincidencias y divergencias.
Muchos
de ellos fueron citados previamente, ya sea a través de entrevistas realizadas
a los fines del presente trabajo o en seminarios o simplemente acudiendo a
textos publicados en Internet.
Otros
nombres, no presentados con anterioridad, aparecerán en el siguiente resumen y
agregarán ideas, viejos y nuevos consejos y por qué no puntos
controversiales. Me reservo, con
modestia, una opinión y propuesta final.
Umberto
Eco: “La batalla por la supervivencia del hombre como ser responsable en la Era de la Comunicación no se
gana en el lugar de donde parte la comunicación sino en el lugar adonde llega.
Si he hablado de guerrilla es porque nos espera un destino paradójico y
difícil, a nosotros, estudiosos y técnicos de la comunicación: precisamente en
el momento en que los sistemas de comunicación prevén una sola fuente
industrializada y un solo mensaje, que llegaría a una audiencia dispersa por
todo el mundo, nosotros deberemos ser capaces de imaginar unos sistemas de
comunicación complementarios que nos permitan llegar a cada grupo humano en
particular, a cada miembro en particular, de la audiencia universal, para
discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada,
confrontándolos con los códigos de partida (Eco; 1996) (8).”
Furio
Colombo: “El primer precepto profesional del periodista americano dice que
nunca se puede dejar de publicar lo que se sabe, sea cual sea el modo de
saberlo. Pero demasiadas noticias comienzan con un parece que...está a punto de
ser conocido...se ha sabido...Así pues, el segundo precepto es que la fuente
debe ser siempre manifiesta mostrando a los ojos del público la noticia
entrecomillada en las manos de quien la está ofreciendo renunciar por
conveniencia, para no estropear el contacto, significa transformarse en agentes
pasivos. Da lugar a un humillante recibimos y publicamos (Colombo; 1999) (9).”
“Nadie
está más profundamente ligado a los rasgos formativos de su país que un
periodista. Si estuviera aislado del ambiente cultural que lo rodea, la
relación con los lectores llevaría a la desorientación y al desequilibrio. La
identidad nacional no la utilizo para exaltar la matriz nacional de una persona
que trabaja como periodista, sino la conciencia de una formación y un
background histórico, psicológico y cultural que son el único modo de
identificar a un profesional de la comunicación (10).”
William
Woo (profesor invitado en la
Universidad de Stanford, EE.UU): “El propósito del periodismo
no es hacer periodismo sino servir a la confianza pública. Los periodistas
jóvenes que ignoran el contexto social, histórico y teórico de su profesión
están condenados a vivir en la superficialidad. La gran tarea de los profesores
de periodismo, además de ofrecer capacitación práctica y un amplio alcance
académico, es equipar a los estudiantes con una buena comprensión de lo que es
la confianza del público, cómo se adquiere, cómo se manifiesta o se traiciona
en la labor del periodista y de las empresas periodísticas. Es necesario que
los programas de estudio, los departamentos y las facultades de periodismo sean
lugares donde tales conceptos se nutran, protejan y defiendan sin cesar (Woo;
2003) (11).”
Robert
Cox (ex director del Buenos Aires Herald):
“Un buen periodista es una persona de vocación. No es una profesión, es
una labor de artesano, se asimila a un escritor. Las escuelas de periodismo son
muy buenas pero el periodismo se aprende trabajando y no en la Universidad.
Un
buen diario se hace con buenos periodistas que salgan a la calle a buscar
noticias.
Es
importante que los medios den a conocer los nombres de sus dueños. En los
Estados Unidos, una vez al año se publica la integración de los medios de
comunicación. Los dueños de los medios, a veces, son peores que los banqueros o
los empresarios, no quieren ser transparentes y eso es inmoral.
Restringir
la cobertura de información excede el daño de difundir una noticia errónea,
comparto la afirmación de Katherine Graham (ex directora/propietaria del
Washington Post) (2002) (12).”
Pierre
Bordieu: “Hay una paradoja de base: el periodismo es una profesión muy poderosa
compuesta por individuos muy frágiles. Es un oficio muy duro –no por azar hay
allí tanto alcoholismo- y los jefecitos son terribles. Se quiebran carreras y
conciencias. Los periodistas sufren mucho y terminan transfiriendo su dolor
hacia fuera, bajo la forma de la violencia o el menosprecio.
La
televisión ejerce una competencia furiosa, una coacción terrible y contamina
todo el campo de los medios. Entre los periodistas, los más afectados son los jóvenes
y las mujeres, no por culpa exclusiva del jefecito, el cual por su parte no es
demasiado sagaz, por eso se lo eligió, sino por la existencia de una estructura
que los oprime. Esta toma de conciencia puede ayudar a soportar la violencia, a
organizarse y a proporcionar instrumentos para una comprensión colectiva (2002)
(13).”
Carlos Álvarez
Teijeiro (profesor de Ética, Universidad Austral) : “Durante mucho tiempo
estuvimos muy separados el mundo académico y el profesional. En realidad,
todavía el periodista piensa que el profesional se hace en las redacciones y
que los académicos son una especie de delirantes. Mientras que los académicos
piensan que los periodistas son unos asnos; si les hablan de Rilke no saben si
es un jugador de fútbol o un poeta, entonces para que nos vamos a juntar con
esta chusma que sabe escribir más o menos bien y hasta por ahí nomás, a duras
penas. Pero poco a poco se van tendiendo mas puentes: se comprende que el mundo
profesional tiene la experiencia y el mundo académico no tiene la urgencia del
día y puede reflexionar sobre distintos temas y nosotros podemos aprender más
del mundo profesional. Ese vínculo en las sociedades desarrolladas está
consolidado, nadie ve de un modo negativo a las facultades de Comunicación o
Escuelas de Periodismo, eso le va a hacer mucho bien al mundo de los medios en la Argentina (14). “
Daniel Santoro
(periodista, Clarín): “La sociedad civil debería crear un observatorio de
medios para monitorear lo que se publica, cómo se publica, lo que no se publica,
así puede cumplir su rol de perro guardián de la democracia como existe en
Colombia.
Los temas éticos
deberían interesarle a los periodistas, a mí la cobertura de Juan Castro me dio
vergüenza, por lo menos habría que debatir estos temas, es una tarea pendiente
de los periodistas, las universidades y otros sectores de la sociedad, sino
vamos a perder la credibilidad que conseguimos bajo el gobierno de Menem; hay
un bajón preocupante.
El periodismo es una
profesión que te congela el conocimiento. Yo soy especialista en las cuentas de
Menen, las armas , María Julia Alsogaray, pero todavía no pude leer, por
ejemplo, La Fiesta
del Chivo, de Vargas Llosa. Es necesario que las empresas paguen la
capacitación del periodista (15).”
Pablo
Mendelevich (director licenciatura en Periodismo, Univ. de Palermo): “Para
enfrentar la corrupción y la pérdida de credibilidad hay que volver a las
fuentes, lo que se hacía en el periodismo hace 20, 30 o 40 años, aquella
estricta división entre publicidad y periodismo era sabio, en definitiva no es
mas que eso. No soy partidario de códigos, porque hay muy malos antecedentes.
En la Argentina,
los que se preocuparon por los códigos y la colegiación normalmente eran los
que querían amordazar a la prensa, no podemos apelar a esas herramientas. Hay
que instalar modelos: por ejemplo, yo pido que un periodista no sea amigo de la
fuente, el que es amigo, es un corrupto (16).”
Tristán
Rodríguez Loredo (director lic. en Com. Periodística - UCA): “El ejemplo debe
darse de arriba para abajo, los jefes no deben hacer lo que no quieren que
hagan los subordinados. Hay que establecer una política clara de lo que pueden
y no pueden hacer los periodistas, no porque sí, sino por la credibilidad y
además pagarle al periodista lo que corresponde. Ahora, si a un periodista no
le interesa ganar un buen sueldo, a lo mejor no le interesa el periodismo.
También hay que mejorar la selección de los periodistas, tanto por
conocimientos como por actitud, hay capacidades que no son sólo conocimientos.
Tener
un código de ética general no me preocupa porque en un país donde las leyes no
se cumplen tener un código no me asegura que se cumpla. Es preferible que cada
medio tenga uno, explícito o implícito. Nosotros hicimos un código especial
para la revista Negocios, se publicó en doble página, claro, sencillo y de
cumplimiento efectivo. Los redactores lo leyeron, comentaron lo que debían y
firmaron que estaban de acuerdo; el no cumplimiento era causal de despido.(17).
”
Alfredo
Serra (redactor jefe gral. Editorial Atlántida): “Un periodista es un gran
curioso que fracasó en media docena de carreras, leyó media tonelada de libros,
ama la noche, fuma como un escuerzo, bebe como un sarraceno, se divorcia cada
dos años, usa la corbata floja y suelta, se lustra los zapatos con papel de
diario, gana muy poco, y a veces es un
genio como Roberto Arlt.
Sin
embargo, y a favor de la prensa, es justo decir que el más mentiroso y menos
creíble de los medios suele ser más veraz que un
político en campaña. Que cuando no está acariciando a un niño, ¡le está robando
el chupete!
El
periodista no tiene amigos: tiene contactos. Cuando se subvierte esta relación
y se transforma en amistad, que no es lo mismo que confianza, ¡se pudrió todo!
Conviene que el periodista renueve sus contactos, ya que la larga frecuentación
de los mismos lo mimetiza con ellos, y pierde la esencial distancia que debe
haber entre ambos (18).”
Ryszard
Kapuczinsky: “El reportaje (la nota periodística en la Argentina) surgió de lo
que Aristóteles llamó la tendencia a adquirir conocimiento. Y en este deseo
humano, la pasión del periodista se encuentra con las expectativas de sus
lectores, de sus oyentes y espectadores. Por ello un buen reportaje es tan
apreciado en el mundo contemporáneo. El hombre de hoy vive en un mundo pensado
por los medios, de ilusiones y apariencias, simulacros y fábulas, y siente
instintivamente que se lo alimenta con mentiras, hipocresía, falsedad y
manipulación virtual, por lo que busca algo que tenga el poder de la verdad y
de la realidad. Es decir, cosas auténticas.
Yo me valgo de las sugerencias de escritores
como Truman Capote, Norman Mailer y Gabriel García Márquez, cuyos escritos
cabalgan en el borde de la ficción y la crónica periodística. Ellos
introdujeron la expresión Nuevo Periodismo. Se referían al tipo de escrito en
el que acontecimientos auténticos, historias y accidentes verdaderos se
describen con un lenguaje que contiene las opiniones y reacciones personales
del escritor y a menudo con condimentos tales como el agregado de color, es
decir con técnicas y formas de la ficción (2003) (19).”
Tomás
Eloy Martínez: “El lector busca
identificar los destinos ajenos con su propio destino. Hegel y Borges
escribieron que la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos esenciales,
la suerte de todos los hombres.
La
única dictadura técnica de las últimas décadas es la que imponen los
diagramadores, y éstos, cuando son buenos periodistas, entienden muy bien que
una historia contada con inteligencia tiene derecho a ocupar todo el espacio
que necesita, por mucho que sea: no más, pero tampoco menos.
Prevalecerán
los diarios que encuentren el equilibrio entre ofrecer a sus lectores
informaciones que respondan a las seis preguntas básicas e incluyan además
todos los antecedentes y el contexto que esas informaciones necesitan para ser
entendidas sin problemas, pero también, sobre todo, un puñado de historias,
seis, siete o diez historias en la edición de cada día, contadas por cronistas
que también sean eficaces narradores.
Ningún
periodista puede cumplir su misión si cada vez que enfrenta la pantalla de su
computadora no repite: lo que escribo es lo que soy, y si no soy fiel a mí
mismo no puedo ser fiel a quienes me leen. Sólo de esa fidelidad nace la
verdad. Y de la verdad, nacen los riesgos de esta profesión (2001) (20).”
Gabriel
García Márquez: “Hay que volver a contar el cuento. Al lector se llega por la
historia más que por la metáfora o el análisis. Relato de un naufrago fue una
historia que se publicó en serie en el diario El Espectador, de Bogotá, que
llegó a agotar miles de ejemplares. El secreto de ese relato lo descubrimos al
segundo día de hablar con el naúfrago. Él me dijo que ya no había nada más para
contar, entonces le contesté: cómo no hay nada más, en esta historia no has
cagado ni meado. ¿Pero eso importa?, me dijo. Y entonces me contó su angustia,
lo que hacía en la borda, y los peces lo miraban y él no podía comerse a los
peces ni los peces, su mierda. A partir de allí salieron la historia, la clave,
los detalles. Aprendimos a descubrir juntos el cuento (1999) (21).
La
mejor noticia no es siempre la que se da primero sino la que se da mejor.
El
gran desafío de los diarios es hacer interesante lo importante, sin caer en la
frivolidad ni en la espectacularidad
(1996) (22).
En
política no hay que ceñirse sólo al periodismo declamatorio, discursivo, con el
que solemos seguir la actividad de los políticos, hay que cubrir más lo que
hacen, no lo que dicen (1998) (23).”
Indro
Montanelli (1997) (24):”La regla de oro del periodista debería ser la absoluta
independencia, que cuesta cara, muy cara y hay que estar dispuesto a pagar ese
precio. Aún dentro de un diario que no lo es, el periodista puede ser
independiente, porque sólo es responsable de su firma.
La
imparcialidad no existe; es una de esas bobadas que se cuentan por ahí...cada
uno ve las cosas con sus propios ojos. Tuve un maestro norteamericano, Web
Miller, que decía que la imparcialidad es un engaño técnico para hacer creer al
lector que somos objetivos, y es el distanciamiento con respecto a lo que se
escribe. Es una técnica que se aprende fácilmente.
La
independencia es una cuestión de honestidad, uno tiene el deber de decir
claramente cuál es su punto de vista político para que el lector lo sepa.”
Ben
Bradlee (ex editor de The Washington Post) (25):”La verdad es complicada, no es
simple. Nosotros debemos ser esencialmente escépticos. Debemos entender que la
gente miente. Y que miente por varias razones: ya sea porque no conoce la
verdad o porque pretende cambiarla en su beneficio. No podemos creer en lo
primero que nos dicen.”
Conclusión.
El
periodismo, desde un enfoque institucional, atraviesa una crisis estructural comparable a otras instituciones
fundamentales. La sociedad y los propios actores cuestionan, a veces con ferocidad,
aspectos que años atrás eran considerados inamovibles, casi científicos. Pero
además del rol dentro de la democracia y la república, complican al periodismo
las nuevas tecnologías, los pases de mano en la propiedad de los medios, con el
predominio de las funciones de entretenimiento y publicidad más el perjuicio
que recae sobre los periodistas. Y esta circunstancia se da en todo el mundo, o
por lo menos donde se ejerce el periodismo dentro de ciertos parámetros mínimos de libertad.
En
la Argentina,
un buen punto de partida es reconocer públicamente, todos, propietarios y
periodistas, donde se está pisando. Al menos quienes todavía creen que un
periodismo sano es posible. De allí que la transparencia, en sentido vertical y
horizontal, se impone como una precondición para encarar soluciones o
propuestas.
Si
el arte del periodista es contar, hoy más que nunca tiene la obligación de
contarle al prójimo, al ciudadano la realidad externa pero también la interna.
