viernes, 20 de agosto de 2010

HISTORIA DEL ROCK NACIONAL

Itinerario fugaz a través de los orígenes del rock nacional


Está vivo, pero no tiene la fuerza de la marea inicial

La música dijo presente en el estallido rebelde de los años 60 y estampó la firma de un movimiento artístico de origen local. Fue una catarata de pasión juvenil que arrancó en la mítica voz de Tanguito y los acordes de Litto Nebbia, fundador de Los Gatos. La soledad del hombre porteño tuvo en Moris a su intérprete singular mientras que el grupo Manal, liderado por Javier Martínez puso la nota existencialista con los mejores blues de la época. Almendra, de Luis Alberto Spinetta regaló poesía a mano llena mientras Sui Generis, con Charly García y Nito Mestre abrieron el rock nacional al público adolescente. León Gieco trajo el aire de campo y se comprometió con la realidad social.

Por Daniel G. Gutman

Explotaron como el Big-Bang. El primer estallido fue aterrador para los desprevenidos argentinos. Como hongos nacían bandas musicales –conjuntos- que recogían las características esenciales de sus barrios o ciudades. El movimiento era feroz, imparable pero debía consumarse en las sombras, en los sótanos o en otra clase de soledades, lejos de la plaga hipócrita que dominaba (¿domina?) el país. Parecía mentira que sobre finales de los 60 y principios de los 70, en un país donde no se podía votar, ni publicar ideas libremente, ni siquiera usar pelo largo o pantalones ajustados sin soportar miradas inamistosas, la música diera batalla con una rebeldía tan creativa y original.
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El mito fundacional
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Había que arriesgar, los jóvenes arriesgaban siempre, solo por el hecho de serlo. Los que hacían música también debían arriesgar, no era una actividad lírica solamente, había que poner el cuerpo y bancarse a la sociedad: autoridades, padres y aún compañeros. La patriada artística iba de la mano con otros emprendimientos. Había que dar vuelta todo porque todo olía mal y las juventudes argentinas parecían imparables. Después, la historia barrió con las ilusiones y la euforia se arrinconó en los excesos y estos dejaron en el camino a muchos talentos. La reacción posterior se cargó vidas y congeló por un tiempo el auge musical, pero por debajo bullía la rebelión. Era cuestión de esperar el momento oportuno y volver a la carga, pero nadie podía quitarnos lo bailado: había nacido el rock nacional. Junto con el tango y las músicas de provincia formaría parte del patrimonio argentino, aunque todavía se atrevan a discutir su validez los amargos especialistas de siempre. _______________________________________________________________

La huella del fantasma _______________________________________________________________

Muchos jóvenes ingresaron en la fascinación rockera cuando uno de sus fundadores había dejado de ejecutar terrenas guitarras: Tanguito. No existían certezas sobre su persona y esto incrementaba el misterio. Un ícono y una leyenda sustentaban al nuevo culto. Todo comienzo es duro y el edificio rockero debía contener una columna indestructible, para algunos inmaterial, fantasmagórica, un ser con voz pero descarnado. Tango chico, tanguito ¡qué mejor lugar de origen que el propio tango! Nieblas del mito original, al tango le nacía un tango chico y lo bautizaron rock nacional. Todo cerraba, un comienzo de poesía, de encanto. Pero la historiografía urbana daba cuenta de otros identidades para reconocer al fundador. Ramsés, el auténtico Tanguito, inspirado autor y cantante, era el seudónimo artístico del ciudadano Juan Alberto Iglesias. La historia fue entonces más completa, el intérprete angelical tuvo un rostro y un cuerpo, una personalidad donde se entrecruzaban el mambo y el suburbio, un tipo como otros de su tiempo muerto durante un calvario en cana, a golpes de palo, o por una brutal sobredosis o despedazado por un tren que lo arrolló sin compasión en Puente Pacífico, una de las estaciones del ferrocarril San Martín.


