miércoles, 20 de mayo de 2009

Entrevista al toque con el actor Luis Brandoni

“Nos parecemos más a un territorio habitado que a una nación”


Versátil en la vida y en el escenario puede explayarse sobre identidad nacional como militante y ex diputado radical: “Hoy la Ley Saenz Peña tendría pocas probabilidades de pasar por el Congreso” y también como actor monumental del teatro y el cine argentino: “Los guiones no reflejan las nuevas nacionalidades como la que ofrecían el sainete o el grotesco, se perdieron géneros maravillosos”. Celebra la mirada de los turistas extranjeros sobre la Buenos Aires nocturna “un auténtico basural que el tango transforma en belleza”. Hijo de inmigrantes italianos que se radicaron en la barriada de Dock Sud, Adalberto Luis Brandoni, un actorazo de 68 años, destaca el valor de la integración de culturas como elemento clave de nuestra identidad.



Por Daniel Guillermo Gutman


Parece ofuscado, pero en realidad está a los piques. “¡Grabá!”, apura con su voz gruesa y nítida apenas termina de saludar. Brandoni acomoda la manga de su chaleco de lana beige, estira los brazos sobre la mesa grande de la sala de estar y arranca por la suya: “Ya tendríamos que haber resuelto el tema de la identidad. En las manifestaciones artísticas es donde se dieron los ejemplos más extraordinarios de pertenencia. En el fondo hay un problemita de culpa o de vergüenza, nuestra identidad es variada, no tiene que ver con lo antropológico sino con lo cultural y parece que no nos gusta…”
El mundo de los actores mostró a lo largo de la historia ser un vehículo de integración de las distintas colectividades. El cine, la radiofonía y el teatro fueron espacios de encuentro de culturas. “Todo el mundo se mezclaba –recuerda Brandoni- especialmente el teatro hizo muchísimo por la integración, en 1916 se vendieron ¡16 millones de entradas al teatro! Claro, no había cine, la radio todavía no existía, el teatro era la salida, la gente veía el sainete, todos se sentían identificados, estaba el alemán, el español, el judío. Esa era una verdadera integración, ahora lo veo complicado.”