La mediación tiene que ser puesta en caja de vidrio, que pueda ser observada
por la sociedad y se identifiquen sin vergüenza los legítimos intereses o ideas
con que se mueve cada organización informativa. La mediación comprometida sigue
siendo mediación, pero sin camuflaje y dejando a salvo un espacio de libertad
para el periodista individual, que también debe explicar su proceder a la vista
del público.
Hoy,
como quizás nunca antes, vale el dicho la
mentira tiene patas cortas. La gimnasia mediática de la gente dificulta
cada vez más ese accionar distante, de observador imparcial que oculta sus
intenciones e intereses debajo del artilugio de la tercera persona.
Urge
tomar la iniciativa, y hacerlo en todas las dimensiones. Hacia el público,
mediante la transparencia de los espacios de producción informativa, y desde
ese concepto ético marcar el tono de las relaciones comerciales de los medios
con el entorno y de los dueños de los medios con los periodistas. Seguir
esperando es arriesgarse a un deterioro más profundo en una actividad que de por
sí viene muy golpeada. Si se reconoce la gravedad de la situación, todos los
actores deberían ser permeables a una gran asamblea periodística nacional donde
comiencen a discutirse todos los temas y a proponer soluciones prácticas e
inmediatas y planes de más largo alcance para estabilizar al periodismo dentro
de un esquema sustentable.
La Universidad puede intervenir como
observador imparcial, como árbitro en la resolución de disputas inevitables,
dar el espacio para el debate y también en la integración de estructuras de
vigilancia y control de la actividad. Quizás un consejo interuniversitario que
dictamine u opine en controversias, a modo de tribunal de ética, y que al mismo
tiempo sea órgano de consulta en cuestiones judiciales. Desde luego tiene que haber
una voluntad delegativa por parte de los protagonistas, que respalde las
decisiones de ese concejo. Si fracasara
la intentona multisectorial las organizaciones de periodistas, superando
ideologías, deberían confluir en una megaasociación que dé batalla por sus
reivindicaciones y ofrezca a la comunidad alguna norma capaz de medir su
actuación.
En
principio habría que confeccionar un código deontológico general que sirva de
referencia a la profesión y cuyo incumplimiento quede reflejado en los medios,
a consideración de anunciantes y público. No satisface el escéptico argumento
cristalizado en la frase los argentinos
somos desorganizados ni la oposición a un código por suponer de antemano su
incapacidad para evitar per se o disuadir las malas conductas. En el peor de
los casos actuaría como un placebo, pero jamás irá en desmedro de los
periodistas. Con que se cumplan sin ambigüedades algunos puntos de un código
general de por sí sería una conquista.
La
Constitución Nacional tampoco se cumple a rajatabla,
se discuten muchos artículos, otros son mal interpretados o se desconocen por
completo, pero quién puede atreverse a decir que no necesitamos del texto
constitucional. En todo caso hagamos la prueba y veamos si dotando al código de
los mecanismos pertinentes se produce un cambio cualitativo, aunque sea de
menor envergadura pero que sirva de inicio, de un primer escalón en la buena
senda.
Un
segundo paso sería crear, bajo los mismos auspicios y criterios, un
observatorio de medios que se ocupe del monitoreo cotidiano de los medios.
Éstos podrán responder a las objeciones, justificando o refutando los
argumentos del observatorio y generando así el necesario debate sobre el
funcionamiento concreto de los medios.
De
todos modos, creo que no alcanza con crear estos institutos de control y debate
sino que sería deseable la conformación de espacios públicos, ajenos a los
diversos intereses, donde pueda practicarse un periodismo más radicalizado, es
decir mucho más apegado al espiritu del periodismo vocacional y de servicio,
con la idea de información como derecho, como un bien a disposición de la
comunidad.
Estos
espacios pueden completar los vacíos informativos que tanto se cuestionan desde
distintos sectores de la sociedad y al mismo tiempo servirían como la puerta de
acceso al gran público para pequeños emprendimientos periodísticos, acechados
por la escasez de recursos.
Los
espacios públicos podrían funcionar dentro del sistema de medios oficial o
incluso dentro del circuito privado pero manteniendo su independencia y
autonomía absoluta respecto de cualquier factor de poder. Para ello es
necesario dotarlos de fuentes de financiación continuas y relacionadas con la
actividad del resto de los medios, a través de la tributación que se impondría
a la publicidad no pautada (gratuita) que genera la comunicación institucional
de las empresas. Discutir un porcentaje de ese excedente publicitario, que
saborean con orgullo los encargados de la comunicación por su impacto positivo
en la construcción de imagen de las empresas, suena ingenuo pero no
descabellado. Los medios actuarían como agentes de retención –igual que el IVA-
y el cálculo debería surgir de las mediciones efectuadas por un organismo
oficial, auditado por expertos privados siguiendo las técnicas de las agencias
de monitoreo de medios.
El
Estado, que también usufructúa los beneficios de la comunicación, en especial
funcionarios y dirigentes políticos, administraría los recursos, y una comisión
integrada por representantes independientes –aquí también sería relevante el
aporte universitario- vigilaría la transparencia en cuanto a la admisión de
proyectos y destino correcto de los fondos.
Los
medios deberían cargar con una cuota para sostener una institución que mida la
transparencia, semejante al IVC, pero mucho más modesto, para elaborar un
índice anual de transparencia que contenga varios de los aspectos mencionados a
lo largo del presente trabajo como la de identificar a los propietarios de los
medios, relaciones con los anunciantes y el gobierno, margen de maniobra de los
periodistas, acceso a fuentes variadas, relato de las instancias de producción
noticiosa, entre otras muchas consideraciones caracterizadas como atributos de
transparencia. La divulgación de estos datos debería tener un impacto positivo
en las audiencias que de esta manera contarían con un instrumento de medición
adicional al tan difundido ráting, en el caso de los medios audiovisuales, o al
no tan reconocible basado en el número de ejemplares que emplea el periodismo
gráfico.
En
lo que atañe estrictamente al periodismo académico sería de gran provecho la
implementación de una catédra dedicada con exclusividad a indagar estos temas
que integre en una sola materia las cuestiones controvertidas. Si bien la
temática no es extraña a las facultades de periodismo, tampoco se encuentra
sistematizada e integrada en un cuerpo de estudio.
Los
alumnos pueden asomarse al periodismo desde una visión realista -algo así como
el otro lado de la profesión- que se integraría al estudio del resto de las
disciplinas presentes hoy en los programas de estudio. El estudiante se
alejaría de la figura de mano de obra mansa y acrítica que va a engrosar las
redacciones sin aires renovadores ni espíritu de cambio.
Queda
en el tintero el replanteo del uso de la primera persona,. especialmente
referido al periodismo escrito. En un planteo transparentista, con la
intencionalidad de ofrecer a los lectores un relato más pormenorizado de los
hechos, se hace imprescindible incluir elementos de la ficción. Como lectores
no sólo estamos reclamando una temática más cercana al hombre común sino
también naturalizar el estilo.
Con
el nuevo periodismo norteamericano de los años 60 se dio un gran salto pero
sigue siendo inexplicable el rechazo a la primera persona en el texto periodístico.
Salvo casos aislados y para cuestiones muy puntuales el periodismo gráfico no
emplea esta herramienta básica para aproximarse al lector. Si queremos superar
el objetivismo, ninguna acción más clara y directa que incluir el punto de
vista del escritor en el enunciado mismo. El periodista acorta la distancia
comunicativa porque puede alternar, sin falsos pudores, fragmentos de opinión
en temas de interés público, contribuyendo a contextualizar y darle coherencia
a la información (26).
En
el mismo sentido, el uso de la primera persona facilita la descripción de los
estados de ánimo, las emociones y también de ciertos rasgos de las fuentes
consultados o ciertos obstáculos que debieron sortearse desde el inicio mismo
del artículo.
Todas
estas propuestas tienen un único objetivo: transparentar. Si el periodismo
atraviesa un período de penumbra, entonces a iluminar las redacciones. El
periodismo es un medio para clarificar, la oscuridad es la negación absoluta de
su existencia.
Referencias del capítulo 8.
(1) Damián Loreti, El derecho a la información, Paidós, Bs.
As. 1999.
(2) Hugo
Alconada Mon, “Designan a un perito en temas periodísticos”, diario La Nación, Política, pág. 8,
19/04/2004
(3) Miguel Wiñazki,
“Por los fraudes, hay más controles en la prensa de EE.UU.”, diario Clarín,
Sociedad, 14/05/2004
(4) (5) Hugo Aznar, Ética y periodismo, pág. 30-68, Paidós,
Barcelona, 1999
(6) Gerardo Reyes, “El
compromiso con la verdad”, www.fiu.edu, 1998.
(7) ¿Periodista o mandadero?,
ADEPA nº 214, Bs.As., ag/set 2003
(8) Umberto Eco, La estrategia de la ilusión, Bs.As.,
Lumen, 1996.
(9) (10) Furio
Colombo, Últimas noticias sobre el
periodismo, Anagrama, Barcelona, 1997.
(11) William Woo, “El
periodismo y el servicio a la confianza pública” Cuestiones mundiales, Vol. 8, nº 1, EE.UU.,
feb. 2003.
(12)
Susana
Reinoso, “Robert Cox y su visión del periodismo”, diario La Nación, Bs.As.,2002.
(13)
Pierre Bordieu, “Riesgos de la televisión”,
Cultura, diario La Nación,
Bs.As., 01/09/2002.
(14)
Entrevista
con Alvarez Teijeiro , Anexo I.
(15)
Entrevista
con Daniel Santoro, Anexo I.
(16)
Entrevista
con Pablo Mendelevich, Anexo I.
(17)
Entrevista
con Tristán Rodríguez Loredo, Anexo I.
(18)
Entrevista
con Alfredo Serra, Anexo I.
(19)
Ryszard Kapucinski, “El legado de Herodoto” ,
Enfoques, diario La Nación,
Bs.As., 23/11/2003.
(20)
Tomás Eloy Martínez, “El periodismo vuelve a
contar historias”, Cultura, diario La
Nación, Bs.As. 21/11/2001.
(21)
Claudio
Jacquelin, “El periodismo busca acercarse a la gente”, Cultura, diario La Nación, Bs.As, 11/02/1999.
(22)
Gabriel
García Márquez, “Periodismo: el mejor oficio del mundo (I)”, Notas, diario La Nación, Bs.As., 8/10/1996.
(23)
Fernán
Saguier, “Lecciones de periodismo con García Márquez”, Notas, diario La Nación, Bs.As., 9/12/1998.
(24) Isabel San Sebastián,
“En Italia todos roban”, Enfoques, diario La Nación, Bs.As., 13/04/1997.
(25) Jorge Elías, “La
prensa debe ser escéptica”, La
Entrevista/Ben Bradlee, diario La Nación, Bs.As.
(26)
Hiley Ward, Book reviews, “News values: Ideas for an Information Age”, author
Jack Fuller, AEJMC.
Anexo I
Entrevistas-Conferencias
Carlos Álvarez Teijeiro
Profesor
de Ética de las Comunicaciones (Universidad Austral).
Periodista
y escritor.
Código mafioso
El
periodismo mundial contiene un argumento sofista: podemos criticar a las
instituciones porque somos independientes, estamos fuera del poder político y
económico y eso legitima nuestra crítica. Ahora cuando uno critica los medios
el argumento es: no lo que pasa es que usted está fuera, no entiende, usted
está atentando contra la libertad de expresión.
En
la Argentina
no hay una crítica de medios seria, está centrado en la estética o la
incoherencia (por ejemplo Televisión Registrada). Es una profesión muy
corporativa en la que funciona una consigna un tanto mafiosa de no se hace periodismo de periodistas salvo
casos muy aislados.
Transparencia.
Mi propuesta de
transparencia pasa por conocer quiénes son los propietarios de los medios y
quienes son los auspiciantes de los medios. De la misma manera que un diario
puede criticar a un senador porque tiene acciones en Repsol y al mismo tiempo
integra la comisión parlamentaria que trata las regulaciones al mercado
petrolero, si el Estado o una empresa pone una torta publicitaria de ocho
millones de pesos para todo el año uno puede suponer que el medio va a tener
más benevolencia.
Hay casos como Le Monde, donde parte del diario es
propiedad de los periodistas, pero hay pocas experiencias, sigue siendo una
profesión muy corporativa.
El negocio
monopólico
La reforma que hizo
Menem fue un error. No puede ser que se permita la existencia de monopolios
informativos y además cruzados como Nación y Clarín, socios en Papel Prensa, la Voz del Interior, Los Andes,
Página 12, etc. La crítica entre medios es más aparente que real. La
competencia haría más transparente la crítica entre medios, cuanto más abierto
el mercado mas crítica.
Hay un divorcio cada
vez más grande entre los que es la cultura gerencial de los medios, ligados a
grandes corporaciones con el objeto de obtener la máxima rentabilidad en el
menor tiempo y otros principios de la lógica empresaria que no pueden aplicarse
a la información. No puede compararse una fábrica de ropa con una sala de
redacción.
Asnos contra
ilusos
Durante mucho tiempo
estuvimos muy separados el mundo académico y el profesional. En realidad,
todavía el periodista piensa que el profesional se hace en las redacciones y
que los académicos son una especie de delirantes. Mientras que los académicos
piensan que los periodistas son unos asnos; si les hablan de Rilke no saben si
es un jugador de fútbol o un poeta, entonces para que nos vamos a juntar con
esta chusma que sabe escribir más o menos bien y hasta por ahí nomás, a duras
penas. Pero poco a poco se van tendiendo mas puentes: se comprende que el mundo
profesional tiene la experiencia y el mundo académico no tiene la urgencia del
día y puede reflexionar sobre distintos temas, y nosotros podemos aprender más
del mundo profesional.
Ese vínculo en las
sociedades desarrolladas está consolidado. Nadie ve de un modo negativo a las
facultades de Comunicación o escuelas de Periodismo, eso le va a hacer mucho
bien al mundo de los medios en la
Argentina.
Hay indicadores como
la maestría de Clarín y Nación, es un intento, las cosas van a ir mejorando
poco a poco.
Se van al
pozo
El periodismo sigue
siendo una de las instituciones más creíbles pero perdiendo credibilidad. Si yo
como profesor tuviera el 38% de credibilidad –creo que ésos son los últimos
datos- quiere decir que de 100 alumnos, 38 me creyeron. Mejor me voy a casa, es
lamentable.
Yo creo que pasará
como en otros países, los medios van a ir a un pozo, se verá quien es corrupto,
quien no, quien es bueno, malo, etc.
El periodismo aportó
mucho durante la lucha contra la corrupción, ahora que se exponga la corrupción
de los medios. Todavía los medios tienen mucho poder, aunque estén tan
endeudados.
La bomba
etarra
Nadie imaginó jamás un
escenario de ese tipo. Aznar llamó a los medios y bueno, lo dieron por cierto,
no aclararon que eso lo decía el gobierno.
A mi me pareció
extraño. Por ejemplo nadie sacó cuentas de lo que fue la reconquista española
de la isla de Perejil, cuando la invadieron los marroquies el año pasado. Un
peñón perdido, con la vigilancia de dos soldados españoles, fue invadido por
una lancha con ocho soldados marroquíes, reclamándola como propia. España mandó
submarinos y aviones y eso está vinculado con el atentado del año pasado en
Rabat (Marruecos) y con que buena parte de la célula de Madrid es de origen marroquí.