Tanguito o Juan Alberto Iglesias


Las precisiones no cuentan, aunque las crónicas periodísticas datan la fecha de su muerte allá por mayo de 1972, para adquirir el rango de primer mártir del movimiento, la llama votiva para que sus seguidores no aflojaran. Los baños de la Perla del Once, una vieja pizzería en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón o quizás de La Cueva, un sótano de acústica cero y pulgas insidiosas (Pueyrredón 1723), míticos antros de producción rockera, le fueron propicios a Tanguito para delinear las primeras letras de La Balsa (Estoy muy solo y triste aquí en este mundo abandonado (...) con mi balsa yo me iré a naufragar...) canción que le reportara muchas monedas que se evaporaron tan rápido como su vida. Así el rock nacional dispuso del personaje mítico, Tanguito, la canción inicial del movimiento, La Balsa y los templos sagrados de La Perla y La Cueva. Escuchar La Balsa en http://www.youtube.com/watch?v=Dxx3VYKe9aE
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El toque rosarino
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Litto Nebbia y su grupo Los Gatos dan el golpe comercial en Buenos Aires cuando graban La Balsa en 1967. La memoria del rock nacional tiene aquí un punto de quiebre, hay una disidencia. Se dice que Litto Nebbia se proclamó el progenitor de los versos balseros y la grabó con su grupo Los Gatos en 1967. Cuesta creer que Litto Nebbia, también surgido de los sótanos ilustres de La Cueva y después de una trayectoria generosa haya sido capaz de robarle a un colega el himno rockero de La Balsa. Aparentemente hubo una creación compartida, uno quizás puso la letra y el otro la música, y es justo que ambos se repartan los laureles. Litto Nebbia o Félix Francisco Nebbia Corvacho venía de otra región geográfica, Rosario donde se había iniciado a los 14 años como cantante de los Wild Cats, después Gatos Salvajes y mucho antes con apenas siete años intérpretando boleros en compañía de sus padres músicos. Litto había llegado a Buenos Aires con los Gatos Salvajes en 1964 quienes, desafortunados en la faz comercial, terminaron por desbandarse en 1966 para constituir Los Gatos, con Nebbia y Ciro Fogliata a la cabeza. El golpe comercial de La Balsa, un disco simple que vendió 200.000 ejemplares, abrió el grupo a otros personajes ilustres de la historia del rock. En 1969 tras un período de inactividad se incorpora como guitarrista Norberto "Pappo" Napolitano a los que se sumaron Claudio Gabis y Kubero Díaz, siempre en guitarras. El disco larga duración Beat Nº1 se considera uno de los mejores álbumes de rock grabados en la Argentina. Al año siguiento editaron Rock de la mujer perdida, el último LP del grupo que se disolvió por la deserción de puntales como Pappo que inició su carrera autónoma con Pappo´s Blues en 1970 y Claudio Gabis que tomó el camino solista y emigró poco después a Brasil. Precisamente Gabis recaló en Río de Janeiro donde varios argentinos tuvieron la suerte de alojarse en su departamento del sexto piso de la Avenida Nemeyer, desde donde se podía gozar de la imponente vista de las playas de Leblón e Ipanema. Aquel living de enredaderas tropicales acogió al guitarrista y le dio el aire creativo que el Buenos Aires de la violencia política y la asfixia militar le venían negando. Conviene detenerse en otro espacio musical trascendente para el rockismo nativo: Los Beatniks, un grupo que no alcanza notoriedad en el relato de los orígenes del movimiento y sin embargo alojó artistas de proyección como Moris.
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Con el alma en la ginebra _______________________________________________________________

Mauricio Birabent (Moris) dio el primer golpe con Ayer nomás (Ayer nomás, en el colegio me enseñaron, que este país es grande y tiene libertad...) incluido en el lado B del primer simple de Los Gatos, con La Balsa. Escuchar Ayer nomás en http://www.youtube.com/watch?v=bXIq_hdHpPk Moris supo reunir la bohemia con el barrio y la angustia existencial y lo hizo de un modo único. La fugacidad de los Beatniks fueron el único tiempo grupal del músico que rápidamente optó por la carrera solista y en 1969 grabó uno de los LP que enaltecen al rock argentino: Treinta minutos de vida, que incluyó un tema fuertemente existencialista, De nada sirve (De nada sirve escaparse de uno mismo, de que le sirven las heladeras, lavarropas y televisores, si están podridos y aburridos de este mundo que está podrido...) que durante cierto tiempo adquirió categoría de himno juvenil. Pero la bohemia de estos personajes no era de cartón y Moris se entregaba a ella dejando que su actividad musical quedara a la deriva. Escuchar De nada sirve en http://www.youtube.com/watch?v=q2C4uJ0eRGM. Se cuenta que Moris, siempre enfundado en campera y pantalón negros, era capaz de desaparecer en algún bondi, desambarcar en el granbuenosaires, tomarse unas ginebras en la barra de un boliche ramplón y terminar haciendo el amor en el hotelucho por horas más cercano. Las amenazas de la Triple A lo depositaron en España, con su mujer y su hijo de meses y allí logró cierta estabilidad dentro de un movimiento rockero que aún no se atrevía cantar rock en castellano, algo que en la Argentina permitió contar con una tribu de miles de fanáticos. Además de Moris, Los Beatniks alojaron a músicos como el jazzista Jorge Navarro o Javier Martínez (Manal) pero el grupo duró lo que un amor de verano, del 66, y en los médanos villageselinos esta banda pasó como un rayo aportando su cuota de talento al acerbo rockero nacional. Martínez, ex cuevero, tocaba inicialmente a dúo con Moris, pronto se abrió para fundar en 1968 el grupo Ricota hasta que por iniciativa del editor Jorge Álvarez se convierten en Manal, uno de los puntos más altos del relato rockista. Javier Martínez, líder y baterista, Claudio Gabis en guitarra y Alejandro Medina en bajo graban el primer simple que fue rechazado por todas las grabadoras de la época.


Las 3 M de Manal: Martínez, Moris, Medina



Este rechazo cerrado del mercado discográfico inspira a Jorge Alvarez para organizar el sello independiente Mandioca, y el grupo al fin pudo ingresar a la arena comercial e iniciar presentaciones en distintos teatros de Buenos Aires. Bajo la influencia del grupo Cream, de Eric Clapton, y del dios de la psicodelia blusera Jimmy Hendrix, el trío llevó a miles de jóvenes a delirar por letras y música originales, alcanzando quizás la cúspide en 1969 durante el festival organizado por la revista Pin Ap. La cima discográfica llegó al año siguiente cuando se editó el LP Manal, grabado en RCA, con temas como Jugo de tomate (...en las venas deberás tener (...) si querés ser un hombre importante, que se hable todo el día de vos, jugo de tomate frío, en las venas, en las venas...), o Avellaneda Blues, (vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado, tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados, hoy llovió y todavía está nublado. Sur y aceite barriles en el barrio, galpón abandonado...) reflejo inigualado del suburbio industrial y decadente que revela las dotes de compositor de Martínez y la excelencia guitarrística de Gabis. Escuchar Avellaneda Blues en http://www.youtube.com/watch?v=XGtBXsrtqrQ . El trío hizo historia pero como otras experiencias de la época, la bohemia y la inconstancia más el desgaste por los recitales y las giras incesantes terminó por clausurar la experiencia en 1971. Martínez emigró a México y después a España, Gabis a Brasil. Hacia 1980, en medio de una oleada de revivals el grupo regresó al escenario con una presentación en Obras y un disco Reunión que pasó desapercibido, al año siguiente la separación fue definitiva. _______________________________________________________________

La poesía sagrada de Zeus _______________________________________________________________

Si algo le faltaba al boom rockero para colmar de innovaciones la plaza local la respuesta vino de la mano de Almendra. La primera presentación en público del grupo fue en el legendario Instituto Di Tella durante un ciclo de recitales que tuvo lugar en marzo de 1969. Luis Alberto Spinetta, el flaco, y Emilio del Guercio, compañeros en el colegio San Román, motorizaban al grupo que desde un comienzo impresionó por sus melodías y quizás fueron los primeros en trascender la órbita estrictamente rockera y atraer a otros públicos.