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El inmigrante oriental no está incorporado a nuestra cultura
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- Hoy hay un cierto destrato, una actitud xenófoba, por ejemplo en la cuestión de los orientales. Hace tiempo en la televisión Juana Molina hacía una coreana, que era muy voraz en el negocio, pero el personaje era extraordinario y logró una empatía con el público. En eso no estamos respondiendo en hacer nuestra una identidad, hay casi dos generaciones de orientales que forman parte de nuestra comunidad y que no están expresados, los autores no lo toman o cuando aparecen lo hacen con cierto sarcasmo, con el disfraz de la risa.
Hay cosas que no nos gustan, entonces tratamos de adoptar otra identidad. Tenemos que tratar de mejorar nuestra performance como ciudadanos, no de modificar o de empezar desde los orígenes, el país se hizo así: con gente de muy distinta extracción, como un inmenso arco iris.
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Los ciudadanos prefieren la ilegalidad
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- Hay algún desconcierto porque aparece una clase política y dirigente que no da los mejores ejemplos de conducta y de ética, y esto también forma parte de nuestra identidad. Esta tendencia tan marcada de los argentinos por la ilegalidad forma parte de nuestra identidad, que no nos guste es otra cosa y abarca toda la pirámide social. Pero debemos tener particular cuidado con los hombres públicos, aquellos que se han puesto al servicio de la sociedad y de la idea de una nación y la cuestión de la identidad me hace pensar que nos parecemos más a un territorio habitado que a una nación.
Cuando nació mi partido (la UCR) lo que se discutía eran ideas, formas de organizar la república. Hoy estamos tratando de conseguir un gobierno decente que cumpla la ley, esto no era motivo de discusión, la ley se cumplía.
Un gobierno conservador, liberal logró algo cosa que no sé si hoy se lograría: votar la ley Saénz Peña que permitió el voto universal y secreto. ¿Hoy sería posible? ¿Qué el partido gobernante haga una norma donde se permita el libre juego democrático? Estaría complicado.
Hoy escuché un reportaje que le hicieron al auditor general de la nación: ¡es para suicidarse!: en las auditorías encontró anormalidades de todo tipo y ¡nadie le da pelota! O va este señor Moreno, ¡el daño que le ha hecho a la república! va al Senado, tan orondo y dice que la cifra de inflación es la que él daaaaaa.
En definitiva, la gente se queja mucho y con razón del promedio de los políticos argentinos pero nadie se hace cargo de que esos políticos provienen de la sociedad, no vienen de un planeta enemigo.
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Melodía de basural
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Ahora redescubrimos el tango, el tango se habilita socialmente desde París, era una danza prohibida de origen prostibulario. Cuando Canaro y otros antes que él fueron a París provocaron un furor enorme en Europa y esa homologación europea hizo que la sociedad porteña lo aceptara. Después tuvo un desarrollo extraordinario hasta que a finales de los 50 se planchó y recién a partir de un espectáculo Tango Argentino, que fue creación de Claudio Segovia -ahora tiene en cartel El Maipo es el Maipo festejando los 100 años del teatro- volvió el furor. Se puso de moda en todo el mundo y eso sí nos pertenece, el tango nos pertenece ¿no? Hoy hay 80, 90 milongas en Buenos Aires, hay milongas todos los días en todas las grandes ciudades del mundo, y el turismo, que viene creyendo que nos conoce y admira algunas cosas que ven en nosotros y que a menudo ignoramos: no me explico cómo pueden quedarse encantados con esta ciudad, yo que trajino el centro seis veces por semana, de noche, ¡no puedo entender cómo ven ese basural que es la ciudad! No sé si les parece curioso o exótico y encima los cortes de calles más los quilombos…parece ser que a través del influjo de esa música mágica que es el tango quedan encantados…
Una noche, en la calle Scalabrini Ortiz, en una milonga, había un señor negro, gordo con bigotes que bailaba, traspiraba… ¡pero era un verdadero bailarín de tango! un milonguero. Bueno, termina el tema y se para con su pareja muy cerca de la mesa donde estábamos nosotros. Hablaba inglés, era norteamericano y estaba como loco, tocaba el cielo con las manos porque el tipo sacaba a una mina ¡la abrazaba sin saber quién era! ¡una cosa única! y eso debe tener una atracción bastante particular, el tango es único.
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Teatro de museo
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-En los últimos años hubo algunas películas que transitaron por el grotesco, creo que Esperando la Carroza fue un grotesco, pero con esa expresión exuberante que tenía por ejemplo Cien veces no debo, la película que hicimos con Norma Aleandro y Andrea del Boca pero corrido hacia el humor.
Pero Mateo… (de repente cambia el tono, utiliza una voz baja como si estuviera en el escenario, pone el corazón)... cuando el protagonista planea el robo y lo va a ver a Mateo, al caballo Mateo, es un famoso monólogo cuando él está asustado y habla con el caballo con una angustia… por que va a hacer algo ilegal. Y después hay otra escena extraordinaria: con su mujer Angiulina y él, que tenía una especie de verdulera (acordeón elemental), cuando viene la policía le dice: !bailá Angiulina! y simulan felicidad cuando en realidad estaban viviendo una tragedia…era un género muy hermoso…
Ahora hay una dificultad: antes los actores tenían la capacidad de imitar acentos porque ellos mamaron esas voces en su infancia, en su adolescencia pero no se siguió con el género, no hubo herederos, es una lástima después de tener actrices como Leonor Rinaldi, Pepita Muñoz o Niní Marshall que eran especialistas del grotesco.
Al grotesco se lo trata como si fuera pieza de museo y no es así porque las obras del grotesco dibujaban un mundo entero y eso nunca puede perder vigencia.
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viernes, 15 de mayo de 2009

Entrevista al toque con Osvaldo Bayer

“La identidad nacional es una gran confusión"

A los 80 años a Bayer no se le mueve un pelo (todavía conserva muchos) cuando se refiere a la unión novelesca entre la Federación Agraria y la Sociedad Rural para enfrentar al Gobierno. Como buen gentleman argentino, de ascendencia alemana e ideario anarquista, señala con aguda delicadeza el brote de paradojas que caracterizan la vida nacional desde siempre. Definiciones y anécdotas de un escritor y periodista original, ineludible a la hora de trazar un mapa de personajes que construyen la identidad. Reflexiona desde “El Tugurio”, su casa de Arcos y Monroe, en Belgrano, sobre los K, el gorilismo, la democracia incompleta, entre otros temas.

