martes, 3 de febrero de 2009

TANGO. Tres siglos de lenguaje tanguero

Bien rebelde y criticón

La tanguería se insinúa siempre como un lugar de rebelión y resistencia. Desde su origen plebeyo, cargado de negritud acompañó el andar de los pueblos en su dificultoso peregrinaje a través de los primeros dos siglos de intento emancipador. Y es en la prosa, en la letra indómita donde alcanza su perfil más definido, porque el tango es protestón y corrosivo, no perdona en la crítica y es la voz de los que se la bancan en silencio.

Por Ana María Oliver






El tango escrito mantiene intacta su condición. A comienzos de 2000, el periodista y poeta Julio César Páez escribe “Fin de Siglo”, una arremetida contra la decadencia noventista que dice:

Muy cerca del ocaso/con paso vacilante/el siglo peregrino la ruta confundió/el siglo del progreso, eufórico y radiante/se arruga como globo que el tiempo desinfló/Nació con esperanzas y cánticos triunfales/con mucha inteligencia y poco corazón/y así lo destrozaron en guerras infernales/señores poderosos, borrachos de ambición/Filósofos y chantas lo quieren explicar/con ríos de palabras que zumban sin parar/ Un flaco comprensivo, que por aquí pasó/sin tantas alharacas…¡qué bien lo dibujó!...Revoltijo, compraventa/despelote universal…A partir del nuevo siglo/otra historia hay que inventar…”

Apunta Páez a un proyecto más esperanzador que el que ofrecen las circunstancias políticas, la acechante deuda externa o los avatares de la globalización que nadie entiende y por otro lado, el lenguaje callejero, espontáneo, como si fuese una proclama social que nunca es explícita pero que no deja dudas de su intencionalidad panfletaria. La poesía es fuente de reconstrucción del lenguaje, son los pueblos, no los académicos los que forman el idioma. Cuando en l944 se vetó oficialmente el lenguaje del tango, se prohibió la difusión radial de palabras no castizas, las letras corregidas viraron en el sentido del ridículo. Un ejemplo más que ilustrativo es la expresión HACELO POR LA VIEJA que resultó intolerable para la censura; el reemplazo obligado la transformó en de HAZLO POR MAMÁ. El pueblo se inclina por la simpleza, sin desdeñar la retórica directa cuando las palabras son capaces de punzar el alma y también acepta las figuras y admira las metáforas. Porque aunque el hecho de que la desigualdad y las crisis son universales, el lenguaje revela el camino más poderoso de identidad comunitaria, el reflejo indiscutible de la propia miseria y riqueza interiores, de las tensiones culturales que se viven en una nación. Ortega y Gasset en Meditación del pueblo joven y otros ensayos sobre América reflexiona : “Son palabras, señores, místicas ampolladuras incorpóreas que se desprenden de los senos del alma y en el aire vibrátil se quiebran derramando sus esencias de intimidad; ellas llevan a nuestros temblores sentimentales, particulares de nosotros mismos y quedan impregnando la atmósfera y hacen del aposento donde resuenan como una ampliación del propio ánimo. La palabra es confesión. Todo otro destino que se le quiere dar es sucedáneo o impío y el idioma siempre que aspira a la plenitud de su misión consistirá en un verter nuestra alma ajena intentando romper la terrible, radical soledad de los espíritus con que la vida social tan enferma de ficciones finge entre nosotros proximidades que en rigor no existen”. En “Sexto piso”, tango no muy difundido, de calidad poética y hondo contenido temático, Homero Expósito describe una sociedad mediocre, rutinaria, donde la mayoría lucha por la dura subsistencia, con un horizonte cercenado de esperas inútiles en medio de la sofocación de la selva de cemento y metal:

Ventanal, ventanal de un sexto piso/vos perdida, yo sumiso/ y esta herida que hace mal.../ Ventanal, y los hombres todos chicos/y los pobres y los ricos todos chicos por igual... Allí abajo se revuelven como hormigas/ mucha fatiga, pero mucha cuesta el pan/ Ventanal donde un lente permanente/televisa mi dolor por la ciudad. Solo/sin tu amor, tirado y solo vuelo/por las nubes del desvelo. ¡Ay! ¡Qué amarga sensación/ver que este infierno fue el balcón/de un sexto cielo! ¡No! No hay más remedio que vivir/ así apretado y pisoteado como en el suelo. Si tristeza/da al mediocre la pobreza, ¡cómo habrás sufrido vos/ ¡Vos, que tenés la misma altura que el montón! Ya no estás, ni es posible que te halle... Duele tanto tanta calle/ tanta gente y tanto mal/ que andarás con los sueños a destajo/ como todos, río abajo/por la vida que se va. No hay estómago que aguante este desprecio ni tiene precio que se tenga que aguantar... Ventanal, y esta pena que envenena ya cansado de vivir y de esperar.

La poesía sigue viva aunque la vida moderna quiere aniquilarla con sus temibles ejércitos del trabajo esclavo, el disciplinamiento informático y la servidumbre consumista. Pero la palabra poética se resiste a desaparecer porque contiene la experiencia de los pueblos. Muchas palabras fueron inventadas por letristas y comentaristas, y a través de la radio y los tangos fueron aceptadas por el suburbio. Se puede afirmar entonces que las letras de tango, a través de tres siglos diferentes, (fines del XIX hasta principios del XXI) reflejaron y siguen reflejando la actualidad del país, con sus vicisitudes y transformaciones.

Fuentes consultadas
Expósito, Homero. Tango Palabras.
Bordelois, Ivonne. El país que nos habla.
Ortega y Gasset, José. Meditación del pueblo joven y otros ensayos sobre América.
Páez, Julio César. Fin de siglo (tango).
Ulloa, Noemí. Tango, rebelión y nostalgia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario