martes, 31 de enero de 2012

OPINIÓN. La reforma constitucional se inscribe en la tradición peronista.


Reforma o decepción

LA PRIMERA. Cristina asume en 2007
El peronismo es reformista desde su esencia. Los cambios profundos que Perón introdujo durante su primer gobierno llevaron a la necesidad de consolidar ese nuevo escenario económico y social dentro de la Constitución. Nació así la Constitución de 1949 que luego la revolución libertadora derogaría por decreto y de la que en 1957, vía una convención constituyente limitada -sin representantes justicialistas-, sólo conservaría una síntesis de compromiso: el artículo 14 bis. Cuando Perón inicia su tercera presidencia volvió a la carga sútilmente en su Modelo Argentino para el Proyecto Nacional donde habla de una nación para todos en el marco de un gobierno representativo, republicano, federal y social. La justicia social y los instrumentos económicos que canalicen esa justicia social requerirían de un articulado constitucional más amplio.
Ya en 1853, junto con la Constitución Nacional se promulgó el llamado Estatuto Económico de la Confederación, una suerte de ley constituyente que nunca entró en vigencia. Claro, el contenido de aquel estatuto no se correspondía con el ideario liberal predominante y fue desestimado. El desarrollo y protección de la incipiente industria nacional, el crédito público orientado a la producción, la emisión de moneda, la repatriación de la deuda externa, entre otras tantas iniciativas no estaban en los planes de la mayor parte de la dirigencia de la época. 
LA SEGUNDA. Cristina asume en 2011.
Más cercano a nuestros días, en el ex presidente Carlos Menem sólo se observa su intentonta de reelegirse por tercera vez y Alfonsín accede (pacto de Olivos) a cambio de otras modificaciones lo que derivó en la reforma de 1994.
A la vista de las transformaciones que produjo el peronkirchnerismo y de las transformaciones por venir, si las circunstancias son favorables, la búsqueda de una reforma constitucional sería obligada. Hay una vocación reformista en la genética justicialista y los contenidos sociales y económicos no terminan de escribirse. Decepcionaría Cristina si no la propicia, es casi un mandato aunque no hay por ahora funcionarios de gobierno ni integrantes del bloque oficialista en el parlamento que estén trabajando en el asunto -excepto el borrador de reforma parlamentarista de Zaffaroni que no entusiasmaría a la Presidenta-. La reelección es un tema aparte, urticante, para algunos el tema central, habría que ver qué piensa la Presidenta. Las elecciones legislativas de 2013 podrían darnos alguna pista y mientras tanto el ronroneo cumple su cometido: la sucesión presidencial está en manos de Cristina y los precandidatos no deben impacientarse.