También hay un
resentimineto de Marruecos con España por lo que pasó en el Sahara, sobre el
final del gobierno de Franco. Aznar ha querido aprovechar el desconcierto y
tuvo la ingenuidad de que iba poder mantener en secreto el tema hasta después
de las elecciones. Me cuesta creer que los organismos de inteligencia no hayan
barajado otra posibilidad que no fuera ETA.
Fue un intento de
manipulación, los medios españoles se deben una autocrítica, no alcanza con que
digan que creyeron en el gobierno. Que los medios hayan comprado esa historia,
a priori, se explica por la idea de fomentar la unión de la sociedad española
en torno a una sola hipótesis pero la
responsabilidad del periodista es también analizar la realidad, recurrir a otras fuentes.
La objetividad
habita en el Parque Jurásico
Hay dos paradigmas en
el periodismo tradicional. Uno sería el científico o epistemológico y el otro
sería el paradigma ético. El científico lleva la objetividad, un poco heredado
del positivismo y creo que ese paradigma tiene como correlato en el plano
ético, la neutralidad. Quizás ha sido muy útil en el siglo XIX un periodismo
-vinculado en su nacimiento a los partidos políticos- como cierta garantía de
imparcialidad. El periodista decía no valoramos la realidad, cuando la
valoramos es editorial y cuando no la valoramos es información. Somos
neutrales, no nos involucramos en la vida partidaria ni en nada.
Hoy, debería ser
reformulado. Yo considero que esa idea positivista de la objetividad es
inaplicable y además, indeseable. Prefiero una interpretación honesta, decir:
yo interpreto desde aquí, estas son las noticias que consideramos más
relevantes y son las que quisimos dar.
En algunos cuestiones
hay que jugarse un poco mas. Está perimido el concepto de objetividad, es una
especie de ritual para mantener el statu quo, defienden la objetividad cuando
en realidad están defendiendo su punto de vista. Como dice el cuento de Borges:
un campesino uruguayo se cae del caballo y la consecuencia de ese accidente es
que le queda una memoria prodigiosa, tan prodigiosa que recordar un día le
lleva exactamente un día.
Lo que cabe del
periodismo es un análisis de la realidad y no la metáfora del espejo. Incluso
si uno aceptara la metáfora del espejo, tendría que pensar en un juego de espejos
para ver toda la realidad, un espejo sólo muestra una parte.
Ahí en ADEPA
(Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas), hay una generación del
Parque Jurásico, están congelados, les parece que decir otra cosa es una
herejía y no han leído las nuevas tendencias del periodismo en los últimos
años. Hay una gerontocracia ahí que sigue sosteniendo esas prácticas
conservadoras. El razonamiento que hacen es: somos los paladines de la
transparencia pero nosotros no la practicamos; dentro del imaginario público
somos una profesión trasgresora cuando en realidad nuestra práctica profesional
es la más conservadora que hay, para qué vamos andar cambiando si la imagen es
la de estar en la cresta de la ola de la innovación.
Opinión
pública en decadencia
En este momento hay
una intersección de agendas: el gobierno quiere imponer su agenda y los medios
la suya.
Con Blumberg hubo un
punto de inflexión, no estaba previsto por el gobierno ni por los medios. Hasta
hay una supuesta opinión pública mayoritaria a favor de Kirchner y uno nunca
sabe muy bien si es una opinión pública o una opinión publicada, no se sabe
cuantas voces quedan fuera, de pronto irrumpió esa voz y tocó una sensibilidad,
y creó una fisura en esa opinión pública o publicada o controlada.
El triunfo de las
encuestas y los sondeos de opinión más que el triunfo de la opinión pública
significa la decadencia de la opinión pública, si uno mira retrospectivamente
los tiempos de la
Ilustración. Opinión pública era lo que quedaba una vez que
todos habían discutido publicamente los temas de interés publico. Lo que hay
hoy -y se ha acentuado mucho con el gobierno de Kirchner, sobre todo en el
primer tramo- es una simulación de que esa exigencia de debate público se ha
satisfecho, hay una habilidad del gobierno para lograr ese consenso inicial.
Sin opinión pública no se puede gobernar. Ahora hay una duda: ¿realmente la
gente esta tan conforme con lo que hace Kirchner?, ¿lo que dicen los medios es
lo que piensa la gente? ¿Cómo se puede medir? Uno empieza a desconfiar de las
encuestadoras, a mí me parece que ahí si tiene un papel importante el mundo de
la academia, que es independiente del poder político y mediático. Es cierto que
hay un problema porque hay una opinión
pública muy voluble, pero me parece que antes no deberían estar tan
entusiasmados con el nuevo gobierno ni ahora debieran dispararle tanto por el
tema de la seguridad.
Telesimplismo
La televisión se
refleja a si misma. No representa los valores promedio de la sociedad. Todo lo
que responda a una esquema narrativo fácil va; los temas complejos no se
abordan: por ejemplo en cuestiones de seguridad, subo penas y resuelvo, bajo la
imputabilidad de la pena y así. Existe un maniqueísmo para dividir aguas, la
realidad es mucho más compleja y los medios deberían hacerse cargo de esa
complejidad.
Daniel Santoro
Subjefe de Política,
diario Clarín
Presidente de FOPEA
(Foro de Periodistas Argentinos)
Cadena de
felicidad
La corrupción afecta a
todad la sociedad. Hay ejemplos históricos de periodistas que se han
enriquecido y ahora tienen medios de comunicación. ¿Cómo hicieron esa fortuna
para poder estar al frente de medios de comunicación?
Después están los
periodistas que años atrás, en el Congreso de la Nación, percibían subsidios de parte de diputados y
senadores. Durante el gobierno de Menem existía la cadena de felicidad de la SIDE, recibían sobres con
plata negra jueces, legisladores y periodistas. El problema es que los pagaba la SIDE, sin ningún tipo de
control, no hay una lista, pero se puede saber quienes son: son estos
periodistas que tienen una actitud camaleónica con los gobiernos de turno. Le
pedimos indicios a la SIDE,
queremos separar la paja del trigo, no tenemos porque sentir vergüenza por los
demás, esto preocupa, el hecho existe.
Además no tenemos un
código de ética voluntario, sin intervención del gobierno que diga estos son
nuestros parámetros: por ejemplo, tenemos prohibido recibir plata de los
gobiernos o los legisladores, o el periodista que tenga su programa de tevé por
cable o radio y cubra temas directamente relacionados con anunciantes que deje
el tema en otro periodista o siga teniendo una actitud crítica frente al
anunciante.
De a poco los
periodistas tenemos que depurar el periodismo y recuperar la credibilidad que
cayó tanto despues de la renuncia de De la Rúa.
Observatorio
de medios
Los medios deberían
decir quienes son sus accionistas. La sociedad civil debería crear un
observatorio de medios para monitorear lo que se publica, cómo se publica, lo
que no se publica, así el periodismo puede cumplir su rol de perro guardián de
la democracia, como existe en Colombia.
Los temas éticos
deberían interesarle a los periodistas. La cobertura de Juan Castro me dio
vergüenza, por lo menos habría que debatir estos temas, es una tarea pendiente
de los periodistas, las universidades y otros sectores de la sociedad, sino
vamos a perder la credibilidad que conseguimos bajo el gobierno de Menem; hay
un bajón preocupante.
Somos muy
malos, comparados con Europa
Hay un problema de
idoneidad en algunos periodistas. Por ejemplo el abuso del off the record , que es para un caso extremo de información
caliente no para situaciones habituales. En los diarios ponen: el presidente Kirchner viajará mañana a N.
York , informaron fuentes de la casa rosada, ¡no tiene sentido!, el lector
tiene derecho a saber quien lo dijo, hay que adjudicar los hechos a alguien. Lo
mismo en una causa judicial, ponen fuente judicial, no se sabe qué documento,
de que juez, es un problema de estándard profesional. El nuestro es muy bueno
comparado con América Latina pero muy malo comparado con Europa, habría que
crear la figura del defensor del lector.
Otro problema hoy es
Kirchner. Nunca dio una conferencia de prensa, dio contadas entrevistas a
determinados medios y toda la información la centraliza en él, los dos
Fernández, Nuñez. Hay que reclamar. Por un lado el gobierno sancionó un decreto
de acceso a la información pública y por otro pasa esto. Se le da información
al periodista que no provoca problemas, sería bueno que el presidente diera
conferencia de prensa a todos los medios,
abrir el juego a otros funcionarios para conocer lo que pasa en el
gobierno. Yo no tengo problema, por Clarín, pero los medios chicos no pueden
entrar.
Hay precarización que lleva
al multiempleo. Veo en radios muy pocos periodistas, hacen de todo, se pierde
nivel profesional, se contratan periodistas sin experiencia para pagar menos
salario, eso se nota, los sueldos son bajos...
Conocimientos
congelados
En FOPEA iniciamos la
autocrítica. El periodista es demasiado individualista, está en su carrera, en
ver si logra un ascenso pero si perdemos la credibilidad...
Hay que hacer
autocrítica, implementar un código de ética voluntario, autorregulado, los
periodistas tiene que actualizarse...el periodismo es una profesión que te
congela el conocimiento. Yo soy especialista en las cuentas de Menen, las armas
, María Julia Alsogaray, pero todavía no pude leer, por ejemplo, La Fiesta del Chivo, de Vargas Llosa. Es
necesario que las empresas paguen la capacitación del periodista
Pablo Mendelevich
Director de la Licenciatura en
Periodismo (Universidad de Palermo).
Periodista,
colaborador diario La Nación.
Se pueden
contaminar los flujos
Faltan paradigmas
sobre lo que está bien y lo que está mal, lo correcto y lo incorrecto, es un
problema cultural argentino. Así como no hay una línea divisoria clara entre
legalidad e ilegalidad, tampoco la hay en materia moral y ética.
En las relaciones del
periodismo con el poder uno de los pecados capitales es la amistad con las
fuentes. Hay muchos periodistas muy famosos que se han jactado de ser amigos de
la fuente, lo cual es un disparate, un periodista debería tener vergüenza de
ser amigo de la fuente, mucho más de jugar al tenis con la fuente y mucho más
hacer negocios con la fuente si la fuente es el gobierno.
Del lado del gobierno,
en la Argentina,
la administración de la información se contamina con intercambio de favores y
ahora está especialmente contaminada por lo vulnerable que son las empresas
periodísticas ya que en muchos casos dependen del Estado para resolver sus
problemas económico-financieros. Eso las hace mucho más débiles, y cuando ese
elemento entra en relación con el flujo informativo se convierte en un elemento
contaminante muy severo.
Una forma de mejorar
es discutir. Poner el tema sobre la mesa, no en términos de aquel periodista es
corrupto y yo soy impoluto, sino para crear consensos y paradigmas sobre lo que
se debe o no hacer, para que el sistema sea transparente y democrático.
Corrupción
cruzada
La lista de la SIDE (pagos en negro a periodistas) es un método muy
grosero y salvaje de corrupción pero quizás sea una pequeñez –sin mitigar la
culpa de los funcionarios que coimean periodistas- comparado con la corrupción
de origen privado.
En el área política
hay varios modelos de corrupción. En el periodismo político hay sistemas mucho
más sutiles, por ejemplo que un sindicato afín al gobierno reparta dinero o
favores entre periodistas a los que se quiere tener de amigos, y no sabemos si
eso sigue o no, no me extrañaría que siga, es una pista para dirigir la
publicidad privada a pedido de funcionarios políticos, es un método indirecto
que permite sostener programas periodísticos por TV.
Otro método consiste
en progamas políticos por cable que reciben publicidad de una lista limitada de
empresas de servicios y de reparticiones oficiales. Lo que no ve el televidente
comùn es que ese periodista es, muchas veces, un alto editor o jefe de uno de
los grandes diarios. La pregunta es ¿por qué razón un periodista que ocupa una
función jerárquica en un diario está haciendo un programa de cable, con dinero
de determinadas empresas?, ¿no es un
elemento contaminante?, ¿cómo logra ese periodista mantener la imparcialidad
cuando vuelve al diario y escribe?
Y la segunda pregunta
es ¿por qué el diario le permite hacer eso? Lo más grave es que el diario no
sólo le permite hacerlo, sino que además lo estimula, lo cual es mucho más
grave. Es como si le pagara un sobresueldo ya que tolera que el periodista
reciba dinero de empresas. Eso sí, lo hace de una manera muy elegante, como es
de la de los auspicios publicitarios, pero
eso no es precisamante un sistema de pureza que preserve la independencia.
Desprecio
por la palabra escrita
Otro error de los
editores es desdibujar la línea divisoria entre publicidad y contenidos
periodísticos. Empezaron vendiendo las notas de la periferia, hicieron la vista gorda con los suplementos
específicos: campo, hobbies, jóvenes, mujer, y ahora se fueron cebando porque
venden más y tienen más clientes. Ahora están trasladando el modelo a las zonas
calientes del diario, a las noticias, por el momento va fenómeno y además la
pérdida de lectores se puede atribuir a la crisis. Pero acá, en la Universidad, veo que
los jóvenes desconfian, en general, o tienen desprecio por el diario, se perdió
esa convicción sagrada que tenía nuestra generación y la de nuestros padres y
abuelos respecto de la letra de molde.
Los diarios nunca se
excusan, no tienen compromisos que ventilar a sus lectores, no dicen en este
tema somos parte, nada, como si tuvieran la objetividad garantizada per se, y
eso, a largo plazo, es suicida.
Primero el
márketing
Otro factor
contaminante es el márketing, no por el márketing mismo, sino por el uso
excesivo que se hace dentro del periodismo, es invasivo, las oficinas de
márketing son las únicas que crecen en los diarios. Los diarios se achican,
despiden periodistas y toman empleados de márketing, éso es muy llamativo. En
segundo lugar estos departamentos de márketing cada vez tienen mayor poder
interno. Antes no se atrevían a entrar en la redacción, ahora no sólo entran
sino que dan indicaciones.
Yo trabajé en el
diario La Prensa
con el último caudillo del periodismo argentino: Félix Laíño. En ese entonces
el dueño del diario era el hijo de Peralta Ramos y no entraba en la redacción,
si entraba lo hacía en punta de pies, el que tenía la soberanía dentro del
diario era el subdirector, Laíñó.
Eso no significa que La Prensa no haya tenido sus
pecados políticos e ideológicos. Pero ahora ya no es el dueño del diario el que
va a la redacción a dar las indicaciones sino una señorita de 24 años,
licenciada en márketing, con un estudio demoscópico en la mano que “prueba” que
los títulos de tapa del domingo tienen que ser amables porque eso es lo que el
lector espera. No sé si en La
Nación, en Clarín pasa.
Por empezar al diario
se lo llama producto, palabra perversa que intenta arrinconar la esencia
ideológica del diario, es decir lo equiparan con la zapatilla o la gaseosa.
Hasta que esto no
toque fondo, que la pérdida de lectores es por la sumatoria de todas estas
cosas, hasta que ésto no se meta en la cabeza de los dueños de los diarios, las
cosas no van a cambiar.
La
televisión mide a un enano comevidrio con un noticiero
La
TV
esta mucho más contaminada. El principal factor de contaminación del periodismo
es el entretenimiento, que impuso sus leyes a toda la TV.