Por Daniel Gutman

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El Peronismo o la eterna incomprensión
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-El peronismo ha dado una característica muy profunda a los argentinos, a mí me da risa cuando vienen los periodistas alemanes y se deprimen porque no pueden entenderlo. Osvaldo Soriano en "Cuarteles de Invierno" pinta a un Gatica en decadencia que da su definición de peronismo cuando le preguntan qué ideología política tiene o a qué partido político pertenece. “No -dice el boxeador- yo no tengo ideología política ni pertenezco a ningún partido, yo soy peronista.”
O la de Lorenzo Miguel que dijo: “la mejor definición de peronismo es ir el domingo a comer ravioles con la vieja.” El problema del peronismo es la amplitud. Un peronista puede ser desde conservador hasta guerrillero de izquierda.
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Los poderosos fueron brutales
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-Y del otro lado está el gorilaje, que participó de golpes militares. Hay una división entre dos clases de argentinos. Y todo esto se debe a una falta de real democracia, siempre fue un dominio de caudillos o personalidades, es una historia de una violencia desmesurada, desde unitarios y federales, lo de la campaña del desierto tomado como el triunfo de la civilización…basta leer los discursos de Roca para ver la enorme crueldad con los pueblos originarios y también la facilidad con que el ejército hizo golpes populares: ninguno de los 14 golpes militares fueron resistidos por el pueblo, ni siquiera el de Perón en el 55. No tuvimos ningún Allende que defendiera la casa de gobierno, todos huyeron, algunos en forma patética. Reconozco que en estos días tuve cierto temor, viví casi todos los golpes, se va creando el clima… si se desbarrancan los precios y la gente invade los supermercados, el ejército que está domado puede empezar a levantar y el poder económico sigue siendo tan fuerte como siempre.
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Hacia dónde van los Kirchner es todavía un misterio
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-Hay un resentimiento en ciertos sectores de poder por la política de derechos humanos que hizo Kirchner y el temor es que se trate de hacer un socialismo moderado, para ellos los Kirchner no son la gente que puede asegurar un estatus para el capital, por eso el tremendo lock-out patronal. Pero no creo que esto pase a mayores, yo conozco todo el periodo de Kirchner en Santa Cruz y él hizo todo lo que Menem le dijo. Sigue apostando a la CGT corrompida en vez de la CTA, ha calmado a las madres… pero en lo político y económico no hay definiciones, es todo más de los mismo, un poco más populista, es todo muy confuso, no se sabe si van a una social democracia o un capitalismo liberal, si van a hacer un poco de populismo, urbanizar algunas villas miseria, pero de ahí no pasa. Mientras tanto el 15% de nuestros niños son desnutridos y hay desocupación. Lo de las villas es un caso típico: siempre dijeron que era un fenómeno pasajero, hace 30 años recuerdo que salí de Retiro, salía de una villa y llegaba a otra villa en Rosario; hoy vuelvo a salir de Retiro de una villa y llego a una villa en Rosario pero mucho más grande.
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La imaginación nunca llegó al poder
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-Otra de las características es que aquí no hubo partidos politicos definidos. Por ejemplo Menem, el gobierno más liberal de la historia y fue peronista. La gente después vota al partido opositor, a De la Rúa, ¿y a quién trae De la Rúa?, al mismo ministro de Menem , a Cavallo. Hay pequeñas excepciones, en 1904 la gente eligió al primer diputado socialista de América, Alfredo Palacios, pero 103 años después, la misma ciudad vota a Macri, un tipo de derecha, presidente de Boca Juniors. Si uno escribe una novela dice no, éste se fuma, este escritor tiene una imaginación incomparable. Otra cosa inexplicable es el triunfo