Tapa del primer disco de Almendra


En 1970 cuando graban su primer álbum, el de la cara de un clown, de gorro a rayas y una sopapa en la cabeza, la aprobación fue general. Temas que casi pertenecen al aire cotidiano del país como Muchacha (...ojos de papel, adónde vas,...y no hables más muchacha, corazón de tiza, cuando todo duerma te robaré un color...), Plegaria para un niño dormido –quiénes estuvieron en el festival Pinap recuerdan el fluir de lágrimas de los asistentes por la ternura de la canción-, el conmovedor Fermín (las manos de Fermín giran y el también...en el hospicio le darán agua, sol y pan y un ave que lleve su nombre, en el hospicio ha de morir y antes de callar el ave vendrá desde el mar...Fermín se fue a la vida no sé cuando vendrá), Ana no duerme y se podría decir que el álbum completo no tiene desperdicio. Escuchar Plegaria para un niño dormido en http://www.youtube.com/watch?v=I48uZxmSlgg Parecía imposible que tanta belleza y calor se hubieran infiltrado en medio del gris Buenos Aires, una primavera sorprendente volteaba monótonas mediocridades. La locura estalló también para sus mentores. Comenzaron los shows, bailes, festivales, notas periodísticas y el consabido desgaste entre los integrantes del grupo. Al mismo tiempo nacía una fama que habría de acompañar a Spinetta durante años en virtud de una supuesta capacidad amatoria que lo acercaba a los dioses más potentes del olimpo griego. El número de mujeres que daban fe de conocer la intimidad del flaco difícilmente podría reunirse en un estadio más o menos importante de fútbol. El problema fue que la leyenda complicó la realidad de muchos seductores de a pie ya que las niñas intimidaban al más pintado al enrostrarle la experiencia superior a la que habían accedido y puestos a comparar los tipos salían perdiendo. La pinta, la voz, la guitarra de Zeuspinetta –como ironizaban algunos perdedores- tiraban abajo cualquier estrategia de conquista. Tan extrema resultá la fama que incluso hubo relatos femeninos que ubicaron al personaje en distintos lugares pero a la misma hora, en una suerte de aptitud duplicativa de Spinetta que justificaría tanta eficacia. Para 1971 Almendra graba un doble y allí las fricciones que se daban en otro terreno se reflejaron también en el plano musical. Los temas de Spinetta indicaban el comienzo de una etapa nueva, de poesía un tanto más laberíntica y un rock progresivo mientras que Del Guercio y otro de los integrantes, Edelmiro Molinari, tomaban un rumbo diferente que tiempo después desembocará en el grupo Aquelarre, una experiencia musical breve pero riquísima de estos compositores. Almendra baja el telón y recién en 1980, bajo el rótulo artístico de Spinetta-Jade, presentan en Obras el disco Valle interior, en una especie de soplo resucitador pero después de algunos recitales se separan definitivamente. Spinetta, uno de los pocos músicos que transitó toda la historia del rock argentino armó grupos de buen temple artístico como Pescado Rabioso e Invisible y fundamentalmente muestra un recorrido solista desde hace tiempo. Hoy, siendo un joven sexagenario, el flaco hace gala de un criterio equilibrado y se aferra a la esencia del rock: “No puedo "historizar" sobre las épocas del rock argentino porque es mi vida. Veo mi rock, los pasos que di. Lo que sí sé es que hay cosas que ya no van más: el rock del arengue terminó con Cromañón de una manera espantosa. Si el rock no es amoroso y no reúne a la gente para bien, no es rock. Es como un circo. Una vez fuimos a La Falda y teníamos una reja adelante para que no nos pegara lo que nos tiraban. Escuchar Credulidad en http://www.youtube.com/watch?v=-mPisg_GgLs




Luis Alberto Spinetta

Un espanto. La ignorancia, la sociedad apaleada por las dictaduras y los gobiernos corruptos, ha generado gente que no se da cuenta del peligro que corre al cometer un acto de imprudencia letal. El arengue, como el de la cancha de fútbol -donde si pueden agarrar al referí lo descuartizan-, esa violencia incontenible que se relaciona con la música no me interesa. Nunca trabajé para eso y siempre creí que el rock es amor, paz e inteligencia. Acá hay que privilegiar la vida de la gente por encima del rock y es una estupidez todo lo que pasó. Los músicos que tocaron esa noche deben estar maldiciendo todo esto. La tribuna pasó al concierto y no es así. Esto es lo que más me ha amargado en los últimos tiempos. Me siento como si yo estuviera ahí, siento responsabilidad. Cromañón fue tremendo. El arengue terminó disolviendo el lazo más importante que hay entre la gente que es el respeto y el cuidado por la vida.” _______________________________________________________________

Los carlosalberto alivian el verano _______________________________________________________________