Los diarios no tienen
un soporte fuerte para el entretenimineto, a diferencia de la televisión y la
radio, hay que ir a comprarlo al quiosco y nadie va a comprar el diario sino es
por noticias; al margen de los formatos y otros conceptos, esa esencia no se
puede traicionar.
La televisión tiene la
perversa costumbre de medir la viabilidad de un espacio periodístico con el
ráting, esto es muy perverso, es como medir naranjas contra botellas. Si a mí
me miden un noticiero contra Susana Giménez, que llevó ese día un enano que
comía vidrio, no puedo competir, entonces ¿qué hago?: o levantan el noticiero o
me obligan a conseguir otro enano que coma vidrio. Lamentablemente, eso es lo
que está pasando, por eso se vulgariza tanto y el noticiero que se precia de
ser el más serio tiene un fuerte contenido amarillo, sensiblero, lacrimógeno,
etc.
Así los editores
pierden la obligación de seleccionar cuál es la información importanate desde
el punto de vista del ciudadano, lo que hacen es capturar el mayor número de
televidentes –no ciudadanos- y lo hacen apelando a golpes bajos, masificación o cualquier recurso.
Multidespidos
Cada 5 o 7 años Clarín
produce un despido masivo, lo hizo sistemáticamente durante 30 años, es un
criterio empresario. En la segunda mitad de los noventa hubo una fuerte
expansión de Clarin en todos los órdenes, la redacción estaba sobredimensionada,
era parte del criterio de comprar empresas de todo tipo y reclutar gente,
muchas veces ni sabían para qué compraban, primero se compraba y después se
pensaba el negocio.
Sin códigos,
pero sin mezclas peligrosas
Hay dos corrientes: el
periodismo ideologizado del tipo Página 12 y, en el otro extremo, una corriente
que no tiene prurito en mezclar periodismo y negocios, que está más cerca de la
corrupción que de la discusion sobre
objetividad. A la derecha no le interesa la discusión, ahí se produce
una peligrosa mezcla de periodismo y publicidad.
En la televisión
aparece esta figura inquietante que son los PNT (publicidad no tradicional),
esa mezcla es muy riesgosa desde el punto de vista de la credibilidad de los
medios porque nos termina afectando a todos, el resquebrajamiento del contrato
de credibilidad entre el publico y los medios
nos toca a todos..
Para enfrentar la
corrupción y la pérdida de credibilidad hay que volver a las fuentes. Lo que se
hacía en el periodismo hace 20, 30 o 40 años, aquella estricta división entre
publicidad y periodismo era sabio, en definitiva no es mas que eso.
No soy partidario de
códigos porque hay muy malos antecedentes. En la Argentina, los que se
preocuparon por los códigos y la colegiación, normalmente, eran los que querían
amordazar a la prensa, no podemos apelar a esas herramientas. Hay que instalar
modelos: por ejemplo, yo pido que un periodista no sea amigo de la fuente, el
que es amigo es corrupto,
eso contribuye a que el público tenga más
armas para saber quien dice la verdad. Con algunas ideas básicas de las cosas
que no pueden hacerse es suficiente.
Lo que verdaderarmente
sostiene a los diarios son los contenidos y la calidad informativa, y por eso
con el tiempo, la calidad va a volver a tener prevalencia, cuando los diarios
toquen fondo tendrán que acudir a la calidad, a los buenos periodistas.
Tristán Rodríguez
Loredo
Director de la
Licenciatura en Comunicación Periodística (Universidad
Católica Argentina).
Profesor de Organización de la Empresa Periodística
(UCA).
Periodista económico.
Zanahorias
para el periodista de Economía y Negocios
El periodismo
económico no escapa a los vicios comunes del periodismo argentino.
El primero es no
conocer el campo en el que se trabaja, cómo funciona la economía, no digo que
sea economista pero... al no conocer, se cae muchas veces en un periodismo
acrítico; vamos para un lado o para otro en función de lo que dice el
entrevistado o en el sentido que viene la información.
Segundo, la
información es interesada, legitima o ilegítimamente y, por lo tanto, tengo que
lidiar con intereses mucho más fuertes que en otro campo; en esto se parece al
periodismo político.
Tercero, el medio y
los protagonistas presionan a los periodistas más que con garrotes, con zanahorias,
ofreciéndoles el oro y el moro, no digo en un sobre sino en publicidad,
esponsoreo en programas de cable o de radio, asesoramiento, etc.
Creo que el gran vicio
del periodista económico en nuestro país es que cuanto más influyente es el
medio en el que trabaja más invitaciones tiene a ser civilizado o amansado con
las zanahorias que mencionaba, con lo cual el peridismo tiende a perder
independencia de criterio.
Si estoy trabajando en
un diario de gran circulacion y al mismo tiempo estoy trabajando en un programa
de cable, en el que soy productor comercial de ese programa y hay una empresa
que me está poniendo una pauta -que puede ser casi mi sueldo completo con un
solo aviso- voy a pensar tres veces antes de dar una información que pueda
disgustar a esa empresa. Ése me parece que es un vicio común a todo el
periodismo económico.
El periodista
económico puede ser multimediático, pero veo difícil que pueda ser productor
comercial de su propio servicio y esto es habitual.
Los medios se
aprovechan de esta circunstancia para pagarles menos a sus redactores y los
periodistas quieren ganar casi como sus entrevistados, se olvidan que ellos son
periodistas.
A las empresas este
tipo de comunicación les resulta más barato que la pauta publicitaria y los
medios se hacen los distraídos porque, a veces, los editores mismos hacen este
tipo de cosas.
La ética de
la burla
El ejemplo debe darse
de arriba para abajo: los jefes no deben hacer lo que no quieren que hagan los
subordinados, establecer una política clara de lo que pueden y no pueden hacer
sus periodistas, no porque sí, sino por la credibilidad y, desde ya, pagar lo
que tengan que pagar. Porque si un redactor de tal sección gana un determinado
dinero, quizás haya que pagarle el doble.
Además hay que mejorar
la selección de los periodistas, tanto por conocimientos como por actitud, hay
capacidades que no se reducen sólo a conocimientos. Una actitud crítica que
signifique no dejarse influenciar rápidamente por el entorno, no dejarse llevar
por invitaciones a restaurantes o viajes por el mundo, es muy importante.
Las atenciones
desmedidas vienen atadas con alguna intencionalidad pero el editor dice yo mando a alguien y publico si hay algo
interesante sino no. En general, contra lo que uno cree, las empresas respetan
esa decisión, la entienden y les cae bien. Los que entienden menos son los
periodistas. A veces les molesta que alguien diga no a algo que otro dijo sí, y
son los que se burlan cuando hablas de código de ética, las burlas son de los
colegas y no de los anunciantes.
Cada cual
atienda su código
Tener un código de
ética general no me preocupa, porque en un país donde las leyes no se cumplen
tener un código no me asegura nada. Es preferible que cada medio tenga uno,
explícito o implícito. Nosotros hicimos un código especial para la revista Negocios, se publicó en doble página,
claro, sencillo y de cumplimiento efectivo. Los redactores lo leyeron,
comentaron lo que debían y firmaron que estaban de acuerdo; el no cumplimiento
era causal de despido.
Para el periodista
económico lo más complicado es el conflicto de intereses, por ejemplo ser
asesor de un banco y al mismo tiempo tener que informar sobre ese banco, o
tener inversiones sobre las que hay que informar, influir en la suba de una
acción...
El último vicio, acá y
en el mundo, es confundir los intereses de la empresa periodística con el
interés informativo. La colisión de intereses va a estar siempre, hay que tener
cintura para eludir las presiones, sino me parece mucho más digno trabajar en
un Mc Donald´s que trabajar haciendo notas a pedido y diciendo mentiras.
Pequeño
inventario del diario económico argentino
Como lector me parece
que el Cronista es el más serio; el
más divertido es Ámbito e Infobae es...no es confiable en algunas
cosas.
Ámbito es un diario de
autor, va detrás del pensamiento de su dueño, director y pluma principal. El Cronista es más corporativo, se trabaja
en equipo, trasladaron el modelo español a la Argentina y les costó
bastante hacer pie. Infobae es un
diario con una línea que fue cambiando, en algunos temas saca primicias y tiene
hallazgos, en otros no.
Ninguno de los tres
diarios adhiere al IVC (Instituto Verificador de Circulaciones). Supongo que Ambito vende más que el Cronista e Infobae juntos; a la hora de la pauta publicitaria Ambito se lleva las tres cuartas partes,
pero que ninguno de los tres quiera estar en el IVC es sugestivo, habla de la
falta de transparencia.
Hay ratios de
periodistas por página, el Cronista tiene la misma cantidad de periodistas por
página que en Madrid. Después esta la calidad un diario elabora notas de un dia
para otro es obvio que un periodista con mas horas de vuelo puede resolver las
cosas mejor y mas rapido por contactos, tiene que ver la edad media de cada
plantely tambien tiene que ver la cantidad de horas que el per dedica a su
tarea ya que a veesc comparte con conduccion de programas de radio, de cable,
corresponsalías que a veces son sinergicas y a veces no, los buenos per. No
cobran lo que deben entonces se resiente loa calidad, algunos tiene acuerdo de
exclusividad
En el periodismo
económico se confunde seriedad con solemnidad. Se hace un periodismo más
acortonado de lo que debería, y menos serio. Hay que trabajarlo más, una
redacción más pulida, jugar con la ironía, el humor, la creatividad...en eso De
Pablo fue un maestro, periodismo económico relativamente divertido y bien
hecho.
. Muchas cosas no se
publican porque el periodista debe andar detrás de la primicia y la última
noticia o no puede publicar porque le falta documentación respaldatoria o el
medio tiene las manos atadas –especialmente los de mayor difusión- por pautas
publicitarias, por presión, por autocensura de los periodistas.
A la gente también le
interesa conocer las tendencias y las proyecciones -no sólo la información
urgente- hacia dónde vamos, es decir un periodismo de anticipación, y para eso
hay que investigar y saber.
Economía en
los diarios de información general
Los diarios generales
podrían hacer muchas cosas para mejorar la información económica. Podrían transmitir
desde la redacción, los suplementos podrían acercarse más a los temas que le
interesan al público; se habla mucho de política economica, que es importante,
pero se habla poco de lo que tiene que ver directamente con el lector.
Para hacer un buen periodismo
económico se necesitan más periodistas y gastar más en la sección. La sección
Economía, en cualquiera de los diarios, subvenciona otras secciones más
deficitarias. Habría que invertir más en Economía, lo que pasa es que no le
quieren pagar al periodista o no saben como venderlo.
El Estatuto
del Periodista incentiva la mediocridad
El encuadre legal de
nuestra profesión es anacrónico. Para el buen periodista es contraproducente,
para quien es poco afecto al trabajo o busca lucrar con la industria del juicio
es conveniente. El Estatuto Profesional nivela para abajo. Es mucho más
proteccionista que en cualquier industria, y comparado con cualquier
legislación de otros países también.
Hay gente que no le
interesa cambiar: a los empresarios les interesa cambiarlo, no sé si para pagar
menos, pero lo cierto es que así no se fomenta la renovación en las redacciones
que tienden a ser más anquilosadas.
De ahí que se tomen
más pasantes de lo que se debería, no por gusto sino porque es una forma más
barata. Lo lógico es que un periodista profesional pudiera tener un contrato
por un año, hoy no se puede. Es para discutir.
Uno conoce gente que
compró autos o casas gracias a los juicios contra las empresas, con o sin
razón. Esto no se ve en el promedio de las industrias; estamos gozando de un
privilegio que no tienen otras profesiones.
Hugo Alconada Mon (1)
Reynaldo Sietecase
(2)
Conferencia dirigida a
estudiantes de Periodismo, auditorio Derissi-UCA, 11/06/2004.
(1) Periodista
político, diario La Nación.
(2) Periodista
político, revista 23.
Sietecase.
- Hay una enorme
diferencia entre Kirchner y Menem. El otro día Lanata me decía: la gente se
olvida que la opción no era entre Sartre y Kirchner sino entre Kirchner y
Menem; en ese sentido estamos mejor.
En lo que hace a la
revista 23 y a nuestro grupo, consideramos que el periodismo, en un sistema
democrático, tiene un rol de contralor del poder político y económico, sin
importar el signo ideológico.
Cuando asumió Kirchner
nos dijeron a ver cómo hacen ahora, y
yo les recordaba a los colegas que nosotros fuimos los primeros en publicar un
caso de corrupción de la
Alianza: la adjudicación que hizo Meijide, desde el Pami, a
su cuñado Togneto. Esa información llegó a la revista mediante un llamado
telefónico, se favorecía en 5000 pesos a dos geriátricos que eran de la mujer
de Togneto, lo chequeamos y lo dimos. Nos dolió. La discusión era si iba o no a
tapa, recuerdo esa reunión porque fue como una suerte de manual de periodismo
básico porque, si bien teníamos nuestros reparos por la simpatía que le
teníamos a Meijide, sabíamos lo que implicaba, era el cuñado de la Meijide, por lo tanto
existía la probabilidad de que cayera la
ministra. La discusión fue muy fuerte ya que éramos el segmento periodístico
más cercano al gobierno en términos ideológicos. Si lo daba La Nación o Ámbito
no tendría la misma repercusión.
Finalmente decidimos
que fuera a tapa. Primero porque el gobierno había declamado durante toda la
campaña que iba a hacer un culto a la transparencia. Otra de las preguntamos
que nos hacíamos era: si este fuese el gobierno de Menem ¿qué haríamos?, todos
dijeron ¡tapa, tapa!.
La fidelidad es con la
información, si la fidelidad pasa por otro lado estamos en problemas, nos
estamos alejando del periodismo.
Lo mismo pensamos de
Kirchner. Tenemos cierta afinidad, sobre todo en derechos humanos. Pero no
vamos a ocultar lo de (general) Bendini. Nosotros publicamos en enero (2004),
en tapa, la cuenta ilegal que abrió. Una de mis fuentes me dijo eso es una operación de prensa, y yo le
pregunté: ¿pero es verdad? Es una
operación de prensa de los generales desplazados como Brinzoni, insistía la
fuente. Supongamos que sí, la mayoría de las informaciones surge por
operaciones de prensa, por tipos que quieren perjudicar a otros, yo no puedo
ocuparme de si es o no una operación de prensa, la pregunta era ¿es o no
cierto?
Si hay una información
hay que publicarla. Si está en relación con el poder político hay que
publicarla, de hecho todos los medios tienen intereses pero no se puede
tergiversar la información. Por ejemplo las encuestas pro Menem de Ámbito
Financiero la última semana de campaña no, ahí están los límites: lo que no
puede hacerse es mentir.
Lo mismo con Betini.
Yo le tengo simpatía porque pobre, le mataron a toda la familia, pero no debe
ser embajador en España porque hay elementos que indican que no.
La credibilidad y la
independencia son, a largo plazo, un buen negocio. Los dueños de los medios, a
veces, no lo entienden, y muchas veces emponzoñan la agenda periodística. Pero
se equivocan. A la larga lo que hace que un medio subsista es que la gente te
crea y para que te crea hay que ser fiel con la verdad, no con el funcionario
de turno.
Alconada
- Creo que la
principal diferencia con el gobierno de Menem es que tenía tal laxitud moral
que todo le resbalaba. Entonces no le podías decir nada porque él te miraba, se
reía y te decía: ¿y? Si total tenía la justicia controlada, los fiscales
controlados; uno podía publicar y no pasaba nada, ahora los vientos soplaron
para otro lado y se le complica.