del socialismo en Santa Fe que es una provincia absolutamente conservadora, Rosario en cambio fue siempre la capital del peronismo, de vez en cuando el pueblo sabe ver. Binner tiene tradición de un hombre muy honesto y lo eligieron por eso, qué raro, cómo le explico a un sociólogo alemán esto… Ninguno de los dos grandes partidos que nos gobernaron hicieron autocrítica de sus grandes errores a pesar de que fueron los políticos opositores y el poder económico que estuvieron con los golpes militares. Perón mantuvo su popularidad porque todos los golpes, si bien dieron algunas libertades, en lo económico fracasaron. El pueblo no tiene un verdadero concepto de la democracia, cada dos años ponemos un papelito en una urna… No se les exige a los partidos un programa, es una gran confusión , creo que nuestra identidad es una gran confusión y estamos cayendo en lo mismo. Y no aprendemos de las experiencias, empieza la gente a desesperarse y el ejército comienza a levantarse…. todavía no pero no juguemos con eso…. porque quién iba a pensar que con el peronismo iban a levantarse.
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Profecía de 1912: la unión de chacareros y patrones de estancia
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- Acá jamás hubo una reforma agraria, con el peronismo jamás se tocó la tierra. Sigue el criterio de aquella división que hizo Avellaneda con Roca: la repartija de tierras a los estancieros del Norte; hay que leer las actas de la Sociedad Rural, en 1879 a Martínez, siendo presidente de la Sociedad Rural (bisabuelos directos del ministro de Economía de la dictadura de la desaparición de personas) le asignan 2.500.000 de hectáreas. La economía apenas fue tocada por el peronismo, nunca hubo una reforma agraria, el peronismo no se atrevió, se hicieron mejoras al trabajador rural y hay un poder económico industrial nacional que apoyó al peronismo pero los sectores del poder económico siguen vigentes como factor de poder y lo mismo las fuerzas armadas, absolutamente conservadoras, el radicalismo que fue un populismo que terminó haciendo las masacres obreras más grandes, el peronismo con López Rega y la Triple A, que fue el comienzo de la desaparición de personas, si ese gobierno seguía hubiese terminado en desapariciones masivas como lo hicieron después los militares. En 1912 se hace el grito de Alcorta y los anarquistas hacen una predicción, le dicen a los poseedores pobres de tierras que estaban a punto de crear la Federación Agraria que van a terminar sintiéndose propietarios y van a ser explotadores igual que los grandes latifundistas. Parecía imposible, siempre nos reímos de esto y ahora se unieron los dos, es increíble.
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Acá vive Juan Boludo
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-Una vez, mientras acomodaba unos sombreros escuché la conversación de dos chicas que esperaban el ómnibus sentadas en el umbral de casa: -Ay, estoy tan enamorada de Fernando y quisiera escribirlo acá. -¿Y por que no lo escribís? -No, porque acá vive gente. -No te preocupes, escribilo que acá solamente vive un viejo boludo. Tuve la tentación de salir y presentarme, hola, soy Juan Boludo pero dije no y pensé: cuántas interpretaciones sociales hice para merecer ese apelativo. Otra anécdota del Tugurio. Salían dos chicas del colegio normal que está acá cerca, se sentaron y empezaron a cantar y golpear la puerta, con unos ritmos estruendosos. Tuve paciencia, como 20 minutos pero el ómnibus no venía y me puse un poco nervioso. Salí, con mucha decencia, abrí la puerta y les digo: “chicas no pueden dejar de golpear un poco la puerta , estoy trabajando en la máquina de escribir.” Una me mira y me dice: -no, no estamos golpeando. Les digo bueno, perdón. Media hora después cuando salgo a comprar pancitos encuentro un hoja de cuaderno debajo de la puerta –todavía la conservo- donde habían escrito: CANOSO: SOS UN HISTÉRICO, PUTO Y GAY. Es increíble, en doble magnitud. _____________________________________________________________________

