Reforma o decepción
LA PRIMERA. Cristina asume en 2007 |
Ya en 1853, junto con la Constitución Nacional se promulgó el llamado Estatuto Económico de la Confederación, una suerte de ley constituyente que nunca entró en vigencia. Claro, el contenido de aquel estatuto no se correspondía con el ideario liberal predominante y fue desestimado. El desarrollo y protección de la incipiente industria nacional, el crédito público orientado a la producción, la emisión de moneda, la repatriación de la deuda externa, entre otras tantas iniciativas no estaban en los planes de la mayor parte de la dirigencia de la época.
Más cercano a nuestros días, en el ex presidente Carlos Menem sólo se observa su intentonta de reelegirse por tercera vez y Alfonsín accede (pacto de Olivos) a cambio de otras modificaciones lo que derivó en la reforma de 1994.
LA SEGUNDA. Cristina asume en 2011. |
A la vista de las transformaciones que produjo el peronkirchnerismo y de las transformaciones por venir, si las circunstancias son favorables, la búsqueda de una reforma constitucional sería obligada. Hay una vocación reformista en la genética justicialista y los contenidos sociales y económicos no terminan de escribirse. Decepcionaría Cristina si no la propicia, es casi un mandato aunque no hay por ahora funcionarios de gobierno ni integrantes del bloque oficialista en el parlamento que estén trabajando en el asunto -excepto el borrador de reforma parlamentarista de Zaffaroni que no entusiasmaría a la Presidenta-. La reelección es un tema aparte, urticante, para algunos el tema central, habría que ver qué piensa la Presidenta. Las elecciones legislativas de 2013 podrían darnos alguna pista y mientras tanto el ronroneo cumple su cometido: la sucesión presidencial está en manos de Cristina y los precandidatos no deben impacientarse.