De la Rúa era un conservador.
Conservador es aquel que tiene virtudes públicas y vicios privados; el liberal
tiene vicios públicos y virtudes privadas; y De la Rúa ...
Kirchner en cambio es
un calentón. Un tipo que se maneja más como un patrón de estancia, un tipo que
está acostumbrado a la provincia de Santa Cruz, con pocos habitantes, donde el
poder es bastante hegemónico; esa dinámica ahora se le complica.
La segunda gran
diferencia con los años 90 es económica. Antes florecía el dinero, se mandaban
periodistas a cualquier lado. Ahora es al revés, cambian las bombitas de luz
por otras de menor tensión y cuando hay que negociar algunas notas, que pueden
ser urticantes, se piensa un millón de veces.
La relación con el
gobierno te puede complicar, capaz que el gobierno te está ayudando a
renegociar la deuda. Con las grandes empresas que te ponen la publicidad no
podés tener demasiados problemas; en los 90 no pasaba tanto.
Otra diferencia es que
Menem te mandaba algunos aprietes, creo que hay muchos muertos que todavía hay
que explicar. En el caso de Kirchner no se llega a eso pero la intolerancia, a
veces, es bastante dura. Sé de dos colegas míos en el diario, y yo mismo, que
tuvimos amenazas: a mí y a otro periodista con un secretario de estado; al otro
periodista, un ministro. A uno de los nuestros el ministro le dijo que le iba a
romper las piernas, a otro lo bajaron del tango 01 porque había publicado una
serie de artículos y cuando iba a embarcarse le dijeron: usted no sube. A mí me dijeron que me iban a cagar a trompadas con un bastón porque por el
lado jurídico no me podían hacer nada.
Me recordó una famosa frase de Alfonsín que decía cuando alguien es afectado en su honor tenés que ir con un bastón a la
casa del injuriante, tocar el timbre y, cuando sale el injuriante, con ese
mismo bastón actúas en consecuencia.
Hubo discusión en el
diario porque el 80% de los redactores queríamos publicarlo; el 60% de los
editores quería publicarlo, pero no se publicó.
Sietecase
- Nosotros no tuvimos
ningun incidente de ese tipo, es de una tremenda gravedad. Hay algo que es
común y me sorprende que les moleste a los periodistas: yo tengo algunas
fuentes en gobierno que a veces me llaman por algún comentario, pero no lo
siento como un apriete, no me parece mal enojarse, discutir. Por otro lado, no
me parece mal que el funcionario proteste, tiene derecho a enojarse, no pasa nada mientras vos
publiqués lo que quieras. El punto es ése, creo que ahí la responsabilidad está
en los medios. Es muy fácil achacarle la culpa al gobierno; si te levantan la
pauta, mala suerte, publicá.
El menemismo hacía
mucho eso de levantar la pauta. El
laburo nuestro es informar. Tenés
información, la chequeás, ¿es cierta?, la publicás. Esa es la dinámica, y en lo
posible tratar de que el empresario no incida en la línea periodistica. Esto
parece ingenuo pero es una pelea a dar. No digo que siempre la ganás pero hay
que tratar que la agenda periodística surja de los periodistas, a la larga es lo
mejor que le puede pasar a los empresarios.
Otra cosa son las
diferencias que uno tiene con el medio en el que trabaja, uno tiene que lograr
que su material se publique, no escribir cosas que no escribiría, ser fiel a la
verdad y, en todo caso, cuando se la quieren violar, la posibilidad de irse. No
me gusta la obediencia de vida, a mí no me vengan con ese cuento de que el jefe
me obligó a escribir algo que yo no quería; también se puede decir que no.
Ahora, yo no cuestionaría a un compañero que lo hace porque le tiene que dar de
comer a su familia. Hay mucha gente que dice que no y otra que dice que sí con
entusiasmo, ésa es la diferencia.
Lo de (Jorge) Lanata
fue muy extraño porque había un contrato firmado. El empresario dijo que no
quería poner al aire ese programa, hubo algo muy raro, le dijeron a Jorge que
tenía que ir a hablar con el gobierno. Creo que Lanata cometió un error al
hablar con el gobierno. Para mí no correspondía, es un problema del canal, es
un canal privado, Jorge decidió hablar con el gobierno, lo cierto es que el
programa no está en el aire.
Es malo. Si no
estuviera Grondona, también sería malo. La pluralidad debe contener todas las
voces, sobre todo en un momento de debate ideológico: qué hacer con el estado,
la deuda, las privatizaciones.
Ahora, si eso es
censura o no, no sé. Lanata, de hecho, no dijo me censuraron. A lo mejor tiene que ver con el medio de
comunicación, que es afín al gobierno.
Hay una cosa muy cruda
sobre los medios, me lo dijo una vez Vernet, ex gobernador de Santa Fe: es tan tonto estar contra los medios durante
los dos primeros años de gobierno como estar a favor los dos últimos.
Los medios están tan
cuidadosos para evitar un bolonqui
poniendo un programa como el de Lanata. El año pasado le pidieron por favor a
Jorge que no tocara el tema del PAMI... y le hicimos un programa especial. No
sé si es un defensor de la libertad de prensa o está loco, si está loco es su
principal defecto y su mejor virtud al mismo tiempo.
Los empresarios de
medios además tienen otra rareza: son de los pocos empresarios que pueden hacer
mal su producto. Acá hay dueños de medios que mandan al freezer a un redactor,
por más bueno que sea, porque hizo algo que creen es incorrecto. Cambian una
sección o un tipo o no hacen investigación para no tener problemas cuando está
demostrado que la investigación realza un medio. Es raro ¿no?
Alconada
- Hay un truco más en
el periodismo gráfico: no firmar. Cuando fui secuestrado trabajando para el
diario El Día, de La Plata, había escrito 10
notas y se publicaron siete, porque después mis jefes terminaron arreglando con
las empresas que yo denuncié. Es decir, pusieron avisos. Los que me habían
pegado el apriete se convirtieron en anunciantes o financistas del diario donde
yo trabajaba, y no tenía demasiado margen de salida porque el periodismo no te
da de comer en forma floreciente.
Consulté con el
sacerdote con quien me confesaba y me dijo que tenía que seguir trabajando,
siempre y cuando tuviera que mantener a mi familia, y en cuanto tuviera la
oportunidad de irme, a cualquier lado, me fuera.
En principio dejé de
escribir en Política, me fui a Breves hasta que pasé a La
Nación.
Cada vez hay más
libertad de empresa y menos de prensa. El empresario decide lo que se publica y
lo que no se publica y el combate entre el área comercial y periodística es
cada vez más duro.
Pero hay episodios que
te favorecen. Por ejemplo, hacía un mes que tenía terminado el tema de pesca,
lo de Conarpesa que, ahora con Kirchner, no la publicaban. Pero tuve la fortuna
de enterarme que (revista) 23 la sacaba en tapa un jueves, el martes les digo
que la va a sacar 23 y ahí la dimos: el miércoles, 24 horas antes que lo dé
revista 23.
La mejor presión es
decirles: ojo que la competencia lo da,
si lo tenés vos solo te dicen no, esperá.
Es una lógica increíble.
Me gusta trabajar en La Nación. Cuando fui
a Suiza a cubrir la reunión de Davos pedí que me dejaron chusmear lo de Menem.
Me dejaron dos meses negociando con la agenda de la jueza que investiga las
cuentas de Menem y tuve tres entrevistas off
the record. Después los tipos dijeron esto es on the record y en enero publicamos que Menem estaba en la lista de
los doce políticos más corruptos del mundo y que en Suiza investigan a 200
argentinos por corrupción y lavado de dinero. Hector D´Amico (editor de La Nación) se encontró con el
ex juez Salvi, éste bajó la vista. D´Amico me llamó a Suiza y me dijo dale para adelante porque les estás pegando
donde duele; hay días que son fabulosos.
Sietecase
- Soy muy optimista
con el periodismo que viene. El que hacemos es mejor que el que hacíamos hace
10 años. Veo en las redacciones un manejo de idioma y tecnología muy
interesante pero como defecto veo que cada vez hay menos gente que lee y va la
cine, y esto, sobre todo en gráfica, es muy importante.
El periodista que lee
puede entrevistar a cualquier persona porque tiene una mirada amplia, escribe
mejor. Ahí estamos en un retroceso. No sé como se puede mejorar eso, por lo
menos cumplo diciéndolo.
Hay chicos que le
comentas, por ejemplo lo de Semana Santa en el 87 y te dicen y yo tenía cinco años o y les constesto
que durante la primera presidencia de Perón yo no había nacido, pero eso no me
exime de conocerlo; son conocimientos básicos en los que noto ciertas
flaquezas. Igual soy opotimista.
Hay más espacio para
la investigación –esto en la televisión es muy notable-, ciclos como Telenoche Investiga en el marco del
grupo Clarín es un dato interesante, después podemos encontrarle mil reparos:
que las cámaras ocultas nunca le tocan a un empresario sino a “Juan Bondiola”,
bueno eso es hilar más fino, pero es interesante que un programa de
investigación tenga 30 puntos de ráting.
Lo mismo pasa en
gráfica. En La Nación y Clarín se ve claramente el cambio,
Página 12 en un momento le dio importancia a temas propios, hay excelentes
periodistas de investigación en la mayoría de los diarios de la Argentina.
Creo que no hay
retroceso. Nunca más va a ver funcionarias posando con tapados de piel, ¿soy
muy optimista? Es como que la sociedad por fin se va hartando, es menos
tolerante hacia esas manifestaciones. Un presidente en una Ferrari roja,
violando normas de tránsito me parece que ya no lo celebramos como una viveza,
y bueno, nos han pasado cosas graves y terribles.
El periodismo, como
dice Eloy Martínez, es como un sismógrafo: detecta cosas, puede leer los
cambios que ocurren en la sociedad.
El periodismo que les
toca a ustedes va a ser como siempre, sigue siendo muy difícil entrar en los
medios, hace 10 o 15 años también era difícil, es cíclico.
Lo importante es
sostener el deseo, ponerle toda la energía, pasión, sacrificio, como en toda
profesión. En este país es difícil trabajar, más difícil es trabajar en lo que
uno quiere, pero me parece que vale la pena intentarlo.
Alconada
- Papá decía que cuanto
más gasolero sos más chances tenés de hacer lo que te gusta. Si la expectativa
de ustedes es tener a los 35 años una casa en un country y una 4x4 cambien ya
de profesión...
-Eso sólo le pasa a Hadad -interrumpe Sietecase.
...sí
y, obviamente, él no hace periodismo, hace otra cosa. Quizás ustedes se
imaginan que, como nosotros trabajamos en periódicos, ganamos una fortuna...yo
trabajo como abogado para poder llegar a fin de mes; si quieren ganar guita en
esta profesión se equivocaron.
Quiero leerles algo
que tengo anotado sobre la situación del periodismo catalán, es un profesor
catalán de periodismo:
Los
textos que se publican en los diarios pasan en general por 5 filtros:
1.
No son contrarios a los intereses económicos de la empresa editora.
2.
No son contrarios a los intereses de las empresas que contratan publicidad en
esas páginas de esos diarios.
3.
La mayor parte de las fuentes de información utilizadas por los diarios son del
gobierno o de las grandes empresas.
4.
Los gobiernos y las grandes empresas son las instituciones mejor situadas para
presionar a los periódicos.
5.
Los diarios se ven constreñidos por la ideología dominante.
Raquel San Martín
Periodista, redactora
diario La Nación.
Profesora de
Introducción al Periodismo (Universidad Católica Argentina)
Periodismo
bajo protesta.
Conferencia
29/04/2004. Auditorio Derissi-UCA
Investigación sobre
las condiciones subjetivas del trabajo de los periodistas de los diarios
nacionales. (resúmen con las ideas centrales)
Creciente
malestar por presiones
1.Concentración de los
medios, recortes a la autonomía del periodista dentro de espacio laboral,
precarización, cuestionamiento del público hacia el trabajo periodístico.
2. Sentimiento de
impotencia, sentir que no se puede influir en los aspectos sociales.
3. Diferencias de
aspiraciones, objetivos y percepciones de la tarea entre los directivos de los
medios y los que trabajan todos los días. Brecha creciente.
4. Los periodistas
comparten este malestar pero no son capaces de articular una política de cambio
conjunta y solidaria, queja individual y en voz baja.
Crisis
estructural
(En base al análisis
de 20 estudios demográficos de distintas regiones y países)
Sustento común de
críticas: inadecuación de las técnicas, prácticas y principios tradicionales
para contar una sociedad cada vez más compleja y multifácetica.
Cambios en las
tecnologías y en la propiedad de los medios. Conglomerados mediáticos y
precarización del trabajo. No se cumplen los contratos, falta personal en las
redacciones, jornadas laborales muy extensas, falta de infraesctrura para
cumplir la tarea, cae la calidad informativa.
Cambios en el concepto
de información, se multiplican los emisores. Si todos pueden comunicar y llegar
directo al público, ¿para qué sirve el periodista?
Cambios dentro de la
profesión: ¿qué es la objetividad?, ¿qué es la neutralidad?, ¿cómo deben ser
las relaciones con el poder político?. Incapacidad para definir roles, valores,
principios comunes.
El periodismo ¿es una
profesión?. Incertidumbre, no hay escalafón dentro de la carrera, no se
precisan cuáles deben ser los elementos para la formación profesional, continúa
la distancia entre la academia y el campo profesional, se habla de oficio, arte o técnica; se discute
si es o no una profesión.
El periodismo es una
indefinición, hay gran incertidumbre.
La incertidumbre por
el camino profesional y el malestar son fenómenos comunes a los periodistas de
todo el mundo.
Grupos de
discusión con periodistas argentinos
(Redactores
pertenecientes a diarios nacionales, con dos años como mínimo de experiencia y
en condiciones de empleo efectivo)
Alto nivel de
desvalorización. Se perciben como prescindibles y manipulables, sin margen de
maniobra.
Algunas expresiones de
los entrevistados: “Somos el último eslabón”, nos “sentimos como fabricantes de
salchichas”, “trabajo rutinario”, “se parece al
empleo público, no hay adrenalina ni sorpresa”, “somos parte de una
maquinaria”, “línea de producción industrial”, “falta un día menos para
cobrar“.
Con respecto a la
precarización y su incidencia en la calidad hubo una coincidencia del 100%. El
trabajo se empobrece por las condiciones de producción: “redactores
polifuncionales”, “abundancia de becarios en las redacciones”, “gente poco
formada en lugares de decisión”,
Otra queja es “la
falta de motivación”, “poco incentivados por el jefe, si hay o no iniciativa es
lo mismo”, “incertidumbre”, “simulacros de fusilamiento: me llamaron para
decirme que había ganado una beca y pensé que era para echarme”.
Otro factor de presión
es de índole comercial, hay que enfocar los temas que “venden”.
Línea
editorial
El periodista no
percibe la línea editorial como una opción ideológica genuina, son directivas
más o menos explícitas que se van aprendiendo, lo que se puede o no decir, las
personas que se pueden o no criticar, temas que se pueden o no tocar. Hay un
rechazo a la llamada línea editorial porque es factor de presión, revela los
acuerdos que hace el medio y es ajeno a ellos, se opone al periodismo genunino,
es percibido como una serie de compromisos políticos y económicos que se impone
al periodista, y éste debe acatar.