miércoles, 13 de mayo de 2009

El martirio del coronel
Larrabure: una víctima silenciosa de la violencia setentista

En agosto de 2005 se cumplieron 30 años de la muerte del coronel Larrabure, torturado y asesinado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), luego de un cautiverio de 372 días. La portación de uniforme había sido motivo suficiente para que sus captores lo condenaran a muerte. El militar resaltó desde su cautiverio, en sucesivass cartas, el valor de la unidad nacional para superar la violencia que azotaba a los argentinos. El amor al enemigo y la fidelidad a sus convicciones hacen de Larrabure una personalidad singular, oculta dentro de los pliegues de la identidad nacional.

Por Pablo María Sorondo

Martes por la mañana. Llueve. La multitud, reunida en silencio, soporta el frío y evoca. Pasaron 30 años. A pesar del antipático aguacero, la gente contemplaba la escena en un silencio ceremonial, casi religioso. Fue un acto sencillo, radicalmente distinto a los encuentros proselitistas al que los argentinos están habituados. No hubo bombos ni panfletos ni promesas políticas. Tampoco estuvieron las autoridades esperadas. Fue una manifestación sentida, respetuosa, honrada.
Los asistentes, mirando el busto que recuerda al coronel Argentino del Valle Larrabure, revivieron aquella tarde de agosto de 1975 en que apareció su cuerpo. Un héroe se había perdido; pero dejó, con su martirio, un ejemplo valeroso y un expreso pedido de unión nacional.
El martes 23 de agosto, en la plaza Mitre de la ciudad de Buenos Aires (avenida Libertador y Agüero), uno de los tantos hombres exiliados de los discursos que bogan por una memoria difusa, hizo resonar su nombre en la ciudad que amanecía.
Sin hacer caso al mal tiempo, las 400 personas allí presentes, algunas al borde del llanto, escucharon las palabras del coronel (R) Juan Carlos Moreno, presidente de la promoción 82º del Colegio Militar, a la que perteneció Larrabure. “Nos urge encontrar un verdadero modelo de existencia que esté contenido por un nunca más justo y verdadero. Que abarcando a todos los sectores impida reiterar errores comunes del pasado y contribuya a la cicatrización de heridas fratricidas que aún sangran”, dijo Moreno, conmovido. Cantaron el Himno Nacional, bendijeron una placa y se hizo luego un minuto de silencio.
Fue notable el eco de este suceso. El diario La Nación, en su edición del miércoles 23, dio cuenta del homenaje: “Con un mensaje que promovió la reconciliación nacional y el perdón a todos los actores de la violencia en los años 70, fue recordado ayer el teniente coronel Julio Argentino del Valle Larrabure, asesinado en 1975 por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)”.
Durante las semanas siguientes, la sección Cartas de lectores continuó exhibiendo los sentimientos despertados en muchos ciudadanos pero una fue especial. Una carta que nació del dolor y del amor: “Lo habían torturado, lastimado, lacerado, herido, golpeado, ultrajado y cuantos epítetos se puedan imaginar en las impiadosas «cárceles del pueblo» (...). Pero entendimos, valoramos e hicimos carne el mensaje de perdón y de reconciliación escrito desde el horrendo pozo en los 372 días de cautiverio”.
La carta invoca la esperanza: “Tus amigos y familiares no olvidamos tus palabras y seguimos luchando como hace 30 años, levantamos bien alto tu bandera, la de la paz, la del amor, la de la no violencia, la del reencuentro”. Su autoría corresponde a Arturo Cirilo Larrabure, hijo del coronel, difusor de su martirio, defensor de la memoria completa y promotor de un infatigable reclamo de justicia.
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Santo coronel
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Varios días después del homenaje al padre, desde su casa en la ciudad de Tres Arroyos (provincia de Bs.As.), Arturo Larrabure mira hacia el pasado, como lo ha hecho toda su vida, y recuerda un contexto político que le era ajeno. “En el año 70 yo era muy chico, tenía tan sólo once años. Mis preocupaciones pasaban por otras cosas, mis padres no hablaban de política, nuestra vida de familia era muy linda, tengo hermosos recuerdos”, expresó Arturo.
Tal como suele ser la vida militar, el coronel Argentino del Valle Larrabure anduvo por aquí y por allá sin detener en ningún momento su escalada profesional. Cuando alcanzó el rango de Mayor, lo enviaron a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María (Córdoba), donde se desempeñó como subdirector. Su vida -más aún, su desenlace- está curiosamente conectada con un santo católico del Renacimiento, el humanista inglés Tomás Moro (1478-1535, autor de Utopía).
