miércoles, 10 de junio de 2009

La muerte en la poesía del tango
Esa diosa recurrente que acorrala a los mortales

Célebres compositores dieron cuenta y tantearon a la muerte, algunos con dolor, otros con alegría y esperanza. También supieron pintarla como una calle desierta o como un infatigable bandoneón.

Por Ana María Oliver

El tango personaliza y encarna muchas veces a la muerte, esa compañera de caídas y desengaños que como dice un letrista desconocido Esta noche para siempre/terminaron mis hazañas/un chamuyo misterioso/me acorrala el corazón.
Enrique Santos Discépolo sacraliza al romanticismo y lo plasma como un símbolo casi sagrado en forma de pequeñas muertes, muertes anticipadas o muertes prolongadas, el comienzo o el fin de un amor.
Su tango Condena es una muerte prolongada:
Condenado al dolor/de saber pa´ mi mal/
que vos nunca serás/nunca… no para mi/
que sos de otro…y que hablar/es no verte ya más…

En Alma de Bandoneón personaliza al bandoneón:
Tuve la sensación de que tu canto fiel lo había robado, bandoneón…/
recién comprendo bien la desesperación/que te revuelve al gemir/
¡sos una oruga que quiso/ser mariposa antes de morir!
En su viaje al interior del ser, al mundo íntimo de cada uno, el tango es en esencia un acto confesional, con estructura de acto religioso. Tal el caso de Negra María, de Homero Manzi
…Bruna, bruna,
Murió Maria/y está en la cuna/
se fue de día/sin ver la luna/
cubrirán tu sueño/con un paño blanco/
y te irás del mundo/con un traje largo/y jamás ya nunca
Negra María, tendrás quince años…

En Mi taza de café,
el hombre de Buenos Aires
observa el mundo exterior
desde el ventanal de un café
y vive su transitoria existencia entre las luces y las sombras del tiempo que se fue:
…La calle está vacia igual que mi destino/amigos y cariños, barajas del ayer/Fantasmas de la vida, mentiras del camino/que evoco mientras tomo mi taza de café…
La metafísica está presente en medio de la calle, en las tribulaciones del pequeño hombre de carne y hueso, un aspecto que Ernesto Sábato ubica en el humilde suburbio de la literatura argentina que es el tango.
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Las varias muertes ____________________________________________________________________

La transgresión: un castigo que ronda las cosas de la vida y trae el desprecio, la enfermedad, el abandono, el desamparo, la pobreza, la mala vida o lo que es peor: la muerte en vida.
El ambiente de cabaret es otra de las muertes y lo que simboliza dentro de una atmósfera de muerte, como marca Horacio Ferrer “con el gesto de quién se ha muerto mucho”.
Otras de las muertes poéticas, quizás la más poética, es la muerte por amor.
En Duelo Criollo, Ferrer reflexiona:
Cuentan que fue la piba de arrabal/la flor del
barrio aquel que amaba un payador/sólo para
ella cantó el amor/al pie del ventanal/
pero otro amor por aquella mujer/nació en el
corazón del taura más mentao/que un farol
en duelo criollo vio/bajo su débil luz, morir los dos…
En Corazón de Héctor Maraparece otra muerte, la despedida:
Corazón, me estás mintiendo…/corazón, ¿por qué llorás?...
si sabés que ya no es mía/que a otros brazos se entregó/no desmayes todavía/sé constante como yo/... pero si no viene/¡yo no quiero vivir! y en mi triste noche/ sin un reproche sabré morir.
Cátulo Castillo y Anibal Troilo también abordan la cuestión en A Homero:
…Ya punteaba la muerte su milonga/tu voz calló
calló el adiós que nos dolía/ de tanto andar sobrándole a las cosas/
prendido en el final, falló la vida.
Ya sé que no vendrás, pero aunque cursi/
te esperará lo mismo el paredón/y el tres y dos de la parada inútil/
y el fraternal rincón de nuestro amor.
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Morir en Buenos Aires
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Horacio Ferrer es uno de los poetas donde la muerte y los sentimientos religiosos aparecen en citas a lo fúnebre, al ataud, al cementerio y además se refiere a la desmitificación del dinero, como en el tango La guita:
no hay mortajas con bolsillos
ni tampoco hay Muerto-Card
¿quién con verdes otra vida
le compró a su madre muerta?
En Balada para mi muerte, la muerte es la decana y su temática es abordada desde todos los ángulos:
…Moriré en Buenos, será de madrugada
que es la hora en que mueren los que saben morir/
flotará en mi silencio la mufa perfumada/de aquel verso que nunca yo te supe decir/…me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba/
mi penúltimo whisky quedará sin beber/llegará, tangamente, mi muerte enamorada/
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis/cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!
… Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia/como sombras fugadas de un cansado ballet/
repitiendo tu nombre por una calle blanca/se me irán los recuerdos en puntitas de pie.
También da cuenta de la existencia opaca, esa dualidad de vivir estando muerto o muerto estando vivo:
No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba fría
muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía.
Y termina Sábato lamentando:
Y Con siniestra arrogancia de porteño solitario
Yo quiero morir conmigo,
Sin confesión y sin Dios,
Crucificado en mi pena,
Como abrazado a un rincón.

Bibliografía
De Lara, Tomás: El tema del tango en la literatura argentina
Academia Argentina de Lunfardo: El tema de la muerte en la poesía de Ferrer
Sábato, Ernesto: Tango, discusión y clave
March, Raul A. Homero Manzi, Filosofando su poesía
http://www.esto.es/tango/chicas/Ellas.htm
Fotos
1. Monasterio Trapense, Azul, Prov. de Buenos Aires
2. Horacio Ferrer
3. Cabaret de principios del siglo xx
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