Fatalismo
individualista
Las condiciones
económicas son inquebrantables, “hay que adaptarse”.
Nace una actitud de
oposición simbólica, se buscan grietas donde insertar las propias ideas, es la
única posibilidad de independencia.
“Uno no es responsable
de la línea editorial”, “soy responsable en mi pequeña nota”, “resisto en mi
nota”, “no estoy de acuerdo, pero en las entrevistas destaco las frases que más
se identifican con lo que yo pienso o pongo fuentes que al diario nunca se le
ocurrirían”.
El periodista no hace
autocrítica, la culpa es del periodismo o del medio, y sobre todo, la
televisión. Los periodistas consideran que los medios perdieron credibilidad, no
ellos.
No se cuestionan las
malas prácticas como la falta de rigor en el chequeo de fuentes, acudir sólo a
fuentes oficiales, buscar más el impacto que la información,.etc. El periodista
se encierra en el microclima profesional.
Divergencias
Aparecen muchas
disidencias en cuanto a las funciones del periodismo.
La objetividad está
completamente descartada. La opinión se desvía del periodismo que debe hacerse,
no hay que influir. El periodista debería ser un intérprete, explicar la
realidad compleja. No opinar sino contar lo que pasa. Aparecen muchas
contradicciones, no está claro qué es opinar y qué es interpretar, entre otros
interrogantes.
Es gratificante ser
periodista por lo urgente, ser testigo de la historia. Hay una vocación muy
fuerte, son conscientes de la influencia que tienen, nadie dejaría de ser
periodista, se consideran como actores sociales importantes.
Hay una actitud
fatalista, “no hay nada que hacer”.
Mucho miedo,
individualismo, baja sindicalización.
Sólo se consideran
periodistas si trabajan en los medios.
A pesar de todo, se
quedan. Critican mucho a sus editores, con mucha dureza, sobre todo sus
actitudes personales. No tienen control del trabajo, el editor hace lo que
quiere con la nota.
No hay identificación
con el medio, esto es un cambio histórico, no hay mística, hay una oposición a
los acuerdos del medio.
Todos los periodistas
consultados pidieron garantías de reserva de la identidad, mantener el
anonimato.
Alfredo Serra
Redactor jefe general de Editorial Atlántida.
Redactor jefe revista Gente.
Profesor de Introducción al Periodismo y Redacción
Periodística (Universidad Católica Argentina).
Entrevista vía correo electrónico.
1) La mentira en la
prensa. Credibilidad.
Como en el comercio, en
la prensa también existe el kilo de 900 gramos, los titulares que anuncian el
Apocalipsis día por medio, la libertad de empresa disfrazada de libertad de
prensa y hasta el delirio de algún cablero el sábado o el domingo a la tarde,
días y horas propicias para inventar serpientes de veinte metros o anunciar que
el monstruo de Loch Ness existe. La prensa es una vidriera a veces, de
cambalache-, y por su ritmo y su urgencia comete pecados cotidianos. Pero los
hay veniales (la serpiente, el monstruo del lago) y mortales. Entre los últimos
está en primer lugar, creo, la libertad de empresa disfrazada de libertad de
prensa. Por fortuna, no todos los lectores son incautos: algunos saben usar el
cernidor. Sin embargo, y a favor de la prensa, es justo decir que el más
mentiroso y menos creíble de los medios suele ser más veraz que un político en
campaña. Que cuando no está acariciando a un niño, ¡le está robando el chupete!
2) Objetividad. ¿Qué es? ¿Es posible?
No. La prensa no está hecha por objetos sino por sujetos. Ergo, la objetividad
absoluta es imposible. En cambio, es posible y deseable- la imparcialidad. Como
bien decía un célebre editor made in USA, En materia política soy absolutamente
imparcial: a priori, estoy en contra de todos
los candidatos. Adhiero, en esta materia, a la teoría de las dos campanas
(darle la misma oportunidad a tirios y troyanos), y a la más sabia de las
fórmulas que nos enseñaron los viejos, escépticos e iconoclastas jefes de los
diarios: No creas nada de lo que te digan, y sólo la mitad de lo que veas.
3) Relación de los medios con el poder.
Dependencia de la publicidad.
Caso argentino: mientras Papel Prensa sea una empresa formada por Clarín, La Nación y el Estado
Nacional, nunca habrá independencia total de los medios respecto del poder.
Caso Publicidad: sus ingresos son fundamentales, pero la independencia depende
del coraje y la firmeza de
los editores. Si un editor no publica informaciones sobre el daño que hace el
tabaco para asegurarse una campaña millonaria de las tabacaleras (por ejemplo),
la independencia pierde la batalla. Los editores habrán de tener muy en cuenta
que, más allá de valores y de contravalores, la
publicidad sólo vende productos, consumo, y la prensa, mal que bien, ideas,
instrucción, cultura, ética, arte, ciencia, etcétera. No es lo mismo decir
Dentol deja los dientes más blancos que denunciar un escándalo político o un
hecho de corrupción. Se trata de otra jerarquía moral.
4) Relación del periodista con las
fuentes.
Me atengo a otra verdad de mis viejos maestros diarieros: El periodista no
tiene amigos: tiene contactos. Cuando se subvierte esta relación y se
transforma en amistad, que no es lo mismo que confianza, ¡se pudrió todo! El
periodista pasa a ser un correo de su contacto. Máximo peligro:
que esa relación esté lubricada por el sobre ($ o u$s o euros). Conviene que el
periodista renueve sus contactos, ya que la larga frecuentación de los mismos
lo mimetiza con ellos, y pierde la esencial distancia que debe haber entre
ambos.
5) ¿Qué es un periodista?
Un gran curioso que fracasó en media docena de carreras, leyó media
tonelada de libros, ama la noche, fuma como un escuerzo, bebe como un
sarraceno, se divorcia cada dos años, usa la corbata floja y suelta, se lustra
los zapatos con papel de diario, gana muy poco, y a veces es un
genio como Roberto Arlt. Y si no es un genio, de todos modos pertenece a la
profesión más divertida y riesgosa del mundo. Desconfiar de los periodistas
vegetarianos o excesivamente gimnastas
6) Cómo
es un periodista joven de hoy, y cómo debería ser.
Es
todo lo contrario del modelo anterior, y no lee. Lo último es gravísimo. ¿Cómo
debería ser? Un poco parecido a mi periodista del punto 5)
Consejo: no usar corbata, dejarse la barba y fumar en pipa sólo es desaliño, no
credencial de talento. Pibe: ¡cachá los libros, que no muerden!
7) Situación laboral del periodista.
Es una variante de una estrofa de tango: Mi sueldo es una herida absurda.
8) Multimedios.
Un invento para acumular poder a tres bandas (gráfica, tele, radio) y hacer
trabajar a los periodistas en tres medios al precio de uno, y el triple de
horas.
9) Internet y prensa alternativa.
Internet: para mi gusto, demasiadas faltas de ortografía y sintaxis a lo
bestia. Consumo poco y nada. Prefiero el viejo archivo de una vieja editorial.
Amo el papel: quien lo sabe tocar conoce incluso su
sensualidad, su erotismo, su parecido con la buena piel de una mujer.
Prensa alternativa: paso, no sé qué es.
10) ¿Cuál es el futuro del periodismo
para los próximos cinco o diez
años?
Volvé entonces, y te contesto.
Alfredo Serra, el buen pingüino.
Anexo II
Principios
éticos y deontológicos
Código
europeo
de
deontología del periodismo
Resolución 1003 del Consejo de Europa sobre ética
del periodismo
Estrasburgo, 1º de julio de 1993.
I. NOTICIAS Y OPINIONES
1.
Además de los derechos y deberes jurídicos que están recogidos en las normas
jurídicas pertinentes, los medios de comunicación asumen en relación con los
ciudadanos y la sociedad, una responsabilidad ética que es necesario recordar
en los momentos actuales, en los que la información y la comunicación revisten
una gran importancia para el desarrollo de la personalidad de los ciudadanos
así como para la evolución de la sociedad y la vida democrática.
2. El ejercicio del periodismo comprende derechos y deberes, libertad y
responsabilidad.
3. El principio básico de toda consideración ética del periodismo debe partir
de la clara diferenciación, evitando toda confusión, entre noticias y
opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y datos, y las opiniones
expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de valor por parte de los
medios de comunicación, editores o periodistas.
4. La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a través de las
actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con imparcialidad en la
exposición, descripción y narración de los mismos. Los rumores no deben
confundirse con las noticias. Los titulares y enunciados de las noticias deben
subrayar lo más fielmente posible el contenido de los hechos y datos.
5. La expresión de opiniones puede versar sobre reflexiones en relación con
ideas generales o referirse a comentarios sobre noticias relacionadas con
acontecimientos concretos. Si bien es cierto que en la expresión de opiniones
por ser subjetivas, no debe ni es posible exigirse la veracidad, sin embargo se
debe exigir que la emisión de opiniones se realice desde planteamientos
honestos y éticos.
6. La opinión referente a comentarios sobre acontecimientos o acciones de
personas o instituciones, no debe intentar negar u ocultar la realidad de los
hechos o de los datos.
II. EL DERECHO A LA
INFORMACIÓN COMO DERECHO FUNDAMENTAL DE LAS PERSONAS,
EDITORES, PROPIETARIOS Y PERIODISTAS
7. Los medios de comunicación efectúan una labor de
"mediación" y prestación del servicio de la información y los
derechos que poseen en relación con la libertad de información, están en
función de los destinatarios que son los ciudadanos.
8. La información constituye un derecho fundamental reconocido como tal por el
Convenio europeo de los derechos humanos y las Constituciones democráticas,
cuyo sujeto o titular son los ciudadanos, a quienes corresponde el derecho de
exigir que la información que se da desde el periodismo se realice con
veracidad en las noticias y honestidad en las opiniones sin ingerencias
exteriores, tanto de los poderes públicos como de los sectores privados.
9. Los poderes públicos no deben considerarse propietarios de la información.
La representatividad pública legítima para actuar en orden a garantizar y
desarrollar el pluralismo de los medios de comunicación y para asegurar que se
creen las condiciones necesarias para el ejercicio de la libertad de expresión
y el derecho a la información, excluyendo a la censura previa. El Comité de
Ministros es consciente de ello como lo prueba su Declaración sobre la libertad
de expresión y de información adoptada el 24 de abril de 1982.
10. El tratamiento del periodismo debe efectuarse teniendo en cuenta que éste
se ejerce desde los medios de comunicación, que están sustentados en un soporte
empresarial y donde se deben distinguir editores, propietarios y periodistas,
por lo que además de garantizar la libertad de los medios de comunicación, es
necesario también salvaguardar la libertad en los medios de comunicación
evitando presiones internas.
11. Las empresas periodísticas se deben considerar como empresas especiales
socioeconómicas, cuyos objetivos empresariales deben quedar limitados por las
condiciones que deben hacer posible la prestación de un derecho fundamental.
12. En las empresas informativas debe existir transparencia en materia de
propiedad y gestión de los medios de comunicación, posibilitando el
conocimiento claro de los ciudadanos sobre la identidad de los propietarios y
del nivel de su participación económica en los medios de comunicación.
13. En el interior de la empresa informativa en relación con la libertad de
expresión deben coexistir editores y periodistas, teniendo en consideración que
el respeto legítimo de la orientación ideológica de los editores o propietarios,
queda limitado por las exigencias inexorables de la veracidad de las noticias y
de la ética de las opiniones, lo que es exigible por el derecho fundamental a
la información que poseen los ciudadanos.
14. En función de estas exigencias es necesario reforzar las garantías de
libertad de expresión de los periodistas a quienes corresponde en última
instancia ser los emisores finales de la información. En este sentido es
necesario desarrollar jurídicamente y clarificar las figuras de la claúsula de
conciencia y el secreto profesional de las fuentes confidenciales, armonizando
las disposiciones nacionales sobre estas materias para ejercerlas en el marco
más amplio del espacio democrático europeo.
15. Ni los editores o propietarios ni los periodistas deben considerarse dueños
de la información. Desde la empresa informativa la información no debe ser
tratada como una mercancía sino como un derecho fundamental de los ciudadanos.
En consecuencia, ni la calidad de las informaciones u opiniones ni el sentido
de las mismas deben estar mediatizadas por las exigencias de aumentar el número
de lectores o de audiencia o en función del aumento de los ingresos por
publicidad.
16. El tratamiento ético de la información exige que se considere como
destinatarios de la misma a las personas consideradas en cuanto a tales no como
masas.
III. LA FUNCIÓN DEL
PERIODISMO Y SU ACTIVIDAD ÉTICA
17. La información y la comunicación que se realizan por el
periodismo a través de los medios de comunicación y con el soporte formidable
de las nuevas tecnologías, tiene una importancia decisiva con el desarrollo
individual y social. Es imprescindible para la vida democrática, ya que para
desarrollarse plenamente, la democracia debe garantizar la participación de los
ciudadanos en los asuntos públicos. Baste señalar que esta participación será
imposible si los ciudadanos no reciben la información oportuna sobre los
asuntos públicos que necesitan y que debe ser prestada por los medios de
comunicación.
18. La importancia de la información, principalmente de la radio y de la
televisión en la cultura y la formación fue puesta de relieve en la Resolución 1067 de la Asamblea y también es
evidente su repercusión en la opinión pública.
19. Sería erróneo sin embargo deducir que los medios de comunicación
representan a la opinión pública o que deban sustituir las funciones propias de
los poderes o entes públicos o de las instituciones de carácter educativo o
cultural como la escuela.
20. Ello llevaría a convertir a los medios de comunicación y al periodismo en
poderes o contrapoderes (mediocracia) sin que al propio tiempo estén dotados de
la representación de los ciudadanos o estén sujetos a los controles
democráticos propios de los poderes públicos, o posean la especialización de
las instituciones culturales o educativas correspondientes.
21. Por tanto, el ejercicio del periodismo no debe condicionar ni mediatizar la
información veraz o imparcial y las opiniones honestas con la pretensión de
crear o formar la opinión pública, ya que su legitimidad radica en hacer
efectivo el derecho fundamental a la información de los ciudadanos en el marco
del respeto de los valores democráticos. En este sentido, el legítimo
periodismo de investigación tiene su límite en la veracidad y honestidad de
informaciones y opiniones y debe ser incompatible con campañas periodísticas
realizadas desde tomas de posiciones previas e intereses particulares.
22. En el ejercicio del periodismo, las informaciones y opiniones deben
respetar la presunción de inocencia principalmente en los temas que permanecen
sub judice, excluyendo establecer juicios paralelos.
23. Se respetará el derecho de las personas a su propia vida íntima. Las
personas que tienen funciones en la vida pública tienen el derecho a la
protección de su vida privada, salvo en los casos en que ello pueda tener
incidencias sobre la vida pública. El hecho de que una persona ocupe un puesto
en la función pública, no le priva del derecho al respeto de su vida privada.
24. La búsqueda de un equilibrio entre el derecho al respeto de la vida
privada, consagrada por el artículo 8 del Convenio europeo de derechos del
hombre y la libertad de expresión consagrada por el artículo 10, está
ampliamente documentada por la jurisprudencia reciente de la Comisión y el Tribunal Europeo
de Derechos del hombre.