Era Tomás leal súbdito de la corona británica y canciller del rey Enrique VIII; pero mucho mayor era su fidelidad con Dios. Por negar la autoridad espiritual del monarca fue encarcelado en la Torre de Londres y acusado de alta traición. Luego de ser condenado ante los tribunales, pasó un año en prisión y le cortaron la cabeza. Desde que el santo se gana la enemistad de Enrique VIII por cuestiones referentes al divorcio, y pese a los repetidos intentos del monarca para sobornarlo (ofreciéndole su libertad), Tomás jamás vaciló y mantuvo su línea de católico anti-reformista, sin reconocer al rey como jefe supremo de la Iglesia en Inglaterra.
Al igual que el autor de Utopía, el coronel Larrabure recibió de sus captores varias ofertas para recuperar su libertad como canjearlo por cinco miembros del ERP que el Ejército tenía prisioneros o bien trabajar para la guerrilla en su condición de experto en químicos y ayudarlos a confeccionar mejores explosivos. Claro reflejo de aquella conducta del santo, Larrabure prefirió una muerte honrosa: pidió a sus hijos que no odiaran a sus verdugos. Pidió perdón y reconciliación.
Miguel Ángel de Marco, presidente de la Academia Nacional de Historia, advierte cuán difícil es dicha tarea: “San Martín decía que perdonar depende del corazón, y olvidar depende de la memoria. Uno perdona del corazón, pero la memoria no se puede olvidar. En este momento nosotros estamos en una situación que siempre recurrimos a una especie de realimentación de nuestros odios con el tema del grave enfrentamiento a partir de 1976. En esa lucha hubo excesos de ambas partes; tremendos excesos. Evidentemente nadie se va olvidar de eso, pero en un determinado momento la sociedad tiene que dejar de mirar para atrás y no mantenerlo como un elemento para que los argentinos se sigan peleando”.
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Zona de oscuridad
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En julio de 1974, María Estela Martínez de Perón “Isabelita” se había hecho cargo de la presidencia de la nación después de la muerte de su esposo Juan Domingo Perón.
Una vez interrumpido su mandato por la junta de militares procesistas se abrió una de las más oscuras y terribles experiencias del país.
Durante toda la década del 70, como consecuencia de una ola de violencia que se arrastraba –con matices- desde la Revolución Libertadora se produjeron los más infames actos de terrorismo. Fue una guerra disfrazada, oculta, donde los guerrilleros actuaban desde la clandestinidad y el Estado militarizado, al mando del general Rafael Videla, imitaba sus procedimientos.
Pero el drama de Larrabure se inició poco antes de que el terrorismo de estado dominara por completo la escena nacional y los grupos guerrilleros alentaran aún expectativas de victoria.
Eran las once de la noche del 10 de agosto de 1974. Provincia de Córdoba. A un kilómetro de la Fábrica Militar de Explosivos de Villa María, integrantes de la compañía Decididos de Córdoba, grupo liderado por Juan Ledesma, perteneciente al ERP, se apoderaron de un hotel. El número efectivo de los asaltantes no ha sido establecido, pues las versiones varían entre setenta y cien personas.
Se habían alojado como lo haría un cliente cualquiera del hotel. Cerca de la medianoche, salieron de sus habitaciones y apresaron a todas las personas que se encontraban en el lugar. Pero a pesar de la rigurosidad del plan, algo salió mal: una pareja llegó al hotel después del copamiento y se dio cuenta de que algo no andaba bien. Se retiraron prudentemente. Los asaltantes dispararon al auto pero no alcanzaron a detenerlos. La pareja corrió hasta la dependencia policial más cercana, como era de esperarse. El patrullero, confiado en estar tras un delincuente común, se convirtió en partícipe de un tiroteo en el que resultó superado por el fuego de las ametralladoras guerrilleras. Los Decididos se alejaron del hotel llevándose consigo muertos y heridos.
El camino lateral del hotel llevaba a la Fábrica, donde la mayoría de los militares tenía franco y esto causaba una disminución de la seguridad del lugar. La resistencia, inesperada, sería débil y desorganizada. Este dato fue aportado a los invasores por la complicidad de un soldado: Mario Petiggiani, hoy desaparecido.
Cortaron un alambrado y por allí ingresaron. El combate se inició al instante. La guerrilla se dividió en grupos y avanzó hacia los puestos de vigilancia, para reducirlos. En tanto, los soldados recibieron el fuego enemigo por sorpresa. El primero en caer fue el soldado José Carlos Fernández que recibió dos impactos de bala, uno en la cabeza y otro en el tórax. El jefe del regimiento, teniente coronel Osvaldo Jorge Guardone, debió defenderse desde adentro de su casa junto con su mujer.