El cartón glorioso de los orígenes del rock vernáculo se llenó en 1972 cuando dos Carlos Alberto, uno de apellido García (Charly) y el otro Mestre (Nito) grabaron Vida, el LP inicial del dúo más célebre del período: Sui Generis. El disco contenía temas como Canción para mi muerte donde se combinan letras para adolescentes y una poética melancólica encarnada en las interpretaciones sobresalientes de Nito y los arreglos musicales de Charly, creador de todas las canciones. Escuchar Canción para mi muerte en http://www.youtube.com/watch?v=KWHU97iHwyk Esta característica atrajo especialmente a jóvenes de la escuela secundaria que vieron en los temas de Sui Generis el recambio aliviador a las canciones pegadizas y pegajosas del verano que se repetían por las radios hasta el hartazgo. Así Estación....(Todos sabemos que fue un verano descalzo y rubio que arrastraba entre los pies gotas claras de mar oscuro, y en el pecho dos médanos eternos y en los ojos un cielo transparente...) reemplazó al anodino sucundum del cantante Donald (las olas y el viento sucundum, sucundum, y el ruido del mar, eres una ola, dispuesta a romper, tiritando, caminando por la playa, veo la espuma de tu amor...) o el Pata Pata de Miriam Makeba, permitiendo que miles de jóvenes veraneantes dibujaran en sus mentes figuras más elaboradas, dignas de seres pensantes y hablantes. Sin quererlo además Charly abrió la puerta al mundillo rockero -de reojo y a lo lejos- de una parte de la juventud cheta de entonces, muchachitos civilizados, ni tan borrachos, ni tan peronistas, ni tan proclives al LSD o la marihuana como el resto de las hordas rockambolescas. Charly se anota con la electrónica y su especialidad, los teclados, aportando nuevos sonidos a la movida. Cuando graban el tercer disco las baladas típicas del dúo quedan atrás, asumen un perfil más progresivo que no prendió entre sus seguidores y a mediados de los 75 la sociedad musical se disolvió no sin antes realizar dos recitales-despedida con más de 30.000 adolescentes. Además se filmó una película, a cargo de Bebé Kamin, asistente de Torre Nilson: Adiós Sui Generis, a los que se sumaron dos discos grabados en vivo. Durante los días de oro de Sui Generis, cuando actuaban en teatros céntricos a sala llena, los precedían en su actuación Raúl Porchetto y León Gieco y con el tiempo llegaron a tocar juntos y aún grabar un disco, PorSuiGieco, el grupo duró un suspiro pero fue la vidriera de León Gieco, un bonaerense que imitaba a Bob Dylan hasta la obsesión. Escuchar En el país de la libertad de León Gieco en http://www.youtube.com/watch?v=JITPob1xK_4 Munido de una armónica inseparable y dueño de una voz diferente dentro del universo rockero se impuso con varios temas que reflejaban la vida campestre y a la vez daban testimonio social y protesta. Hombres de hierro fue la canción que le permitió dar el puntapié inicial para después con Sólo le pido a Dios hacerse de una popularidad de la que no se baja desde hace 25 años. Gieco, hoy uno de los artistas más populares del país, cruza todas las franjas sociales y temporales, un fenómeno que los próceres del rock no llegaron a conocer al menos en semejante dimensión.

Litto Nebbia

Fuerte identidad con el hombre cotidiano y con los dramas nacionales a lo largo de décadas lo convirtieron en un monumento al artista argentino, talento más compromiso lo encumbraron al nivel de los grandes ídolos de todos los tiempos. A fin de cuentas un hijo también de la oleada creativa de los 70, un momento que no solo parece lejano en el tiempo sino en el aspecto artístico. Una mirada pesimista que comparte Litto Nebbia desde su posición de productor independiente al comando del sello Melopea: “El rock se ha transformado en los últimos tiempos en una música complaciente, preocupada casi exclusivamente en ver quién está primero en algún ranking. Ha desaparecido la propuesta que fue el punto de partida, que era crecer y evolucionar hacia la belleza, la lucidez y la libertad”, lamenta Nebbia. Pero cuidado, porque las bases están echadas y en cualquier momento una nuevo aluvión musicológico puede estar latiendo en el subsuelo de la ciudad. Los vientos de la creación originaria, hoy apenas una brisa, pueden tornarse en huracán y provocar una marejada creativa como la del brillante comienzo. Escuchar El Bohemio de Litto Nebbia en http://www.youtube.com/watch?v=p5hpzfdW_AM


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Fuentes consultadas

Los Andes.com.ar, “Siempre crei que el rock es amor, paz e inteligencia”, Artes y Espectáculos, Walter Gazzo, 13/8/2006. Revista Soles - Nº 86, abril 2002, entrevista por Mariano García. Diario La Nación, Historia del rock, 1993. Discografía y letras en http://www.rock.com.ar/

Fuentes propias.