25. En el ejercicio del periodismo el fin no justifica los medios por lo que la
información deberá ser obtenida a través de medios legales y éticos.
26. A petición de las personas afectadas, se rectificará por los medios de comunicación,
con el tratamiento informativo adecuado de manera automática y rápida, las
informaciones y las opiniones que sean falsas o erróneas. La legislación
nacional deberá prever sanciones adecuadas y si es necesario indemnizaciones
por los daños.
27. Para que exista una armonización en el uso de este derecho en los Estados
miembros del Consejo de Europa, es conveniente aplicar la Resolución 74-26 sobre
el derecho de réplica: situación del individuo en relación a la prensa,
adoptado por el Comité de Ministros de 2 de julio de 1974, así como las
disposiciones pertinentes del Convenio Europeo sobre la Televisión
Transfronteriza.
28. Para asegurar la calidad de trabajo del periodismo y
independencia de los periodistas es necesario garantizar un salario digno y
unas condiciones, medios de trabajo e instrumentos adecuados.
29. En las necesarias relaciones que en el ejercicio del periodismo se
mantengan con los poderes públicos o con los sectores económicos, se evitará
llegar a una connivencia tal que pueda repercutir en la independencia y la
imparcialidad del periodismo.
30. En el periodismo no se debe confundir lo conflictivo o espectacular con lo
importante desde el punto de vista informativo. El periodista no mediatizará el
ejercicio de su función con la finalidad principal de adquirir prestigio o
influencia personal.
31. Dada la complejidad del proceso informativo, basado cada vez más en la
utilización de nuevas tecnologías, la rapidez y la síntesis, se debe exigir a
los periodistas una formación profesional adecuada.
IV. LOS ESTATUTOS DE LA REDACCIÓN PERIODÍSTICA
32. En el interior de la empresa informativa deben convivir los
editores, propietarios y los periodistas. Para ello es necesario la elaboración
de estatutos de la redacción periodística con la finalidad de ordenar las
relaciones profesionales de los periodistas con los propietarios y editores en
el interior de los medios de comunicación, con independencia de las
obligaciones laborales. Dentro de estos estatutos se podrá prever la existencia
de comités de redacción.
V. SITUACIONES DE CONFLICTO Y CASOS DE PROTECCIÓN ESPECIAL
33. En la sociedad se dan a veces situaciones de tensión y de
conflictos nacidos bajo la presión de factores como el terrorismo, la
discriminación de las minorías, la xenofobia o la guerra. En estas
circunstancias los medios de comunicación tienen la obligación moral de
defender los valores de la democracia, el respeto a la dignidad humana, la
solución de los problemas a través de métodos pacíficos y de tolerancia, y en consecuencia
oponerse a la violencia y al lenguaje del odio y del enfrentamiento, rechazando
toda discriminación por razón de cultura, sexo o religión.
34. En lo referente a la defensa de los valores democráticos, nadie debe ser
neutral. En este sentido los medios de comunicación deben ser factores
importantes para prevenir momentos de tensión y deben favorecer la comprensión
mutua y la tolerancia y la confianza entre las diferentes comunidades en las
regiones en conflicto, tal como se ha proyectado a través de las medidas de
confianza por la
Secretaría General del Consejo de Europa en el caso de los
territorios de la antigua Yugoslavia.
35. Teniendo en cuenta la especial influencia de los medios de comunicación
fundamentalmente la televisión y la sensibilidad de los niños y los jóvenes, se
evitará la difusión de programas, mensajes o imágenes relativas a la exaltación
de la violencia, el sexo y el consumo y el empleo de un lenguaje
deliberadamente inadecuado.
VI. ÉTICA Y AUTOCONTROL EN EL PERIODISMO
36. Teniendo en consideración lo anteriormente expuesto los medios
de comunicación deben:
Comprometerse al sometimiento de principios deontológicos rigurosos que
aseguren la libertad de expresión y el derecho fundamental de los ciudadanos a
recibir noticias veraces y opiniones honestas.
37. Para la vigilancia del cumplimiento de estos principios deontológicos,
deben crearse organismos o mecanismos de autocontrol, integrados por editores,
periodistas y asociaciones de ciudadanos usuarios de la comunicación, representantes
de la universidad y de los jueces, que emitirán Resoluciones sobre el
cumplimiento de los preceptos deontológicos en el periodismo, con el compromiso
previamente asumido por los medios de comunicación de publicar tales
resoluciones.
38. Tanto por los organismos o mecanismos de autocontrol como por las
asociaciones de los usuarios de la comunicación y por Departamentos
universitarios, se podrán publicar anualmente investigaciones efectuadas a
posteriori sobre la veracidad de las noticias difundidas por los medios de
comunicación, contrastando la adecuación o inadecuación de las noticias con la
realidad de los hechos. De esta manera se obtendrá un barómetro de la
credibilidad que servirá de guía a los ciudadanos sobre el valor ético de cada
medio de comunicación o de cada sección o periodista en particular. Las medidas
correctivas tomadas en consecuencia permitirán al mismo tiempo mejorar el
ejercicio del periodismo.
Principios
internacionales de la UNESCO
Principios
básicos de la ética del periodismo
21
de noviembre de 1983
1.
El derecho del pueblo a una información
verídica: el pueblo y las personas tienen el derecho a recibir una imagen
objetiva de la realidad por medio de una información precisa y completa, y de
expresarse libremente a través de los diversos medios de difusión de la cultura
y la comunicación.
Anexo III
Estadísticas-Cuadros
Cuesta abajo
I
El
semanario de noticias U.S. News & Word Report y el Wall Street Journal son
consideradas como altamente creíbles por un 24% de los encuestados.
La
credibilidad del W.S.Journal desciende fuertemente en los últimos años. En l998
y 2000 el 41% de los encuestados dijo que creía todo o casi todo lo que leía en
el Wall Street Journal. Esa cifra cayó al 33% en el 2002 y ahora se mantiene en
el 24%.
La
mayor parte de empresas de medios gráficos testeadas obtuvieron índices de
credibilidad similares.
Los
índices de credibilidad de los diarios locales descendieron más fuertemente. En
l998, casi 3 de l0 (29%) encuestados dijeron que creían todo o casi todo lo que
decían los diarios locales. Esto ha declinado a un l9% según un estudio actual.
Fuente: The Pew Research Center for the People and the
Press
Cuesta abajo II
La CNN ya no es considerada
como la fuente televisiva más creible;
actualmente compite con el programa 60 minutos de CBS.
Desde
l996 hasta el 2002 la CNN
fue considerada como la emisora radial o por cable más confiable, pero su
rating ha ido cayendo gradualmente. Hoy en día el 32% de los encuestados opinan
que CNN es creíble mientras que en 2002 la credibilidad llegaba a 37% y en 2000 alcanzaba 39%.
La
medición de 60 Minutos se ha mantenido relativamente estable durante ese
período, y actualmente el 33% de los
encuestadores encuentran que el magazine de noticias por TV resulta altamente
creible.
También
declinaron los rating de las emisiones radiales más importantes como la NBC News, la ABC News y la CBS News.
Fuente: The Pew Research Center for the People and the
Press
Imparable
La encuesta realizada por el Centro de Estudios
Nueva Mayoría, en junio de 2002, ubica a los medios con un 27% de imagen
positiva, lo que representa un abrupto descenso de 44% respecto de 2001.
La secuencia histórica muestra una caída progresiva
de la credibilidad de los periodistas que no se detiene desde el pico alcanzado
en 1996, con un 62% de imagen positiva.
El mapa de la
concentración
Composición accionaria: 82% GC
Dominio (Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magneto, Lucio Pagliaro y José
Aranda); 18 % Goldman Sachs SA.
Gráficos:
Canal Arte Gráfico Editorial Argentino SA (AGEA)
Diario Clarín; diario Olé; diario La
Razón (75% Grupo Clarín, 25% Familia Spadone); Revistas
Genios; Elle Argentina; Elle Decoración; Elle Novias (a las tres . Elles las
controla mediante Editora de Revistas SA).
Artes Gráficas Rioplatense (fascículos, libros, etc.).
Impripost (Impresión y distribución). Grupo Clarín y Organización Techint.
CIMECO (Compañía Inversora en Medios de Comunicación ) 33,4 % Grupo Clarín;
33,3% Diario La Nación;
y 33,3% el español Grupo Correo). Controla: Diario La Voz del Interior (Córdoba);
Diario Los Andes (Mendoza).
Revista Nueva (dominical, asociados con otros diarios del interior).
Agencia Diarios y Noticias (DyN) (controla Grupo Clarín; La Nación, asociados con El
Cronista, Buenos Aires Herald y 13 diarios del interior del país).
Papel Prensa S.A. (36,9% del Grupo Clarín; 36,9% diario La Nación y 26,2% Estado
Nación).
Diario Página /12. Su editor responsable es Fernando Sokolowicz. Las versiones
más serias relacionan al matutino y sus subproductos al CEO de Clarín, Héctor
Magnetto. La empresa La
Página S.A. no ha brindado información oficial al respecto.
Diario Rosario /12
Revista Página 30
Televisión
Canal 13 (Artear SA)
Señal Volver
Señal Magazine
Señal TN (Todo Noticias)
Señal TyC Sports
Señal TyC Max
Canal 12 (Córdoba)
Canal 7 (Bahía Blanca)
TVC Pinamar
MTV Miramar
TSN Necochea
Multicanal
Supercanal Holding (51,2% Grupo Uno -Vila - Manzano- ; 28,2% MasTec - Mas
Canosa - ; 20 % Grupo Clarín).
Trisa (Telered Imagen SA / Televisión Satelital Codificada SA) 50% Grupo
Clarín; . 50% Torneos y Competencias). Transmisión de fútbol, partidos en vivo
o diferidos.
Teledeportes SA (Transmisión y merchandising de clubes)
Televisión Satelital paga: Direct TV (74% Hughes Entertainment; 20% Grupo
Cisneros y 4 % Grupo Clarín (a través de Raven Media Investment ).
Productoras:
Pol - Ka ( 30 % Grupo Clarín)
Patagonik Film Group SA (30% Grupo Clarín; 30% Admira; 30 % Buena Vista
Internacional /Disney; 10 % Pablo Bossi).
Grupo Clarín Gestión Compartida
Emisoras radiales:
Radio Mitre (AM 790);
FM 100;
Gen FM 101,5.
Digitales e Interactivos:
PRIMA - Primera Red Intercativa de Medios Argentinos - (82% Grupo Clarín
y 18 % Banco Provincia).
PRIMA Do Brasil (se desconoce su % de participación)
Proveedor Ciudad Internet.
Datamarkets
Fullzero
Clarin.com (Clarín Global)
Ubbi (Clarín Global)
Telecomunicaciones
Audiotel SA (50% Grupo Clarín). Llamadas telefónicas concursos y otros.
Otros
Ferias y Exposiciones Argentinas SA
|
Diario La Nación
|
|
Composición accionaria: Matilde Noble Mitre
de Saguier 66%; Bartolomé Mitre 10% y “otros” 24%.En el 2003, versiones
periodísticas indicaban que los dueños de La Nación, eran los
titulares de la banca off shore, Barton Corp. La empresa La Nación no ha fijado
posición al respecto.
|
|
|
Gráficos:
|
•
Diario La Nación
(S.A. Las Nación reestructuró su deuda en diciembre de 2003. No difundió
cifras al respecto.
• CIMECO (Compañía Inversora en Medios de Comunicación (33,4 % Grupo Clarín;
33,3% Diario La Nación;
y 33,3% el español Grupo Vocento). Controla: Diario La Voz del Interior (Córdoba);
Diario Los Andes (Mendoza).
• Revista Gestión (50 % La
Nación y 50% Grupo HSM)
• Revista Rolling Stone.
• Revista Lugares
• Revista Linving
• Revista Ahora Mamá.
• El jardín en la
Argentina.
• Agencia Diarios y Noticias (DyN) (controla Grupo Clarín; La Nación, asociados con El
Cronista, Buenos Aires Herald y 13 diarios del interior del país).
• Papel Prensa S.A. (36,9% del Grupo Clarín; 36,9% diario La Nación y 26,2% Estado
Nación).
|
|
|
Digitales e Interactivos:
|
•
La Nación on
Line (portal)
|
|
|
|
|
|
|
|
Grupo AMICH
|
Composición accionaria: 72,27% HMT&F
(Grupo Hicks, Muse, Tate & Furst Incorporated); 23% Citicorp. Se supone
que participa el empresario Raúl Moneta, se desconoce porcentaje. El 4,73% en
oferta pública en la
Bolsa. Actúa como fondo de inversión.
|
Gráficos:
|
•
Editorial Atlántida (68% Grupo Vigil; 32 % AMICH).
Comprende a medios Gráficos e Interactivos. Gráficos: revistas Billiken; Para
Ti;Gente; Paparazzi; Chacra y Rebelde Way. Interactivos: Atlántida Digital;
portales de las revistas y Agritotal.com.
|
|
Gráficos, radial y TV
|
•
Torneos y Competencias (54% Liberty; 20 % Admira; 20 % HMT&F y 6% Grupo
Avila Inversora).
• Abarca medios gráficos: El Gráfico (50 % Torneos y Competencias y 50 %
Grupo Uno Vila - Manzano) y la revista Golf Digest. Y medios audiovisuales: La Red (90 % Torneos y
Competencias y 10% Grupo Uno Vila - Manzano. TV por cable: Trisa (Telered
Imagen SA / Televisión Satelital Codificada SA (50% Grupo Clarín; 50% Torneos
y Competencias). Transmisión de fútbol, partidos en vivo o diferidos. Señal
TyC Sports; Señal TyC Max. Teledeportes SA (Transmisión y merchandesing de
clubes).
|
TV:
|
•
Cablevisión: 50 % HMTF; 10,8% VLG; 39,2 Liberty.
• Señales: Space; I- Sat; Infinito; Locomotion; Cl@se;
HTV; Much Music; Venus; Playboy TV; FTV y distribuye la señal de Crónica TV
al interior del país.
|
Productoras:
|
•
De Contenidos: Claxon Interactive Group (45% Grupo Cisneros; 35% AMICH; 20 %
accionistas fundadores del portal El Sitio, es decir, Guillermo Liberman,
Roberto Vivo, IMPSAT, Ricardo Verdaguer y Roberto Cibrián).
|
Digitales e Interactivos:
|
•
Fibertel Internet
• Dynamo
• Sitio Digital Channel
• El Sitio.com
• Cupido.net
• Teledigital (se extiende en la
Patagonia)
|
Grupo Torneos y Competencias
|
Composición accionaria: 54% Liberty; 20 %
HTM&F; 20 % Admira y 6% Grupo Avila Inversora.
|
Gráficos:
|
•
Revistas El Gráfico (50 % Torneos y Competencias y 50 % Grupo Uno Vila -
Manzano)
• Revista Golf Digest.
|
|
TV:
|
•
Trisa (Telered Imagen SA / Televisión Satelital Codificada SA) (50% Grupo
Clarín; 50% Torneos y Competencias). Transmisión de fútbol, partidos en vivo
o diferidos.
• Señal TyC Sports;
• Señal TyC Max.
|
Productoras:
|
•
Teledeportes SA (Transmisión y merchandesing de clubes)
• Entrada Plus
|
ADMIRA (ex Telefónica Media de Telefónica
de España)
|
Composición accionaria: El 100% pertenece a
Telefónica Internacional, dominada por Telefónica de España
|
Gráficos:
|
•
Editorial García Ferré (50% Admira, 50% García Ferré).
|
|
TV
|
•
Canal Telefé
• Telefé Internacional
• Ocho Canales en el interior del país.
|
Gráficos, radial y TV
|
•
Torneos y Competencias (54% Liberty; 20 % Admira; 20 % HMT&F y 6% Grupo
Avila Inversora).
• Abarca medios gráficos: El Gráfico (50 % Torneos y Competencias y 50 %
Grupo Uno Vila - Manzano) y la revista Golf Digest. Y medios audiovisuales: La Red (90 % Torneos y
Competencias y 10% Grupo Uno Vila - Manzano). TV por cable: Trisa (Telered
Imagen SA / Televisión Satelital Codificada SA) (50% Grupo Clarín; 50%
Torneos y Competencias). Transmisión de fútbol, partidos en vivo o diferidos.
Señal TyC Sports; Señal TyC Max. Teledeportes SA (Transmisión y merchandesing
de clubes).
|
Emisoras radiales:
|
• Radio Continental (AM 590)
• FM Hit 105.5
|
Productoras:
|
•
Patagonik Film Group SA (30% Grupo Clarín; 30% Admira; 30 % Walt Disney y 10
% socios locales).
• P&P Endemol (65% Admira, se desconoce el resto).
|
Digitales e Interactivos
|
•
Provedor Internet Advance
• Portal Intenet Terra
|
Telecomunicaciones
|
•
Telefónica de Argentina
• Telefonía celular Unifon
|
Otras
|
•
Sprayette (72% Admira, se desconoce el resto)
|
América Multimedios
|
Composición accionaria: : 50,5 % Grupo
Avila Inversora; 49,50% Grupo Uno Vila / Manzano.
|
Gráficos:
|
•
Diario Ambito Financiero (80 % Julio Ramos, 20% Grupo Avila Inversora).
• Revista Poder & Sociedad (antes La Primera)
|
|
TV:
|
•
Canal América 2 (se supone que el 73% es de América Multimedios; 20% Eduardo
Eurnekian; 7% Grupo Vila-Manzano).
• 4 Canales del Interior del país (10 de Junín; 6 de San Rafael, Mza.; 7 de
Mendoza y 8 de San Juan)
• Señal Cablevisión Noticias (CVN) (Se supone que 73 % Grupo Avila Inversora;
17% Eduardo Eurnekian).
|
Radial
|
•
La Red .
(compró Avila)
|
Grupo Uno - Vila / Manzano
|
Composición accionaria: : 95% Vila; 5%
Manzano.
|
Gráficos:
|
•
Revista El Gráfico (50 % Torneos y Competencias, 50% Grupo Uno).
|
|
Emisoras radiales:
|
•
La Red (90 %
Torneos y competencias y 10% Grupo Uno Vila - Manzano).
• Radio Rivadavia ( Luis Cetrá y Grupo Uno se desconoce %)
|
TV
|
•
Supercanal Holding ( 51,2% Grupo Uno -Vila - Manzano- ; 28,2% MasTec - Mas
Canosa - ; 20 % Grupo Clarín). Del 51,2 % del Grupo Uno: 97,3% Familia Vila;
2,7% Manzano a través de Integra Financial Services.
|
Gráficos, radial y TV (Varios medios en
Mendoza, Santa Fe y Entre Ríos)
|
•
Uno Gráfica
• Diario Uno
• Revista Primera Fila
•
AM Nihuil
• FM Brava
• FM Latinos
• FM Montecristo
• FM Ayer
Distribuidoras/
Señales y Cables locales
• Horizonte (Mza.)
• Supercanal (Mza.)
• Trinidad TV (Mza.)
• CTC Cable (San Rafael)
• Telecable (Godoy Cruz)
• Su Canal (Luján de Cuyo)
• Pehuenche Cable (Malargüe)
• En Santa Fe:
Gráficos:
• Diario La Capital
(Rosario. Multimedios La
Capital).
• El Ciudadano (Rosario. Multimedios La Capital).
•
Rosario Difusión SA (LT3)
• Voces SA (LT8)
• FM Cadena 100.
• FM Estación Del Siglo.
• FM Meridiano.
•
Canal 2 ( Santa Fe).
Digitales
e Interactivos
• La Capital.com
En
Entre Ríos:
Gráficos:
• Diario Uno
• Diario Nueva Hora (De Multimedios La Capital)
Emisoras
radiales:
• LT15 Radio del Litoral (Concordia)
• LT 41 Radio Gualeguaychú
• LT 39 Radio Victoria
TV
• Cablevideo
• Señales Canal 4; Canal 11 y Río Canal.
|
Telecomunicaciones
|
•
Supertelco SA
|
Digitales e Interactivos
|
•
Airlink
|
Grupo Hadad
|
Composición accionaria: No está
estructurado como Grupo.
|
Gráficos:
|
•
Diario Infobae (Daniel Hadad y en porcentajes que se desconocen se supone que
participan Raúl Moneta y Claudio Belocopitt)
|
|
Emisoras radiales:
|
Radio
10 (AM 710)
Radio Mega (FM 98.3)
FM Amadeus 103.7 (Proxima a emitir en San Isidro, Prov. BsAs)
|
TV:
|
•
HFS Media
•
Canal 9 TV (ex Azul TV). Hadad y Moneta.
• Canales del interior del país.
|
Digitales e Interactivos
|
•
Infobae.com
|
Liberty Argentina
|
Composición accionaria: Se comporta como
una distribuidora de contenidos y fondo de inversión.
|
TV:
|
•
Pramer SA
• America Sports
• Elgourmet.com
• Europa Europa
• Films and Arts
• GemsTV
• Magic Kids
• P+E
• Plus Satelital
• Río de la Plata
• Cosmopolitan TV
|
|
Gráficos, radial y TV:
|
•
Torneos y Competencias (54% Liberty; 20 % Admira; 20 % HMT&F y 6% Grupo
Avila Inversora).
• Abarca medios gráficos: El Gráfico (50 % Torneos y Competencias y 50 %
Grupo Uno Vila - Manzano) y la revista Golf Digest. Y medios audiovisuales: La Red (90 % Torneos y
Competencias y 10% Grupo Uno Vila - Manzano). TV por cable: Trisa (Telered
Imagen SA / Televisión Satelital Codificada SA) (50% Grupo Clarín; 50%
Torneos y Competencias). Transmisión de fútbol, partidos en vivo o diferidos.
Señal TyC Sports; Señal TyC Max. Teledeportes SA (Transmisión y merchandesing
de clubes).
•
Cablevisión. (50 % HMTF; 10,8% VLG; 39,2% Liberty).
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Editorial Perfil
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Composición accionaria: Familia
Fontevecchia.
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Gráficos:
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•
Revistas:
• Noticias
• Caras
• Weekend
• Mía
• Hombres (H).
• Luz
• Semana Gráfica
• Fortuna
• Descubrir
• Supercampo
• Semanario
• Claro
• Look
• Salud Vital
• Joker
• Crucigramas
• Cazador
• Parabrisas (en sociedad con Editorial Abril de Brasil).
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Digitales e Interactivos
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•
UOL - Sinectis Argentina (75% sociedad Folha - Abril ; 12,5% Fontevecchia y
12,5% América Multimedios)
• UOL.com.ar
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Editorial Atlántida
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Composición accionaria: 68 % Grupo Vigil;
32 % AMICH..
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Gráficos:
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•
Revistas:
• Billiken
• Para Ti
• Chacra
• Gente
• Paparazzi
• Rebelde Way.
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Digitales e Interactivos
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•
Atlántida Digital
• portales de las revistas
• Agritotal.com.
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Emisoras radiales
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•
Radio El Mundo (RGB Constancio Vigil/Gustavo Yankelevich)
AM coproducción de Carlos Fioroni (Ex propietario de Radio Argentina)
FM Radio Disney
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Grupo Recoletos
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Composición accionaria: con sede en España
dominado por Pearson (80%). 20% cotiza en Bolsa.
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Gráficos:
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•
Diario El Cronista
• Revistas:
• Apertura
• Target
• Information Technology
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Digitales e Interactivos
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•
Cronista.com
• Apertura.com
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Grupo CIE - Rock&Pop
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Composición accionaria: El grupo mejicano
del CIE fué intimado por el COMFER en 2003 a acatar la normativa vigente que lo
obliga a reducir la cantidad de emisoras de las cuales es propietario. En
dicho proceso se encontraba en enero de 2004.
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Emisoras radiales:
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•
AM Splendid (AM 990) el CIE la mantendría.
• FM Rock and Pop (FM 95.9) retendría el CIE junto a Cuatro Cabezas.
• Rock and Pop Net (repetidora)
• AM América, el CIE la mantendría.
• FM Aspen Classic 102.3, el CIE la mantendría.
• AM Del Plata. vendida a Ideas del Sur de Marcelo Tinelli.
• FM La Metro
el CIE la mantendría.
• FM San Isidro Labrador 95.5 cedida a Shock Entertaiment (Jorge ‘Corcho’
Rodríguez)
• Nueva Radio Belgrano (AM 950), vendida a Julio Mahárbiz y asociados.
• FM Radio Show (coproducción con Marcelo Tinelli) el CIE la mantendría.
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Grupo Hector García
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Composición accionaria: No está conformado
como grupo. Único dueño y fundador Héctor Ricardo García.
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Gráficos:
|
•
Diario Crónica (ediciones matutinas y quinta y sexta vespertinas).
• El Atlántico (Mar del Plata)
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TV:
|
•
Cronica TV
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Grupo Aldrey Iglesias
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Composición accionaria: Familia Aldrey
Iglesias.
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Gráficos:
|
•
Diario La Prensa
• Diario La Capital
de Mar del Plata
|
|
Emisoras radiales:
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•
LU6 Radio Atlántica
• LU9 Radio Mar del Plata
|
TV:
|
•
Cable Dos La Capital
|
Grupo Lerner
|
Composición accionaria: Grupo Publiexpress
(con inversiones en España, Francia, Inglaterra).
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Gráficos:
|
•
Revista Veintitrés (Controlada por Ipesa, Jorge Lanata tiene un porcentaje
minoritario a través de Grupo Tres Comunicación)
• Revista Pronto Semanal
• Revista Mujer Unica
• Impacto
• Linda
• TV Guía
|
|
Otros
|
•
Planta Impresora Ipesa
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Grupo Pierri
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Composición accionaria: Se supone que
Alberto Pierri es el único propietario.
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Emisoras radiales:
|
•
Cadena FM Energy 101.1
|
|
TV:
|
•
Canal 26 TV
• Telecentro Cable
|
Otros
|
•
Papelera Tucumán SA (cuatro plantas: 2 en la provincia de Buenos Aires y
otras 2 en Tucumán)
• Telecentro Locutorios
|
Digitales e interactivos
|
•
Compañía de Internet: Dos Vías
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Editorial García Ferré
|
TV:
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•
Geo
• Muy Interesante
• Ser Padres Hoy
|
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Productoras
|
•
García Ferré (dibujitos animados)
|
Editorial Televisa
|
Gráficos:
|
•
Cosmopolitan
• PC Magazine
• TV y Novelas
• Mecánica Popular
• Vanidades
• Marie Claire
• National Geographic (en español)
|
|
Capital Intelectual
|
Composición accionaria: Se desconoce los
porcentajes que retienen sus propietarios, Hugo Sigman y Ariel Granica.
Sigman vinculado a laboratorios Elea, entre otros.
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Gráficos:
|
•
Revista TXT (antes 3 Puntos)
• Le Monde Diplomatique (en español)
|
|
Charleston Publishing C.O.
|
Composición accionaria: Evening Post
Publishing Company de Carleston, Carolina del Sur, Estados Unidos de
Norteamérica.
|
Gráficos:
|
• Buenos Aires Herald
• Management Herald
|
|
Grupo Kraiselburd
|
Composición accionaria: Familias
Kraiselburd y Fascetto.
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Gráficos:
|
•
Diario Popular
• Diario El Día (La Plata)
• Diario El Plata
• Agencia Noticias Argentinas (NA)
|
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Emisoras radiales:
|
FM
Diez
FM La Redonda
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TV:
|
Canal
Deportivo
Canal de Noticias
TV Selectiva
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Grupo Massot
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Composición accionaria: Familia Massot de
Bahía Blanca.
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Gráficos:
|
•
Diario La Nueva Provincia
|
|
Emisoras radiales:
|
•
AM LU2 Radio Bahía Blanca
• FM Dos
|
Grupo Amfin SA
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Composición accionaria: Julio Ramos es su propietario.
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Gráficos:
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•
Ambito Financiero ( Julio Ramos controla el 80% y el Grpo Avila Inversora
20%)
• La Mañana
de Córdoba.
|
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Digitales e interactivos:
|
•
Ambito Web
|
Invermedia
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Composición accionaria: Carlos Zabalza
(60%); Luis Cetrá, Gastón Sokolowicz, Sergio Szpolski y Ramiro Agulla (todos
ellos con el 40%).
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Gráficos:
|
•
Diario la U
(Universitario de distrubución gratuita)
• Revista Sportbusiness.
|
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Productoras:
|
•
Programa y show “Caramelito”
• Informativo Plus Satelital (Lavieri-Zunino)
• Programa “Palabras sueltas” (Sebrelli)
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Agencias
|
•
Infosic.
• Infofax.
|
Actualizado hasta enero de 2004
Fuentes: Diarios El Cronista, Clarín y La Nación. Revistas
IT; Imagen, Veintitrés, Telemática y Apertura. Servicio del portal
Urgente.info y datos propios de diariosobrediarios.
|
2 Ruiz, Fernando y otros. Prensa
y Congreso, La Crujía,
Bs.As., 2001, p. 68-70.
5 Ruiz, Fernando y otros, op. cit., p.53-62.
9 Cunningham, Brent “Re-thinking Objectivity”, Columbia Review, New York, julio 2003.
13 Casermeiro de Pereson, Alicia, ”El segundo nivel de la agenda
setting”, Instituto de Comunicación
Social-UCA, Boletín nº 5, Bs.As. 2003, p. 24.
14 Linnarz, Paul, “El reino del revés”, Revista Imagen, nº 65, Bs.As 2004
16 Colombo, Furio, Últimas
noticias sobre el periodismo, Anagrama, Barcelona, 1997, p.89-95.
17 Ibíd.
18 Amado Suárez, Comunicaciones Públicas, Temas, Bs.As., 1999.
19 Investigación sobre la Comunicación
Institucional en la Argentina, ICOMI, Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales, 2000.
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1999.
-ALSINA, M.R., La construcción de la noticia, Paidós, Bs.As., 1993, p. 32-34, 111,
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-AUTORES VARIOS, Razones de un desencuentro histórico, Iglesia y Medios, Educa,
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-AUTORES VARIOS, Pluralismo y Compromiso, Iglesia y Medios, Educa, Bs.As., 2003.
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-ZUKERNIK, E., Periodismo y elecciones, La Crujía, Bs.As., 2001, p.25.
Curriculum
Daniel G. Gutman
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de
Ciencias Sociales y Empresariales.
Cursa la Especialización en
Gestión y Planificación Periodística en la Universidad de Bs.As.
Profesor de la materia lntroducción al
Periodismo. Docente a cargo de las prácticas de seguimiento informativo.