Como era franco, muchos oficiales recibieron visitas familiares. Los invasores entraron a los gritos al Casino y dieron órdenes a mujeres y niños de arrojarse al piso, boca abajo. Fue entonces cuando Larrabure -luego de identificarse pues vestía de civil- pidió a los atacantes que no agredieran a los indefensos.
Los terroristas lo secuestraron para cubrir la fuga. También habían tomado como rehén al capitán Roberto García, quien ese mismo día fue encontrado vivo en una ambulancia, esposado, torturado y gravemente herido.
El enfrentamiento duró dos horas. Los Decididos de Córdoba huyeron con un camión cargado de fusiles FAL, ametralladoras, pistolas de varios calibres, granadas, municiones y uniformes.
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La cárcel del pueblo
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Larrabure fue trasladado a Rosario. En el barrio San Francisquito, detrás de un negocio modesto, que funcionaba como pantalla, el mayor pasó sus últimos días, sus últimos 372 días. Debajo de un ropero, los captores habían cavado un pozo lúgubre y asfixiante al que llamaban “cárcel del pueblo”. Se accedía por una pequeña escalera, contaba con dos celdas de un metro por ochenta de largo, un metro de ancho y dos de alto.
En esa cucha, Larrabure convivió con un catre, una silla, una mesita y un “inodoro” portátil (un balde bajo una tabla). En ese pozo sin aire, sin luz, en ese lugar desesperante el coronel tuvo que recurrir a su gran ingenio para conservar la cordura y no caer en depresión. Escribió un diario, poesías y cálculos matemáticos, además de varias cartas a su familia.
La posibilidad de volcar su interioridad al papel -sin importarle que éste tuviera el membrete del ERP ni un fondo con el rostro del Che- junto con su inquebrantable fe en Dios, lo mantuvieron en pie. Esta integridad espiritual inquietaba a sus captores, más aún cuando cantaba, a viva voz, el Himno Nacional.
Sin embargo, la salud de Larrabure empeoraba, con frecuentes ataques de asma que nunca fueron asistidos por sus captores. Llegó a perder 40 kilos. El diario del coronel, las páginas que hubiera escrito durante su cautiverio, no puede leerse sin derramar alguna lágrima. Allí da cuenta de sus últimos momentos: alucinando, creyó escuchar la voz de su hija, y siguió el sonido en su busca. Pero de manera inconsciente salió de su celda, trepó escaleras arriba y sorprendió a tres de sus captores sin capuchas. La reacción fue violenta: el coronel alcanzó a dar algunas trompadas y rompió un vidrio. Su debilidad no le permitió hacer más, y los tres terroristas lo redujeron. El coronel despertó luego, algo aturdido, y escribió los hechos en su diario. La descripción se interrumpe de súbito, dejando el relato trunco. En ese momento, los encapuchados habían ido a asesinarlo.
El 23 de agosto de 1975 el cadáver del coronel apareció dentro de una bolsa, en una alcantarilla de la ciudad de Rosario. El informe forense describe los resultados de la autopsia: “En la región fronto–parietal, zona media, una contusión de forma rectangular de 4 por 2 centímetros. Placas apergaminadas en ambas caras internas de las
rodillas, producidas en vida, por compresión. En el tercio medio de pierna derecha, surco que rodea su contorno anatómico, producto probable de ligadura compresiva en vida. En el cuello, surco de estrangulamiento de fondo apergaminado que abarca la totalidad del perímetro, producido presumiblemente por torsión desde atrás, ya que no se observan signos de cianosis en sus extremidades inferiores. En los órganos genitales,
granzona congestiva inflamatoria similar a las provocadas por pasajes de corriente eléctrica. Zona escarificada en el tercio superior del tórax, producida probablemente por la permanencia prolongada en vida en posición decúbito dorsal. En el rostro, hemicara derecha, gran zona de congestión con gran derrame conjuntival en ojo derecho, presumiblemente provocadas por la acción de golpes o choque con o contra cuerpos duros. Manchas de putrefacción en región apendicular, caras anterior y posterior y laterales del cuello y en ambos hombros. Evidentes signos de deshidratación por falta de
líquidos y electrolitos, ratificado por una rebaja de peso superior a 40 kilos”.
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Entrevista con Arturo Larrabure
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Desde su casa en Tres Arroyos, Arturo Larrabure, hijo del coronel, recuerda esos horribles momentos: “Los 372 días de cautiverio son indescriptibles. Nadie se puede imaginar cómo viven un secuestrado y su familia este infortunio. No hay palabras para narrar el horror”.

