El nuevo Scioli ganaría en primera vuelta
Scioli junto a Marangoni (izq) enfrenta las consecuencias del temporal en Luján |
Se trata del Scioli ganador pero no del ganador pasivo que
suma o retiene puntos en las encuestas sino de un líder ofensivo, dispuesto a
dar la pelea definitiva. A la vista aparece una colección de gestos que refuerzan
esta mirada. Entre esos gestos se lo pudo ver en la pantalla de TN negándose amablemente a estampar su firma
para la realización de un futuro debate con otros presidenciables, evento del
que no reniega pero al que evaluó como inconveniente por la forma propuesta. Si
bien argumentó el debido respeto por otros precandidatos del FPV, quizás piense que hay algo del grotesco teatral en
este tipo de convocatorias, ¿cuál es la necesidad de comprometerse por escrito
si todos se autoproclaman democráticos y abiertos a la discusión pública?
Tampoco se achicó durante el coloquio
de IDEA, en Mar del Plata -donde supo enfrentar a muchos empresarios hoy
envalentonados en sus críticas- cuando les recordó los años felices que
vivieron gracias al modelo kirchnerista y reforzó su decisión de sostener las
conquistas alcanzadas como “base de lanzamiento del país que viene.” Es lógica
su defensa del modelo, como vicepresidente y gobernador no podría ser de otra
manera, pero también está leyendo los resultados electorales en los países
vecinos. Más allá de la conveniencia de ir como candidato de la continuidad,
las victorias de los modelos populistas muestran, además de los reclamos de
segunda generación, el apoyo de esas sociedades a los logros obtenidos. Cambio
sí, pero dentro de una continuidad. Scioli lo tiene claro: las elecciones de
Bolivia, Brasil y Uruguay y los últimos sondeos
en Argentina reafirman su visión de la competencia nacional de 2015.
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Asoma Karina
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No puede pasar desapercibida
la foto con el ministro Kicillof, compartiendo la inauguración de obras de
saneamiento en la ciudad de La Plata. Menos mediáticas pero de trascendencia
política fueron las declaraciones del diputado Kunkel quien no descartó
conversaciones o acuerdos con Scioli previas a las PASO de agosto del año
próximo. Hoy resultaría casi natural esta alternativa frente al grado de apoyo
que el gobernador bonaerense exhibe en las encuestas, muy lejos de otros
competidores del campo oficialista. Si bien Randazzo
podría darle batalla en la interna, por afuera de esta circunstancia no
tendría chances y a fin de cuentas el ministro de Seguridad y Transporte
tampoco es un k puro y su imagen se cimenta básicamente en la eficiencia que
muestra en el reequipamiento ferroviario y los nuevos DNI.
Además a Scioli se lo ve muy confiado en el manejo de las cuentas
provinciales y busca ofrecer una imagen serena en tiempos de escasez como la
actual. Supo capitalizar los errores de 2012 cuando fue sorprendido por la
fisura presupuestaria de la Provincia y tuvo que pedirle oxígeno a la
Presidenta para afrontar el pago del aguinaldo de los empleados bonaerenses.
Aquel fue un aprendizaje intensivo que hoy capitaliza y forma parte del sueño presidencialista.
Podrían mencionarse los acercamientos con líderes
de La Cámpora como Wado de Pedro o los acuerdos que
teje paciente con gobernadores e intendentes o las primeras incursiones de
campaña de Karina Rabollini, un recurso que puede arriar voluntades dadas las
condiciones de la esposa del gobernador, una mujer que combina emoción y
eficiencia organizativa.
Queda por dilucidar el rol de Cristina, hoy con un alto índice de aprobación de la gestión gubernamental (más de 40%). Habrá que ver cuál
es el margen que los avatares económicos les permitirán a ambos. Está claro que
en la medida que no se disparen exageradamente las variables el grado de
adhesión popular de Cristina será determinante y las posibilidades de Scioli
crecerán. En ese escenario un 40% de los votos con ventaja de 10 puntos sobre
el segundo, tal como señala la Constitución Nacional, significa ganar en
primera vuelta. El desafío para Scioli es concitar todos los apoyos del sector
al que aspira representar, si lo consigue será una muestra cabal de su
liderazgo y de un camino más que probable hacia la presidencia. Por último, lo
impredecible. El factor sorpresa puede aportar lo suyo y quienes disputan el
poder siempre especulan con el uso de esta herramienta tan tentadora y
peligrosa al mismo tiempo.