¿Qué repercusión tuvo el hecho en la sociedad?

La sociedad argentina comprendió definitivamente lo que los terroristas eran capaces de hacer. El concepto de jóvenes idealistas no coincide para nada con la barbarie, la locura y la tortura puesta de manifiesto una vez más. El periodismo prácticamente se olvidó de mi padre después de octubre del 74, salvo Bernardo Neustadt que siempre, semana a semana lo recordaba por su programa de radio. Era una guerra, aprendimos a ser fuertes, nos unimos mucho y estábamos convencidos de que lo liberarían.

¿Qué interés demostró el gobierno por el caso, o la misma Isabel Martínez de Perón?
El gobierno no hizo todo lo que tenía que hacer. Escalamos a la presidente de la Nación pero no accedió a nuestro reclamo. Estando preparada mi madre para entrevistarse el 12 de agosto de 1975 suspendió la entrevista y la postergó; unos días después mi padre apareció muerto. En el sepelio, que fue a cajón abierto, la sociedad argentina pudo ver todo lo que habían hecho de ese hombre alto, fuerte, robusto. La presidente Isabel envió una corona de flores y sus condolencias, pero mi madre hizo retirarlas del lugar y pidió que ella no asistiera al velatorio, que esta vez mi madre no iba a recibirla. Como verás hubo intentos de salvarle la vida, todos fracasaron.

¿Cuál fue el primero de esos intentos?

El primero es el pedido de la guerrilla para canjear a mi padre (por cinco miembros del ERP que estaban prisioneros). El Ejército no accede, nunca accedió, la razón es que si lo hacía, el terrorismo actuaría de esa manera con todos los integrantes de las fuerzas armadas y así será un caos, los ponían presos y los liberaban. Entonces le propusieron a mi padre recobrar su libertad si es que comenzaba a trabajar para las fábricas de armamentos de la guerrilla. En ese entonces existían ocho en plena actividad, eran muy modernas y bien equipadas. Mi padre se opuso terminantemente a recuperar su libertad a cambio de eso. Y el tercer intento es con nosotros, su familia. Tuvimos entrevistas con guerrilleras, eran muy jóvenes. Si uno las viera por la calle no se imaginaría que eran máquinas preparadas para matar y torturar. Estaban dispuestas a todo. Nos hablan del canje por cinco integrantes del ERP. Algunos de ellos hoy están libres, uno me consta que es profesor en la Universidad de Rosario, que obtuvo su libertad en el gobierno de Alfonsín.

Arturo considera que algunas personas pretenden apropiarse del martirio de su padre con finalidades políticas. “Larrabure es del pueblo argentino, no es propiedad exclusiva de nadie; murió como muere un soldado, murió por sus ideales, luchó por ellos hasta el fin. Es un símbolo nacional”, dice con orgullo.
Ese mismo orgullo lo ha llevado a escribir un libro como el mayor homenaje que se le ha hecho. “Siempre me pregunté cómo hubiera sido si la historia de San Martín la escribía su hija, también me formulé el siguiente razonamiento: cuando yo no esté, cuando no viva más, ¿quién se acordará de mi padre?”.
Es también él quien se encarga de contestar, planteando un objetivo: “Debo sembrar, debo contar al mundo su historia, muy triste, muy dura, pero real”.
Y por eso escribe, dice, como una forma de desahogarse; pero también como un deber, un recuerdo, un homenaje. “Es cumplir con el cuarto mandamiento, es el ejemplo que debo dejarles a mis hijos y a todos los hijos de este país. Muchos deben escribir contando la verdad, por más que duela, por más que aún me haga caer las lágrimas”, remata el hijo del coronel.
FOTO: Días felices. Larrabure contrae matrimonio con María Susana de San Martín, diciembre de 1955.